Plaza de Gipuzkoa

Creadores

Guille Viglione

San Sebastián

Domingo, 26 de marzo 2023, 09:07

Laszlo Biró era zurdo y su pluma estilográfica, diseñada para diestros, emborronaba constantemente sus escritos. Produjo con su hermano Gyorgy una tinta que secaba más ... rápido pero era muy líquida y atascaba el mecanismo de la pluma. Una mañana de 1938, en la terraza de un café de Budapest, se entretenía mirando a unos niños que jugaban a la pelota y observó algo que cambió su vida y la nuestra. El balón pisó un charco y al salir trazó una línea de agua sobre el suelo seco. Se le ocurrió reemplazar el plumín metálico por una bolita que rodara sobre si misma y así nació el bolígrafo.

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Escribo estas líneas a boli sobre un papel que inventó, hace 21 siglos, el chino Cai Lun mezclando una pasta de corteza de árbol, cáñamo y lino. Para escribir me apoyo en una mesa similar a la que idearon los egipcios en tiempos de los faraones y me siento como el escribano babilonio Ebih-II que, hace 6000 años, añadió cuatro patas y un respaldo a una tablilla de madera.

Los objetos que dan forma a nuestro mundo, los utensilios que nos facilitan las tareas, la rueda, los puentes, los barcos, los clavos, la imprenta, las gafas, la bombilla, las máquinas o los anticonceptivos existen porque alguien se topó con un obstáculo e imaginó la forma de saltarlo. Nada agudiza más la imaginación que un problema. La creatividad es hija de la necesidad y ambas siguen siendo condiciones del ser humano. Afortunadamente, no es lo mismo imaginar que calcular. Eso lo hacen las máquinas.

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