Catequesis, obligatorio presencial
Comuniones ·
La asistencia a las clases preparatorias ha puesto a algunas familias en una situación complicada. Algunas han decidido posponer un año la cita de sus hijos con este sacramento. Las parroquias cumplen con todos los requistos sanitariosLa fecha está sin definir pero quienes organizan las comuniones apuestan por mayo, su mes, aunque «todo depende de cómo estemos», repiten una y otra vez. El problema lo van encontrando algunas parroquias por el camino, desde la diócesis apuestan por la obligatoriedad de hacer los cursos de preparación presenciales, tanto para los niños como para sus padres en la llamada catequesis familiar, y no todos están conformes. Mikel Iraundegi, responsable de catequesis infantil de la diócesis de Donostia, asegura que «obligamos a venir porque a veces ese temor o preocupación se pone como excusa para no asistir. De todas formas cada familia se tiene que arreglar con su párroco». Aunque a Iraundegi no le conste que haya familias que este año no vayan hacer la comunión por este motivo, lo cierto es que las hay. En la parroquia de San Ignacio de Loyola, en el barrio de Gros donostiarra, «hay dos o tres familias que este año sus hijos no harán la comunión porque no quieren venir en las condiciones de seguridad que ofrecemos», afirma Sara Santamaría, coordinadora de catequesis en esa iglesia.
Gros es un barrio que se ha quedado tan solo con una iglesia con actividad parroquial tras el cierre de Pío X y del Corazón de María. Si en 2020 hicieron la comunión 35 niños, este año tienen un grupo de 70. «Hacemos las clases preparatorias en dos grupos, uno en la misma iglesia y otro en un salón de actos amplio», cuenta la coordinadora. La catequesis se considera como una extraescolar académica más lo que les ha obligado, además de cumplir las normas sanitarias: toma de temperatura, mascarilla, limpieza de manos y ventilación a buscar más catequistas. «Para no compartir material este año todas las clases se basan audiovisuales», explica Santamaría. Confirma que la asistencia de los padres también en dos grupos a su cita mensual ha bajado bastante «bien porque tienen miedo o porque no pueden conciliar», dice. «Algunos nos solicitaron hacer esos encuentros online, pero son obligatoriamente presenciales, seguimos las directrices del Obispado. Reunirnos es importante para los momentos de oración y recogimiento, y eso no te lo ofrece la videoconferencia. Quienes no han querido participar así han entendido que este año sus hijos no pueden hacer la comunión y lo han pospuesto sin enfados», afirma.
En otro barrio donostiarra, en Benta Berri, ni siquiera han considerado las reuniones presenciales con los padres «hemos renunciado este año a ese momento, nos juntamos mucha gente y los padres lo han agradecido», cuenta María Teresa García, coordinadora de catequesis de esta parroquia. «Contactamos con ellos a través de WhatsApp o por correo electrónico, y responden muy bien a nuestras peticiones. Además tenemos un contacto fluido cuando vienen a dejar a sus hijos», explica. En esta parroquia el año pasado los propios padres renunciaron a hacer la comunión porque no se daban circunstancias con la pandemia, así que este año cuentan con 61 chavales. «Tenemos todo pensado, vamos a duplicar las celebraciones los sábado de mayo. Haremos muchos grupos más pequeños y reduciremos el aforo para las familias», dice García.
En Añorga, otro barrio donostiarra, al comienzo intentaron hacer la catequesis online, «pero era imposible, los niños no trabajaban las fichas, no hacían nada en realidad, así que nos organizamos para hacer los encuentros presenciales y hoy en día combinamos los dos métodos», indica Coro Zatarain, responsable de catequesis de la parroquia de esta zona. Durante el 2020 tuvieron que ir retrasando las fechas de la celebración que finalmente hicieron en julio y octubre. «Este año tenemos reservados tres domingos de mayo, será un oficio diferente al que estamos acostumbrados, nos gustaría que estuvieran todos y hacer la misa tan participativa como solíamos, haremos lo que la pandemia nos permita», sostiene.
El día de la comunión se mantiene como fecha importante en el calendario familiar. «Se trata de recibir el sacramento pero es un acontecimiento social. Estamos en una tensa calma. Trabajamos con la idea de hacerlas en mayo, no tenemos una decisión en firme, iremos viendo cómo está la situación sanitaria», anuncia Mikel Iraundegi.
