La presión hospitalaria ha escalado un nivel más de alerta estas últimas horas y se asoma a una situación límite como no se vivía ... desde el inicio de la pandemia. El número desbocado de contagios de coronavirus en Gipuzkoa en esta cuarta ola ha obligado a suspender las operaciones en el edificio Aránzazu del Hospital Donostia y aplazar intervenciones no esenciales para habilitar más plazas para pacientes críticos con coronavirus, una situación que no se producía desde la primera ola, cuando igualmente hubo que habilitar quirófanos para camas UCI. De esta forma, Euskadi sube un nivel en el plan de contingencia de Osakidetza y el departamento vasco de Salud contra el coronavirus, que contempla 4 escenarios según el impacto de la ola epidémica, y pasa del 2 al 3, aunque se prepara ya para hacer frente a la peor de las situaciones, el nivel 4.
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La ocupación en planta y en las Unidades de Cuidados Intensivos, que alcanza ya el 43% de ocupación media en Euskadi, se incrementa cada día y los sanitarios ya asumen una sobrecarga similar a la que vivieron entre marzo y abril del año pasado, viendo cómo el número de contagios en el territorio no consigue echar el freno. En las últimas horas, Gipuzkoa volvió a acumular el mayor número de positivos en Euskadi con un total de 302, por delante de Bizkaia (253) y Araba (71), de los 7.254 test diagnósticos realizados.
Operaciones oncológicas, sí
Ello ha obligado a reorganizar las diferentes áreas del hospital así como los recursos humanos y materiales disponibles para hacer frente a esta cuarta embestida que los profesionales sanitarios ya equiparan como la sufrida durante la primera ola. Desde «este pasado sábado», los quirófanos del edificio Aránzazu se han ido preparando como UCI, según informa a este periódico Pilar Mendia, portavoz de Satse, dotando todas las camas de los equipamientos necesarios así como de personal para atender a estos pacientes.
El área de UCI convencional, con 47 camas, ha llegado al límite de su ocupación, lo que obligó «la semana pasada a abrir de nuevo el área 1.1 para acoger pacientes» en estado crítico y desde hoy, también los quirófanos, con 10 camas más. Ayer se realizaron las tres últimas intervenciones. Las operaciones oncológicas y las urgentes «de cirugía torácica, vascular y urología» (como cánceres de próstata, o pulmón) se siguen manteniendo en el edificio Gipuzkoa del centro hospitalario, y el resto de operaciones no urgentes que se pueden demorar, como pueden ser unas cataratas, varices, unas muelas del juicio o un quiste se aplazan, librando de esta forma las camas para hospitalización.
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No es la primera vez que ocurre. El 15 de marzo de 2020, durante la primera ola, quedó anulada la actividad quirúrgica de los hospitales de día y toda la cirugía programada, salvo la oncológica, la urgente y la de valoración indemorable, es decir, la que no se puede retrasar por riesgo para el paciente. Y nuevamente el pasado mes de noviembre, en plena segunda ola, Osakidetza comenzó a aplazar operaciones no urgentes en varios hospitales para disponer de camas para pacientes con coronavirus.
Incremento
La ocupación de las UCI es uno de los termómetros que se emplean para medir el impacto de cada ola y la situación es preocupante: en la actualidad hay 147 enfermos críticos en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales vascos, siete más que la jornada anterior. Es, además, la cifra más elevada desde el 2 de marzo. En planta, ayer ingresaron otras 60 personas y el número total de pacientes que están siendo atendidas con coronavirus se eleva hasta las 495 personas, la misma cifra que el 11 de febrero.
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«La cifra de ingresos es brutal, la peor situación desde hace un año»
El Covid vuelve a poner contra las cuerdas el sistema hospitalario como ocurrió en marzo del año pasado. Por aquel entonces, los hospitales tuvieron que reconvertirse a marchas forzadas para poder atender la avalancha de enfermos de coronavirus que llegaron a sus urgencias, plantas y las UCI. Hace semanas que los profesionales sanitarios están alertando de la situación en Urgencias, y de que cada vez más los nuevos ingresos, «el 50-60%», acaban en UCI.
El incremento de contagios que registra la comunidad cada semana se ha ido traduciendo, poco a poco, en una mayor carga hospitalaria. Uno de los indicadores para medir la evolución de la pandemia es la incidencia acumulada del virus (la proporción de personas que enferman en un tiempo determinado), que en Gipuzkoa ha alcanzado el peor nivel de gravedad, donde la transmisión es muy alta y se supera una tasa de incidencia de los 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días.
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El territorio se situó ayer en los 635 casos por cada 100.000 habitantes, por encima del pico de la anterior ola, que se situó en una tasa de 587 casos notificada el 3 de febrero. Hay que remontarse al 27 de noviembre para dar con una tasa más alta.
En cuanto a la tasa de positividad -el porcentaje de personas que dan positivo para la infección de entre todas a las que se les ha hecho PCR-, se sitúa en estos momentos en el 8,7%, muy lejos del 5% máximo que la OMS recomienda a los países europeos para considerar que los focos están bajo control. Uno de los indicadores que desciende ligeramente es el número reproductivo básico, que alcanza 1,09 en Gipuzkoa, si bien sigue sin ser un buen dato al estar por encima del 1, que significa que una persona infectada, de promedio, va a contagiar a más de otra.
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En la siguiente tabla se puede consultar la cifra de contagios por municipios de Gipuzkoa y su tasa de incidencia por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Además de dicha tasa, el departamento de Salud del Gobierno Vasco toma en cuenta otros indicadores sanitarios y demográficos que determinan el color del riesgo de trasmisión:
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