Los hayedos que pusieron Europa a remar
El pasado día 23 de febrero se hizo en Albaola la primera presentación pública del proyecto 'Ataunen Arraunen' (Remando en Ataun), en cuyo transcurso se ... hizo entrega de las réplicas exactas de tres remos a la Diputación Foral de Gipuzkoa (representada por el Diputado General Markel Olano), al Ayuntamiento de Ataun (representado por su alcalde Martín Aramendi) y a Bixente Dorronsoro, jefe de la Primera Sección Forestal del Servicio de Montes de la Diputación, en agradecimiento al apoyo brindado al mismo.
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Se trata de un proyecto cultural que, como todas las que se vienen desarrollando en Albaola, tiene tres objetivos: En primer lugar, construir remos para las chalupas balleneras que embarcará la réplica de la nao San Juan, así como para las restantes embarcaciones construidas en la Factoria, caso del patache Juanita Larando. Además, quiere recuperar el antiguo oficio de fabricación de remos mediante metodología de arqueología experimental; y por último, pretende recuperar y dar a conocer la rica y centenaria historia de la actividad de elaboración y exportación de remos, manufacturados a partir de la madera de los grandes hayedos de Gipuzkoa y territorios limítrofes.
Gran trascendencia histórica
En la actualidad, la práctica del remo como deporte sigue levantando pasiones en el País Vasco. Entre los torneos de remo que se disputan todos los años, destaca la Bandera de la Concha, el encuentro deportivo más antiguo de los que se siguen celebrando en el país, iniciado oficialmente en 1879. Sin embargo, pocos de los miles y miles de aficionados a este recio deporte que todos los años se dan cita en San Sebastián sabrán que la relación de esta ciudad con el remo trasciende con creces el mero ámbito deportivo, yendo mucho más allá, incluso, de su natural relación con el mar por el hecho de constituir un puerto. En efecto, durante siglos, San Sebastián fue, junto con Hondarribia, uno de los principales puertos de exportación de remos de Europa y para las décadas finales del siglo XVIII sus principales compañías de fabricantes de remos tenían suscritos contratos con algunas de las más poderosas armadas de la época para proveerlas de los remos que precisaban.
La importancia y la trascendencia que esta industria llegó a alcanzar en el pasado es otro capítulo de la enorme historia marítima vasca, apenas tratado por algún que otro historiador y, por tanto, desconocido, en general, por la sociedad. Una historia enorme, no sólo por ser ese el tamaño de la influencia del mar sobre nuestro pasado, sino, sobre todo, por la fundamental repercusión de las actividades marítimas vascas sobre la Historia de la Humanidad.
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Miles de remos para toda Europa
La irregularidad es la característica principal del régimen de vientos dominante en la costa vasca, en el que predominan las calmas y los vientos flojos, alternados, de manera bastante frecuente, por temporales de vientos fuertes. Esta circunstancia atmosférica motivó que, a lo largo de los siglos, el remo tuviera un especial peso en el desarrollo de las actividades marítimas, así como en el diseño de las embarcaciones vascas. No es de extrañar, por tanto, la especial implantación que la industria de producción de remos llegó a alcanzar en Gipuzkoa. Ya para principios del siglo XVII consta la extracción desde los bosques de Navarra de remos a los puertos de San Juan de Luz, Ziburu y Bayona, donde eran vendidos a comerciantes ingleses y holandeses; y para los años iniciales del siglo XVIII, el valle de Baztán surtía de remos a los almacenes de la armada francesa. En efecto, durante aquel siglo diversas compañías firmaron contratas para aprovisionar de remos a diversas armadas. Por ejemplo, en 1751 la compañía del labortano Miguel de Michelena había extraido con destino a Francia 2.075 remos, 107.000 duelas y 400 tablones desde Ulzama, así como 8 millones de duelas y 2.660 remos desde Baztan, donde tenía previsto labrar otros 2.980 remos.
