1945 | En contra de ubicar la cárcel en «el bello valle»
La prisión provincial de Martutene, que tanto tiempo lleva viviendo sus últimos días, se construyó en los años 40. El 7 de octubre de 1944 ... se celebró el acto de colocación de la primera piedra. En noviembre de 1945 las obras de construcción ya estaban en su apogeo, si bien el centro penitenciario no se inauguraría hasta mayo de 1948.
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En la edición de EL DIARIO VASCO del 7 de noviembre de 1945, con la cárcel en obras, encontramos un comentario al respecto en la sección 'Yo digo, tú dices, él dice...', que entonces publicaba nuestro periódico en su última página.
Hay que tener en cuenta que entonces la vega del río Urumea era un espacio considerado bello y elegante. Pesaba el centro de ocio de los Campos Elíseos, las fiestas náuticas que solían celebrarse en el río, algunas villas levantadas en el área de Loiola-Martutene y que apuntaban hacia un ambiente señorial. En aquel contexto, plantar en medio una prisión no parecía lógico.
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Un lector criticaba que se construyera la prisión en Martutene. «¿Se ha pretendido con ello matar toda esperanza de posible aprovechamiento de ese valle? ¿Es que el régimen penitenciario requiere ahora las buenas vistas?»
Por ello, en el Yo digo, tú dices, él dice...', podía leerse bajo las iniciales H. O. lo siguiente...
«Sr. Director de EL DIARIO VASCO: Pues sí, señor, 'yo digo, tú dices, él dice'... y lo dirá todo el mundo que es un absurdo el construir la nueva cárcel donde se está construyendo, o, por lo menos, si es que es verdad que las obras que hemos visto iniciadas (en el centro del más amplio de los valles que rodean a San Sebastián, en el poético del Urumea, donde esperábamos ver llenarse de elegantes chalets, muchos de ellos ya construidos, en una palabra: cerca del hasta ahora plácido y bello Martutene), son, en efecto, las de la nueva cárcel».
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«Porque, la verdad: nos resistimos a creerlo. ¿Es que no había por ahí otro rincón no tan elegante para construirla?».
«¿Es que se ha pretendido con ello matar toda esperanza de posible bello aprovechamiento de ese valle? ¿Es que el régimen penitenciario requiere ahora las buenas vistas y la belleza de los alrededores? ¿Es imprescindible esto? ¿Qué contratista ni nadie va a construir ahora casas en las proximidades de tal vecindad?».
Al monte
«Perdónenme, pero 'yo digo, tú dices, él dice'... y dirá todo el mundo que estas son preguntas de elemental sentido común... es decir: eso nos parece a todos, pero, por lo visto, todos estamos equivocados».
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Hace ochenta años, a aquel lector le molestaba que se trasladase a los presos desde la prisión de Ondarreta a un área que parecía evolucionar hacia el refinamiento. A cambio, proponía mandarlos ¡a la punta de un monte!
«¡Con la cantidad de montes que hay en Guipúzcoa...! ¡Y lo bien que hubiera hecho en la misma punta de uno de ellos! ¡O escondida entre dos! Poco importaría a los presos. ¡Para lo que van a disfrutar del paisaje! De cualquier forma mejor que estorbando en el centro de ese valle en su lugar más amplio».
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