«Echo de menos el límite de aforo para evitar los robos»
Comercios de prendas de vestir de Donostia lamentan que el restablecimiento de la capacidad de ocupación de las tiendas al 100% ha traído consigo un aumento en el número de robos
El restablecimiento del aforo al 100% en los interiores de los comercios desde principios de octubre supuso una grata noticia para el sector del comercio, ... sobre todo para los responsables de los negocios más pequeños en los que apenas podían acoger a la vez a más de tres o cuatro clientes. Este regreso a la normalidad, sin embargo, también ha vuelto a poner en escena algunos de los grandes inconvenientes del pasado: los robos.
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La propietaria de la tienda multimarca Kilukamiluka de Donostia, Ane Etxebeste, relataba recientemente a través de las redes sociales el importante incremento de los hurtos que había experimentado su establecimiento en las últimas semanas. «Tras darse por concluidas las medidas Covid, los robos se han convertido en una constante», advertía la dueña de este comercio que se encuentra en la céntrica calle San Marcial. «No sé si el aumento de robos se ha producido solo en mi establecimiento, pero mi paciencia ha llegado a su fin», reconocía también Etxebeste, desconocedora de la magnitud de esta problemática. A tenor de las testimonios recogidos por este medio en otros comercios de la zona, la cuestión de Kilukamiluka no es un caso aislado.
«Echamos de menos el límite de aforo para evitar los robos», confiesa Nahia, dependienta de la tienda de accesorios Claire's de Donostia que hace esquina entre la calle San Marcial y Fuenterrabía. «Tenemos ganas de volver a esta medida», admite, mientras atiende a una clienta. Esta trabajadora corrobora la tesis de que «vuelve a ser fácil robar» con el decaimiento de las restricciones de aforo. Este miércoles la cosa está tranquila por la mañana. Las complicaciones se dan el viernes por la tarde y el sábado.
«Cuando terminamos un buen día nos preguntamos cuánto nos habrán robado»
Nahia
Claire's
«Vienen en grupos numerosos. Una te compra una cosa y las demás te roban. Ayer vino una empleada de Zara con una chica de 16 años a la que habían pillado robando en su tienda y a la que también le habían encontrado artículos de la nuestra», revela Nahia con resignación. «No podemos hacer nada. Estamos cambiando la tienda por Navidad y se aprovechan que estás con otras cosas. Cuando terminamos un buen día nos preguntamos cuánto nos habrán robado», apunta por último.
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Grupos de amigas y menores
María, del local de complementos y prendas de vestir, Miintoday, también en la calle San Marcial, comparte las mismas sensaciones que Nahia. «Hemos notado un aumento de robos, sobre todo de público joven. Suelen aprovechar los momentos de más afluencia los viernes y sábados. Vienen con sus bolsos y bolsas grandes, van viendo lo que hay y se meten la ropa», relata.
«Van en grupo y primero suele entrar una para ver cómo está el interior de la tienda», indica María que evidencia el mismo modus operandi para llevar a cabo el hurto que en Claire's: «Una se encarga de distraer a la dependienta y las otras roban». Esta trabajadora también lamenta que «aprovechan cuando entras en el almacén para robar sin reparo». Según esta empleada, «cogen los artículos de más precio. Bolsos, pantalones, de todo, pero no suelen superar el umbral de los 100 euros para que no sea considerado un delito mayor».
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«No suelen superar el umbral de los 100 euros para que no sea un delito mayor»
María
Miintoday
El perfil del ladrón es idéntico en los dos establecimientos. Chicas jóvenes, amigas, con edad desde los 14 hasta los 25 años. Es decir, hay un gran número de delicuentes menores. «Es una pena, no son conscientes de lo que hacen», recalca María, que muestra su impotencia frente a esta situación. «Solemos estar dos chicas, una en caja y la otra en el probador. La entrada está libre. Estamos para atender al cliente, la hipervigilancia es un desgaste, y transmitir desconfianza hacia ellos no es bueno, porque la mayoría no tiene la culpa». También indica que «hemos instalado nuevos sistemas antihurtos en las puertas, hemos puesto más cámaras y nos están formando para detectar a los ladrones» y añade finalmente que «podemos llegar a distinguir a alguien que entra a robar si lo primero que hace es mirarte».
Alicates, imanes, bolsas herméticas...
Lucía y Eliana, trabajadoras de la tienda de ropa Brownie en Donostia, acaban de hacer inventario esta mañana y se han dado cuenta de que «el último fin de semana en concreto nos han robado un montón». «Hemos pillado a mucha gente, muchas niñas menores de 14 o 15 años. Es la gente que menos te los esperas. Cuando hablas con ellas te das cuenta de que son niñas que roban por vicio, no por necesidad», alertan.
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Estas dos empleadas se han percatado de que las ladronas «vienen preparadas» para cometer el hurto. «Cortan las alarmas con alicates, utilizan imanes y llevan bolsas herméticas de aluminio para que no pite el artículo. Tenemos cámaras y hemos visto de todo. Dejan las alarmas detrás de los espejos del probador, compran bolsos y meten dentro más artículos...». Las empleadas de los comercios de moda juvenil han recuperado las viejas preocupaciones, ahora que no deben de estar tan pendientes por el grado de ocupación de sus locales, aunque hay quien añora seguir con lo segundo.
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