Achraf trabaja en la empresa Arrano de Zegama. José Mari López

Inmigración en Gipuzkoa

«Estoy muy contento aquí, me gustaría seguir en mi trabajo y aprender más»

Después de estudiar «el idioma y un curso de electromecánicade coches», Achraf ha encontrado un empleo en una empresa de Zegama

Macarena Tejada

San Sebastián

Domingo, 12 de mayo 2024, 07:09

Desde que el joven Achraf Najib, de 18 años, llegó a Gipuzkoa, ha hecho todo lo que está en sus manos para «aprender» e integrarse ... en la sociedad. Aunque ya es mayor de edad, cuando decidió dejar su país para probar suerte a más de 1.700 kilómetros de distancia apenas tenía 16 años, como Hamza y la mayoría de menores extranjeros no acompañados que emprenden este camino. Llegó en febrero de 2022 y pasó a vivir en el centro Uba. «Ahí estudié el idioma», dice en un perfecto castellano. Ahora vive en Ordizia y trabaja en la empresa Arrano de Zegama después de haber estudiado un curso de Formación Profesional (FP) de electromecánica de coches. «Estoy feliz», asegura recién llegado a casa, después de una larga jornada de trabajo. «Me gustaría quedarme aquí a vivir y mejorar poco a poco mis condiciones de vida, así como seguir en mi trabajo y aprender cada vez más», insiste, con la vista puesta en el futuro.

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Él lo tiene claro. A diferencia de los jóvenes que últimamente llegan a Gipuzkoa, Achraf lo hizo en patera. Es de los pocos que todavía emprenden esa odisea con tal de conseguir su sueño. «Y para que merezca la pena hay que lucharlo». Por eso, tanto a corto como largo plazo se ve en Ordizia o alrededores, construyendo «poco a poco» su vida.

Han pasado ya casi tres años desde que se fue de Marruecos. «Mis padres lo sabían. Se preocuparon mucho, lloraron un montón, pero yo quería avanzar y me marché», recuerda. Le gusta «viajar y conocer otras culturas» y con la intención de «mejorar» se subió a un bote a finales de 2021, aunque no fue hasta 2022 cuando llegó a Gipuzkoa. En Marruecos estudiaba en el colegio y, como el centro estaba lejos de su hogar «vivía solo, compartiendo piso» con otros estudiantes. De ahí que emprender el viaje en solitario no le diera miedo. Pero una vez en la patera «las cosas cambiaron. El viaje fue muy difícil. Estuvimos cuatro días en el mar, más de cincuenta personas en una misma embarcación». ¿Pasó miedo? «Claro, muchísimo. Había un montón de olas y la patera era pequeña, pero por suerte llegamos todos a salvo a Lanzarote. Una lancha de la Cruz Roja nos rescató», rememora agradecido.

De Canarias fue a Madrid y después, a Donostia, donde decidió afincarse, si bien ahora reside en Ordizia. «San Sebastián es muy parecido a Marruecos. Tiene naturaleza, que me gusta mucho. Decidí venir a visitar la ciudad y después opté por quedarme». Las últimas navidades ha podido regresar a casa a ver a sus padres y sus tres hermanos. «Era el momento que más esperaba desde hace muchos años», admite, feliz por su progreso. «Ellos no pueden salir porque conseguir visado en Marruecos es muy difícil».

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