¿Hispanidad por decreto? El 12 de octubre de 1925 en San Sebastián
El ascenso de un régimen bendecido en la Estación del Norte
En septiembre del año 1923 San Sebastián se convertía en el escenario del triunfo de un golpe de estado que se presentaba como salvador de ... una nación, España, a la que se veía al borde de la destrucción a causa de una clase política -la de la llamada 'Restauración'- a la que se achacaba inercia, corrupción, falta de entusiasmo por un proyecto de verdadera prosperidad nacional…
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Iniciado ese golpe por el general Primo de Rivera en Barcelona, subsistía la duda de si sería secundado o no. La aparición en la Estación del Norte de San Sebastián de Alfonso XIII vestido con su uniforme de capitán general, disipaba al fin esa duda: el rey que hasta entonces simplemente veraneaba, como era habitual, en San Sebastián, daba así su tácito apoyo a aquel golpe protagonizado por Miguel Primo de Rivera.
A partir de entonces el Directorio -como sería conocido ese régimen- se lanzará a la tarea de regenerar una España que se describe como decaída, rota, abandonada, sin pulso. Necesitada de reformas políticas y económicas -ahí comenzará el auge de empresas como Telefónica y CAMPSA- y también de cierto rearme moral volviendo la vista al pasado, a grandes gestas históricas españolas. Algo como, por ejemplo, el descubrimiento de América para Europa y la creación desde entonces de un espacio común hispanoamericano. Así las cosas el régimen primorriverista continuó, y exaltó, la celebración del 12 de octubre como Fiesta Nacional ya establecida desde 1892 por un decreto expedido, además, en San Sebastián por la reina regente María Cristina.
La dictadura primorriverista no fue exactamente totalitaria. Por tanto, a diferencia de otras como la soviética o la mussoliniana, no exigía ciega adhesión y presencia obligatoria a celebraciones oficiales como esa. Así pues ¿cuál fue la reacción, hace cien años exactamente a la nueva celebración de esa fiesta en un territorio como el guipuzcoano, donde hacía años ya había arraigado un nacionalismo periférico contrario a todo eso?
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Business as usual… Diversidad de opiniones donostiarras
La Prensa del momento, como es habitual, tiene respuesta cumplida para preguntas como esas.
Así 'La Constancia', periódico donostiarra de la más acérrima Derecha y que, en su día, había aplaudido con entusiasmo el golpe de Primo de Rivera, dio una amplia cobertura a la cuestión del 12 de octubre de 1925. Así dedicaba hasta tres páginas de su número del 13 de octubre a exaltar las celebraciones de ese 'Día de la Raza' que es como en esos momentos se conocía aún lo que luego será la Fiesta de la Hispanidad.
El panorama que dibuja ahí la redacción integrista es llamativo visto cien años después. En algunos aspectos el periódico es sumamente coherente con su línea editorial habitual. Así recuerda en primera plana que en San Sebastián se ha celebrado solemnemente la festividad religiosa de la Virgen del Pilar, poniendo la efeméride religiosa por delante de la civil del descubrimiento de América. Pero por lo demás en la página dos 'La Constancia' describe lealmente las ceremonias realizadas en Madrid en ese 12 de octubre. La imagen que transmite es además de una armonía absoluta donde acuden a la Plaza de Colón las autoridades del Directorio arropadas por el cuerpo diplomático no solo de las repúblicas sudamericanas, sino del embajador estadounidense que participará en los actos de homenaje y en los discursos ensalzando aquella gesta.
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El mismo panorama se dibuja en el banquete que se ofrece tras un desfile en el Hotel Ritz de Madrid, desde el que se lanzan encendidos discursos por parte del embajador argentino y de Primo de Rivera, que se dirige desde allí a toda la nación por «radiografía» según reza el titular de «La Constancia» de la página tres.
¿Ocurría sin mayor incidente lo mismo en San Sebastián aquel 12 de octubre de 1925? La respuesta de «La Constancia» a esa nueva pregunta formulada a cien años vista era totalmente afirmativa en su primera plana. Así nos describe actos igual de adornados en el casi recién inaugurado Kursaal, subrayando el discurso del alcalde Elosegui, cargado de ditirambos hacia esa fiesta del «Día de la Raza».
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La reacción ante esa efeméride de «La Voz de Guipúzcoa», la némesis periodística y política de «La Constancia», resulta aún más llamativa por la variedad de opiniones sobre el asunto que recogía en su número del 13 de octubre de 1925.
Así en la segunda página de esa edición uno de sus colaboradores habituales, ASORDEP, criticaba ácidamente esos fastos indicando que sólo en las instancias oficiales se hizo fiesta, comentando irónicamente el «chin chin» que hubo por todas partes con procesiones, discursos, banquetes…
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Otra columna, «Gestos y muecas», publicada ese día en ese rotativo que se calificaba como «republicano», reprochaba en un tono más ominoso, en la página seis de esa edición, que festejos como estos del Día de la Raza se acababan convirtiendo en actos vacíos de contenido, sin espontaneidad y, lo que es peor, sin que redundasen en una verdadera unión de los hispanoamericanos.
Pero finalmente, pese a esa visión casi unánimemente desapegada de los fastos oficiales de la Dictadura por el 12 de octubre, en la página ocho «La Voz de Guipúzcoa» dedicaba un extenso reportaje a describir en los términos más elogiosos los actos oficiales de ese Día de la Raza celebrados en el Gran Kursaal superando, por mucho, lo que a ese respecto había contado 'La Constancia'.
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Recogía así extensamente 'La Voz de Guipúzcoa' el entusiasta discurso pronunciado allí por uno de los principales líderes carlistas, Víctor Pradera, exaltando la gran gesta del descubrimiento de América y abogando por la hermandad y unidad con las naciones americanas a las que excusa incluso su secesión a comienzos del siglo XIX, alegando que ésta no se produjo por antiespañolismo, sino por temor a que España -caída bajo la férula napoleónica- los convirtiese a ellos en franceses, ofreciendo incluso a Fernando VII ser rey de las Indias para salir de ese mal momento histórico. Un discurso en el que el carlista glosaba también a figuras que, en sus propias palabras, habían hecho no ya Historia local o española, sino de la Humanidad. Como Elcano o Blasco de Garay.
Palabras que, según dice este reportaje de 'La Voz de Guipúzcoa', el público donostiarra allí congregado recibirá con una gran ovación que casi eclipsaba al discurso del alcalde José Elosegui, que se limitaba a dar la razón a Pradera pero añadiendo la necesidad de establecer lazos actuales más estrechos con las repúblicas americanas. Sobre todo en el ámbito comercial que, para el primer edil donostiarra, era la clave de esa unidad de acción en la época presente y que, de llevarse a cabo, sería algo muy celebrado por la ciudad de San Sebastián.
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Saludado ese discurso con otra gran ovación, el Kursaal donostiarra verá, como colofón de aquellos actos del Día de la Raza bajo la dictadura primorriverista, la aparición en el escenario de una «bella señorita» entronizada representando a España que será acompañada con himnos como el «Iberia» compuesto por Aroca y la Marcha Real y vivas a España y al rey…
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