«La guerra de Ucrania es irracional y perversa»

–¿Está haciendo la Iglesia todo lo que está en sus manos para lograr la paz en Ucrania?

–Lo primero que hay que hacer es atender lo mejor posible a las víctimas de la guerra, en colaboración con los gobiernos pertinentes. También es muy importante rezar. El papa Francisco ha organizado la consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen de Fátima. Todas las diócesis del mundo nos hemos asociado a esta consagración. Cáritas Internacional está haciendo una gran campaña, sin olvidar a tantas personas de buena voluntad que se han lanzado a ayudar. Más de 6.000 sacerdotes y religiosos se han quedado en Ucrania para dar refugio, comida, curar heridos, sostener espiritualmente y administrar los sacramentos.

–El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha pedido una visita del papa Francisco para intentar parar la guerra. ¿Un viaje del pontífice a Ucrania allanaría el camino hacia la paz?

–El Papa ha enviado a dos cardenales que trabajan en el Vaticano en la atención a los más pobres y a los emigrantes. Están sobre el terreno para ver cómo se puede canalizar la ayuda y hacer visible que la Iglesia está con ellos, que no están solos. Han ido también como mediadores para buscar un diálogo de paz y de paralización de las armas. No obstante, los rusos han seguido atacando impunemente. Pío XII hizo un gesto para que se paralizara la II Guerra Mundial y siguió. La de Ucrania es una guerra irracional y perversa y es muy difícil convencer con la razón y la bondad tales lacras malignas.

–Europa se está volcando para acoger a los refugiados ucranianos, mientras miles de personas siguen perdiendo la vida en el Mediterráneo. ¿Hay refugiados de primera y segunda clase?

–Por humanidad, hemos de acoger a todos. Este es uno de los exámenes aún no aprobados de la marginación y exclusión de los emigrantes, vengan de donde vengan. Convendría, a nivel global, ayudar a los que vienen de otros países en sus propios países puesto que pasan mucha precariedad.