«Si sigue el alza de precios, será un otoño difícil para muchas familias»
El número de atendidos por Cáritas Gipuzkoa el último año ha bajado, pero quienes piden ayuda «tienen cada vez más necesidades»
El secretario general de Cáritas Gipuzkoa se muestra «preocupado» ante la actual crisis de inflación, que afecta especialmente a las personas más vulnerables. «Si los precios no se contienen y siguen subiendo, será un otoño difícil para muchas familias», advierte, tras un año en el que las necesidades de los usuarios de la asociación en el territorio «han crecido».
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– La subida de la inflación está azotando a las economías familiares en los últimos meses. ¿Cómo viven esta crisis las personas más vulnerables?
– La subida de la inflación ha afectado a los usuarios de Cáritas como a cualquier otra persona. Pero quienes están en una situación de mayor vulnerabilidad y necesidades económicas lo notan mucho más. También hemos detectado que el alza del precio de la energía ha incidido negativamente en la economía de estas personas.
– Los expertos prevén un otoño muy complicado. ¿Les preocupa lo que pueda venir?
– Estamos preocupados de cara a otoño. Si la situación no cambia, puede haber problemas. Si los precios no se contienen y no bajan, pueden ser un otoño y un invierno complicados para muchas personas y familias. Si ya hay personas en situación de dificultad económica, en el momento en el que se vuelva a necesitar usar la calefacción o el agua caliente esto no va a hacer más que dispararse.
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– A la espera de lo que ocurra en los próximos meses, el número de atendidos por Cáritas Gipuzkoa se redujo un 21% el último año. ¿Eso significa que había menos personas pobres que el año anterior?
– Este dato hay que matizarlo y compararlo con los datos del año anterior, de 2020. Hasta entonces, veníamos de una época en la que estaba desciendo paulatinamente el número de personas atendidas. Era la evolución natural que estaba teniendo la salida de la crisis. Pero con la pandemia tenemos un pico de subida y atendemos a más de 19.000 personas. En 2021 pasamos la fase más dura y todo esto se corrige. Las familias empiezan a recuperar el empleo o los ingresos de la economía informal. El sistema público de prestaciones sociales también ha apoyado a las personas que no podían acceder al sistema de protección ordinario. Estos son los elementos que justifican la bajada del último año, además de la reducción de los flujos migratorios también por el coronavirus.
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«Muchos refugiados ucranianos están volviendo a su país. Es más, ya hay más retornos que llegadas a Gipuzkoa»
«La reforma supone avances en la gestión, pero en los derechos de los inmigrantes todavía queda mucho recorrido»
«La soledad no deseada es una de las nuevas pobrezas. Y nos tiene que preocupar porque estos modelos cogen tendencia»
– La mayoría de quienes solicitan ayuda, el 76%, son inmigrantes. ¿Es el colectivo más vulnerable?
– Es el colectivo que cuenta con menor apoyo a nivel familiar, social y relacional. Una persona que viene de fuera no tiene esa red de apoyo que necesita. Por un tema legal no va a poder acceder a un empleo, que es básico y fundamental para poder formar parte de esta sociedad. Tampoco van a tener el apoyo de su familia, que seguramente la habrán dejado en origen. Esos elementos hacen que estas personas sí estén en esa situación de mayor vulnerabilidad. El sistema de protección social tiene una serie de características y solo atiende a las personas cuando han pasado un tiempo mínimo determinado en nuestro territorio. Hay una sensación de que los inmigrantes tienen ayudas desde el minuto uno, pero eso no es así.
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– ¿Entonces, ser extranjero es todavía un factor de exclusión?
– Sí. Ser extranjero hoy en día es uno de los elementos de exclusión por la falta de medios y apoyos que tienen estas personas durante los primeros años. Al principio, nada más llegar, se van a encontrar con mucha soledad. Tener que aguantar a veces incluso años hasta poder acceder a ayudas del sistema de protección social no es fácil.
– La Ley de extranjería se ha reformado para agilizar precisamente estos trámites burocráticos. ¿Es suficiente?
– No. Esta reforma supone algunos avances en el ámbito de la gestión administrativa y la tramitación, pero en lo que es el fondo del asunto y los derechos de las personas inmigrantes aún queda mucho recorrido. Sobre todo con lo que tiene que ver con el ámbito de regularizar su situación. El objetivo tiene que ser que quienes están en situación administrativa irregular puedan estar regularizadas para acceder a un empleo.
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– Centenares de refugiados ucranianos han llegado a Gipuzkoa desde que Rusia comenzó la invasión a Ucrania en febrero. ¿Cuál es la situación más de cinco meses después?
– Junto al Gobierno Vasco, hasta el 7 de julio habíamos atendido a 355 familias ucranianas en Gipuzkoa, lo que supone 774 personas entre las que hemos repartido 334.421 euros. En principio con las ayudas que estamos gestionando del fondo creado por el Gobierno Vasco estamos respondiendo bien a las necesidades que hay. De todas formas, muchos refugiados ucranianos ya están retornando a su país. Es más, ya hay más retornos que llegadas.
– Además de los inmigrantes, más de la mitad de quienes el año pasado acudieron a ustedes fueron mujeres. ¿La pobreza también es cuestión de género?
– Sí, también. Se suele decir que 'la pobreza tiene rostro de mujer'. Es una de las realidades que constatamos casi a diario. Sobre todo, en familias monomarentales. La mayoría son mujeres extranjeras que tienen hijos a su cargo y que no cuentan con apoyos para el cuidado de los menores. Se encuentran solas. Se les complica la vida en cosas tan básicas como conciliar el cuidado y la atención de los menores con el empleo o el estudio.
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– En su memoria de 2021 hablan de una «cierta cronicidad» de los hogares con dificultades sociales y económicas. ¿Tiene la pandemia algo que ver con esto?
– Aunque el número de personas atendidas ha disminuido en los últimos años –a excepción del coronavirus–, la intensidad con la que teníamos que atender a las personas que se quedaban era mayor. Quienes tienen apoyos o medios salen de esa situación de exclusión, pero hay otras a quienes eso les cuesta más. Hay un núcleo que va cronificándose porque la pobreza es como una enfermedad: si no te vas curando, puedes empeorar. Hay que hacer de palanca para ayudarles. Cuanto más tiempo estés en una situación de esas, mayor es el riesgo de cronificación. Las personas a quienes atendemos tienen cada vez más necesidades.
– ¿Han crecido las situaciones de soledad no deseada?
– La soledad no deseada es una de las nuevas pobrezas. Las sociedades modernas, con capacidad económica, son más individualistas. Este tipo de sociedades pueden tener una tendencia al aislamiento. La pandemia, además, ha hecho que esto se agravara. De la misma manera que ha habido un gran impulso solidario y la sociedad se ha volcado con quienes necesitaban ayuda, también se ha visto que hay un gran número de personas en soledad no deseada. Está en aumento y nos tiene que preocupar a todos como sociedad porque son modelos que cogen tendencia.
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