1891 | Fuga de presos
Hubo una época en la que tres cárceles se disputaban jurisdicción sobre los presos que había en San Sebastián. La de los Sagramenteros para delitos ... locales, dependiente del Ayuntamiento, en el Campanario, junto a la Subida al Castillo; la del Preboste, en la esquina de Narrica con Enbeltrán, para otros delitos; y la del actual Museo Naval, en el Muelle, para cuanto tuviera que ver con la mar.
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En tiempos del arquitecto Pedro Manuel Ugartemendia, allá por 1804, se propuso construir una Cárcel del Pueblo en la que se centraran todas las necesidades. Tras la capitulación de 1813, se utilizó como cárcel civil o del Partido, el ya entonces clausurado Colegio de los Jesuitas, en la hoy plaza de la Trinidad.
Por su carácter «lóbrego, húmedo, carente de higiene, seguridad y comodidad», en 1877 se encargó al arquitecto Antonio Cortázar que realizara los planos para un nuevo presidio, que se proyectó primero en Gros y más tarde en Amara, aunque fueron rechazados los estudios por falta de dinero para expropiar terrenos. Fallecido Cortázar en 1884, le sucedió Nemesio Barrio y en 1885 se eligieron los arenales de Ondarreta, porque estaba vigente la idea de que en este lugar se construiría el nuevo puerto, tras cerrarse el paso del agua entre Igueldo y Santa Clara.
1891
La cárcel de Ondarreta sustituyó a la que había en la hoy plaza de la Trinidad, antiguo Colegio de Jesuitas. Las dos primeras 'fugas de película' se produjeron en 1891 y tal día como hoy de 1893, siendo los reos detenidos en Francia
El año 1889 se comunicó al Ayuntamiento que la obra estaba terminada y en 1890 los 65 preso/as fueron trasladados desde la Parte Vieja hasta el Antiguo: los hombres por la calle Mayor y las mujeres por San Jerónimo.
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Además de una fuga colectiva a través de los retretes, que en 1930 motivó el que su cubierta de madera se cambiara por otra de cemento, dos fueron muy comentadas: La primera, protagonizada por Esteban Matute, ocurrió el 13 de abril de 1891. Al verificarse la requisa de la noche, «'el Matute' permanecía en su celda, herméticamente cerrada» pero por la mañana «se vio que el pájaro había volado». 'El Matute' había sido condenado por robo de 500 pesetas, en la fábrica de cerillas de la viuda de Zaragüeta. La fuga fue por la ventanilla que existía en la puerta de la celda para dar la comida a los presos. De momento, los detenidos fueron los dos vigilantes que estaban de servicio «y un cochero que pasaba por allí», suspendiéndose de empleo y sueldo al administrador, «porque se comprobó que por aquella ventana entraba el cuerpo de una persona».
Dos sagaces reporteros de 'La Voz de Guipúzcoa', seguidos por los inspectores «de secreta» García y Pitard siguieron a la madre de Matute hasta Bayona donde un sargento lo había reconocido sentado en un banco, y así acabo la huida.
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La segunda fue tal día como el de hoy de 1893 y tuvo como protagonista al francés Juan Bautista Blandi, acusado por delitos de robo, que liberó los barrotes de la ventana raspándolos con un gancho que sujetaba la cama. Despejada la salida, utilizando sábanas, bajó al patio y «se paseó» hasta llegar al muro. Arrancada una pierna de su pantalón la llenó de piedras y, utilizándola como contrapeso, superó la verja principal cuando el centinela estaba en la parte opuesta, y encontrado de bruces con un soldado le dijo que era primo del portero y que dormía en su casa, por lo que, aparentando ir a la casa del director, saltó a la huerta y con gran escándalo de las gallinas echó a correr.
Interrogado el vigilante, Calixto Castagnet, dijo que «bastante hago, estando solo para controlar todos los patios» y el día 23, mientras el director reconocía haber encontrado veinte rejas con barrotes que se movían, llegaban noticias de que Blandi se encontraba por Oyarzun camino de Francia.
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