1910 | Los Bomberos buscan chófer
Comprado el automóvil bomba más moderno de la época, para manejarlo se necesitaba personal muy especializado
Corría tal día como el de hoy del año 1910 cuando, habiendo adquirido una de las bombas automóviles más modernas del momento, el Ayuntamiento autorizó ... al Parque de Zapadores Bomberos contratar a «una persona técnica y autorizada que entienda perfectamente todo el mecanismo y conozca las diversas piezas que poseen esta clase de máquinas».
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Ante la complejidad de la nueva adquisición, el concejal Luzuriaga ya adelantó que «ahora que todo el mundo es mecánico y conductor, será indispensable que los solicitantes acrediten haber trabajado durante tres años como ajustadores en un taller de construcción de máquinas y reparaciones, dedicados especialmente a trabajar en máquinas en general y tener autorización para guiar automóviles desde hace tres años». Podía presentarse toda persona que no tuviera más de 35 años, a la que se pagaría 5,50 pesetas al día, con la obligación de acudir a todos los incendios, tanto de día como de noche, no abonándosele sueldo alguno por este concepto.
Comprar la nueva bomba, una Merryweather Hatfield, había sido lo suficientemente complicado como para dejarla en manos no experimentadas. En el concurso público del 11 de marzo de 1910 se indicaban las condiciones que debía reunir el vehículo (que por numerosas y demasiado técnicas escapan a este comentario), de las que se citan dos: debería alcanzar los 20 kilómetros por hora y subir pendientes con un 15% de desnivel llevando el material y diez hombres con su equipo.
No fueron pocas las empresas que presentaron sus ofertas: la Sociedad Anónima de Estudios Técnicos, de Madrid; Allmanna Suenska Elektriska Artiebolaget Weterns, de Alemania; John M. Sumner Cía de Madrid, que la ofrecía por 41.000 pesetas; Pablo de Garten, de Bilbao, por 44.750 pesetas y Urcola y Vignau, de San Sebastián, por 38.950… y al final, el 17 de junio se compró la de la Casa Merryweather, de Londres, a través de su representante en San Sebastián, llegando a Pasaia en el buque 'Alvarado'.
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Ya se tenía máquina, pero no la persona que pudiera conducirla porque, de las seis solicitudes presentadas, ninguna resultó apta para ocupar el puesto de 'chauffeur'. El día 26, la convocatoria fue declarada desierta y vuelta a convocar el día 30, rebajando a dos los años de experiencia y dando preferencia a los conocimientos de mecánica sobre los de 'chaufferismo'.
Para ser bombero había que saber leer y escribir, acreditar honradez, buena conducta y robustez
Loa exámenes tuvieron lugar en el Garaje de los Urcola, Vignau y Cía, y a los candidatos se les hizo guiar un autobús grande de la línea de San Sebastián a Tolosa. El examen mecánico se realizó en el taller de la Escuela de Artes y Oficios y, después de varias sesiones municipales, en las que se estudió la autenticidad de la documentación presentada, la plaza fue adjudicada a don Benito Beasain.
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Metidos en estos berenjenales se planteó si debían tener preferencia los bomberos que supieran vascuence, aprobándose que «en igualdad de circunstancias se preferirá a los que sepan el idioma vasco».
Hasta el 10 de abril de 1913 no hubo nuevas ofertas, convocándose, en esta fecha, 10 plazas de bombero y una de corneta. Se presentaron veinte aspirantes «españoles, de más de 23 años y menos de 40, que supieran leer y escribir, que tuvieran acreditada su honradez y buena conducta, así como su robustez y sana complexión», siendo preferidos los maestros y oficiales carpinteros, albañiles, linterneros y electricistas, «así como los nacidos en San Sebastián, Guipúzcoa y las Vascongadas en el orden expuesto».
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