La organización familiar queda pendiente, hacer planes en la era Covid está comprobado que no siempre sale bien. «La incertidumbre se lleva bien, no saben cuándo ni cuántos podrán venir a la iglesia o si tendrán banquete, es lo que hay», comenta María Teresa García. Ya el año pasado tenían limitación de invitados en la iglesia «cada familia podía traer 14 personas, justo lo que entran en dos bancos. Hicimos invitaciones que debían presentar a la entrada para controlar el aforo», relata Santamaría. Igual pasará en la parroquia de Añorga. «Saben que tendrán cada uno dos bancos, no más de 13 personas, como hicimos el año pasado», sostiene Coro Zatarain, responsable de catequesis.
Los pequeños no han perdido la ilusión y prefieren hacerla en mayo aunque tienen muy asumido que todo puede cambiar, «si no la haremos en septiembre», se consuelan.
Ana González | Ama de Nora
«Tenemos todo menos el restaurante»
En casa de Ana González tienen todo reservado salvo el restaurante, «eso lo decidiremos cuando sepamos seguro la fecha de la comunión», afirma. No han tenido en cuenta la pandemia, han elegido todo «como si fuera un año normal». Nora está ilusionada, ha seleccionado el vestido que más le ha gustado y «la prueba final se la harán tres semanas antes del día que nos toque celebrarlo», explica. Desde el principio decidieron invitar a un grupo pequeño de familia «no seremos más de 14, eso si nos dejan», dice.
Iratxe Mendieta | Ama de Ane
«Espero que mi familia pueda venir»
La familia de Iratxe es de Álava y Bizkaia y van a estar muy pendientes de las restricciones sanitarias. Para el gran día de Ane serán doce, pero estarán obligados a mirar con lupa la normativa. «No me he planteado qué hacer si no nos pueden acompañar, espero que para mayo la situación sanitaria sea mejor que la de hoy en día», cuenta. El vestido de Ane está elegido pero han dejado para más adelante zapatos y ropa de la familia, «nos evitaremos tener que andar cambiando si finalmente se retrasa», comenta.
Francisco José Pérez | Aita de Andy
«Para él es importante, se hace mayor»
El hijo de Francisco José tiene sobre todo ganas de comulgar, «de acompañarnos en las eucaristías en todo momento porque a veces siente un poco de envidia», asegura el padre. Todavía no han organizado nada en su casa, «hay tiempo, cuando sepamos seguro que lo hacemos en la fecha que nos han dicho nos moveremos para tenerlo todo a punto», asegura. El pequeño sueña con el mes de mayo. «Sé que si la hace más tarde se llevará un chasco, para él es un día muy importante, considera que se hace mayor», explica.
Amaia Graña | Ama de Ander
«Lo celebraremos cuando se pueda»
Hace dos años hizo la comunión la hermana mayor de Ander y para estas fechas tenían todo elegido. «A día de hoy no tengo nada, menuda diferencia, tenemos una fecha pero como no es segura prefiero esperar», afirma Amaia. Al niño le nota nervioso, tiene ganas de hacer la comunión y asume que se puede retrasar. En su caso no serán más de una docena de invitados. «si tenemos los restaurantes cerrados o problemas de aforo ni me planteo celebrarlo en casa, lo haremos cuando podamos hacerlo», asegura.
La lista de preparativos empieza por el traje de comunión
En el momento que la iglesia confirma la fecha empiezan a correr los preparativos en la familia del comulgante. Invitaciones, traje, restaurante, incluso pruebas de peluquería. La mayoría de esa lista está parada salvo la elección de los modelos que lucirán niños y niñas. La comunión se hace en el año que el pequeño cumple los 9 años, en esa edad unos meses de diferencia puede suponer que el vestido o pantalón quede corto o que los zapatos se queden pequeños. Las tiendas dedicadas a este sector aseguran que el protagonista irá bien vestido «sea el mes que sea», confirma Mari Jose Rodríguez de Casa Rodríguez, una tienda donostiarra especializada en este tipo de vestimentas. «El año pasado ya vivimos un baile de cambios de zapatos, de sacar bajos y de ajustar tallaje», cuenta. Este año cuentan con la experiencia del anterior y están relativamente tranquilos. «Las familias ya han empezado a seleccionar los trajes, la única diferencia es que este año la prueba es con cita previa y tenemos que desinfectar el probador entre un niño y otro», asegura.