1817 | Ya tenemos plaza Nueva
Tal día como el de hoy, la ciudad bendecía las piedras angulares de lo que sería la plaza de la Constitución
Hoy, 17 de agosto del año 1817, fue jornada de fiesta en el solar destinado a ser la plaza que iba a construirse en el ... centro de la ciudadela. Hagamos un breve repaso a los antecedentes: llamábase plaza Vieja a la que se formaba en la hoy Alameda del Boulevard, entre San Jerónimo y Mayor, presidida por la Puerta de Tierra, paso obligado para quienes salían o llegaban de San Sebastián por, hoy diríamos, carretera. Era prácticamente el único lugar abierto del que disponía San Sebastián para celebrar sus actos públicos, con el hándicap de que estaba adjunto a la muralla y, por ello, punto estratégico de la defensa de la ciudad, controlado y perteneciente al Ejército o Ramo de la Guerra.
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Sin problemas en tiempos de paz, la cosa se complicaba cuando se vivían años de conflicto y se impedía la utilización de la plaza por el elemento civil. Repitiéndose las dificultades a comienzos del siglo XVIII, fue el año 1722 cuando el Ayuntamiento decidió construir una plaza que se llamaría Nueva para distinguirla de la Vieja.
Con la perspectiva del tiempo, quizá se pierda la noción de lo que tuvo que ser, en una Parte Vieja cuya extensión era más pequeña que la actual, habilitar el terreno necesario desalojando a las muchas familias que hasta entonces vivían en aquellos edificios. Paralelamente, la obra modifico el plano de la ciudad: desapareció la calle ubicada en la parte más cercana al monte Urgull, llamada de Embeltrán, hoy conocida como Puerto la que conduce al muelle e Iñigo la contraria, y se anuló la calle Amasorrain, existente en el lado próximo a la Alameda, continuando la calle Pescadería.
Entre los actos de celebración figuró el acudir a cantar zortzikos a las casas de los miembros del Ayuntamiento
Pasados los años se recuperó el nombre de Embeltrán para la calle que así conocemos en la actualidad, tras la primera línea de casa de la Alameda, surgida en la reconstrucción de 1813.
Después de una dilatada historia en la que fue escenario de actos de todo género, la nueva plaza y su entorno, incluyendo la Casa Consistorial, debida a los planos de Hércules Torrelli, quedó convertida en escombros tras los sucesos del 31 de agosto del citado 1813.
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Y así llegamos al día de ayer, 16 de agosto, de 1817 en el que se celebró «con aparato y solemnidad» el acto de inaugurar las piedras angulares de la plaza, de acuerdo con el proyecto del arquitecto Pedro Manuel de Ugartemendia. Para celebrarlo, el día 15 hubo fogatas, fuegos artificiales y danzas «a usanza del país». Por la mañana del 16 salieron las bandas de música y «gente del pueblo» se colocó junto a las hileras de vallas para controlar la afluencia de personas.
Y llegaron los de la Junta de Obras, un piquete de voluntarios de Navarra que guarnecían San Sebastián, el gobernador, el Ilustre Cabildo eclesiástico y «el Ayuntamiento vestido de golilla». Sonaron los clarines, se pronunciaron discursos y en el interior de las piedras, los dos alcaldes, José María Soroa y Soroa y José María Sáenz Izquierdo, y el arquitecto de la obra, guardaron el acta del acuerdo, inscripciones «en latín, castellano y vascuence», y monedas del reinado de Fernando VII, metidas en frascos lacrados con las armas de la ciudad. El cabildo marchó a Santa María y regresó en procesión con su cruz y el vicario vestido de pluvial, procediéndose a la bendición del recinto y hoy, día 17, se corrieron novillos y se cantaron zortzikos frente a las habitaciones (domicilios) de las autoridades.
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Fue conocida como plaza Nueva hasta que en 1820 se la llamó plaza de la Constitución. El 13 de abril de 1897 se denominó plaza Berria; a partir del 15 de junio de 1937 fue plaza del 18 de Julio, y el 9 de julio de 1979 se le devolvió el nombre de plaza de la Constitución.
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