En Gipuzkoa fueron los puertos de San Sebastián y, también, de Hondarribia los principales centros de producción y comercialización de suministros navales de madera, entre los que destacaban los remos. Se establecieron compañías dedicadas a la fabricación y exportación de remos que se nutrían de la madera de los grandes hayedos extendidos en los municipios del norte de Navarra (Lesaka, Igantzi, Arantza, Goizueta, Arano, Leitza…) y de los pueblos guipuzcoanos que limitaban con la muga de Navarra: Irun, Oiartzun, Errenteria, Hernani, Berastegi, Bedaio, Amezketa, Gaztelu, Ataun, Idiazabal, etc. La madera llegaba por la ruta del Bidasoa a Hondarribia, y a través de las rutas del Urumea y del Oria a San Sebastián. La construcción a partir de mediados del siglo XVIII del camino real de coches que unía París y Madrid, permitió la llegada a San Sebastián de madera procedente de los hayedos de Álava. Los remos venían de los bosques en forma semielaborada, a los que se llamaba 'remos en bruto'. Eran transportados en carros de bueyes hasta los talleres de remos situados en Hondarribia, en las inmediaciones de la lonja del Puntal, y en San Sebastián en el arenal que quedaba fuera de las murallas, donde acababan de ser labrados. Así en 1715 el capitán Cristobal Díez obtuvo licencia para importar desde Navarra 120 carretadas de remos en bruto hasta la lonja del Puntal, donde serían labrados para exportarlos a otros reinos pertenecientes a la Monarquía Hispánica. En 1716 era el ayuntamiento de Hondarribia quien volvía a solicitar otra licencia para traer 340 'orgas', o carros de remos en bruto.
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San Sebastián, gran centro de producción de remos
En lo que respecta a los fabricantes de remos de San Sebastián, en la década de 1780 todos los años traían desde los bosques de Navarra y Álava más de 1.000 carros de remos en bruto, además de los que llegaban desde los bosques de municipios guipuzcoanos como Berastegi, Bedaio, Ataun e Idiazabal, cuyo coste de transporte ascendía a 40.000 reales anuales. Por entonces, don Pedro Marín y don Juan Martín de Larrumbe eran los principales fabricantes de remos de San Sebastián. Para percatarnos del volumen de su negocio, durante los años de participación de España en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783) fabricaron para la Armada española 37.406 remos y 2.760 atacadores (instrumentos para atacar o cargar cañones). En 1788 enviaron otros 5.767 remos a Ferrol para la Armada. Además, habitualmente exportaban remos para las armadas de Portugal y Francia y para la Compañía Francesa de las Indias Orientales. Así, entre 1781-1783 enviaron a Francia más de 50.000 remos y en 1788 tenían firmada una contrata para fabricar 16.400 remos con destino a la Armada francesa. El valor de la madera adquirida y almacenada en San Sebastián para satisfacer este último pedido ascendía a la cantidad de 385.241 reales. Durante las décadas iniciales del siglo XIX las extracciones fraudulentas de remos a Francia directamente desde las localidades fronterzas de navarra perjudicaba los intereses de las compañías de remos de San Sebastián. Así, en 1825 el fabricante donostiarra don Miguel José de Iriberri denunciaba que desde 1816 la villa navarra de Ochagavía había vendido a Francia un total de 25.000 remos en bruto, para cuya elaboración habían derribado cada año 1.400 hayas bravas, empleándose en estas tareas 60 hombres entre abril y septiembre, así como 150 operarios en su transporte.
Con los remos procedentes de los bosques vascos y navarros remaban en el pasado miles de marineros de muchos países de Europa occidental
Todos estos números son un buen exponente del volumen y trascendencia internacional que llegó a alcanzar la industria de fabricación de remos en Gipuzkoa y otros territorios como Navarra, Labort e, incluso, Álava. Con los remos procedentes de los bosques vascos y navarros remaban en el pasado miles de marineros de muchos países de Europa occidental como las Provincias Unidas, Gran Bretaña, o Francia. Eran, además, un recurso altamente estratégico, de manera que, los fabricantes de remos de San Sebastián proveían de remos a las armadas española, francesa y portuguesa, así como a grandes compañías privilegiadas de comercio como nuestras Real Compañía Guipuzcoana de Caracas y Real Compañía de Filipinas, o la mencionada Compañía Francesa de las Indias Orientales. La fabricación de remos supuso, por tanto, otra de las actividades estrechamente vinculadas con el mar que caracterizaron a aquel País Vasco marítimo, a aquel territorio pequeño, pero dotado de un tejido productivo, de un medio natural y de un saber hacer destinados a satisfacer las necesidades de una economía marítima cuya importancia era absolutamente trascendental y estratégica.
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