Pañuelicos, nubes y caballos. Lobo Altuna

Buen caballo te pedimos, San Fermín

Feria de ganado equino. Tradicional. Secular. Punto de encuentro y buen lugar para la compra y la venta de caballos de carne, monte y monta. Volvió a celebrarse aunque ha habido amagos de eliminarla y unirla a la que tiene lugar por San Miguel

Begoña del Teso

San Sebastián

Miércoles, 9 de julio 2025, 02:00

Hace 500 años que se celebra. Y como en otras ferias de ganado bovino y en la necesidad de trasladar los toros desde La Ribera ... a los corrales de Pamplona, en ella, en la de caballos, está uno de los orígenes de la fiesta de San Fermín.

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Este año ha habido conatos de eliminarla pues decía la municipalidad que el lugar (polígono de Los Agustinos, con Lidl, Eroski y Forum dominando el paisaje) resultaba lejano e inhóspito. Los ganaderos cerraron filas. Aunque las formas de la compra y la venta de caballos han cambiado (visitan los tratantes los pueblos donde hay cabaña, cierran los tratos hoy en Santander y mañana en las lindes entre Navara y Gipuzkoa...) y el traslado de los animales en camiones que han de cumplir estrictas normas de sanidad y bienestar resulta engorroso, la tradición es la tradición Y la feria, motivo de encuentro. Y de maravilla. Así que se hicieron fuertes los ganaderos y este 2025 la feria caballar de San Fermín volvió a celebrarse. Y 'Los Borja' se acercaron desde el mismo y tan cercano Berriozar. Con sus tres caballos de monta, uno tordo ruano, uno bayo y el otro alazán. Vino Zulema, una muchachita, con 'Pequeño Tío', un Appaloosa blanco moteado de negro. Y Adolfo llegó, con su bata oscura de ganadero y tratante cabal y su buen puro que se le apagaba cada vez que empezaba un trato y lo volvía a encender cuando lo cerraba. Llegó desde Rincón de Olivedo (alpargatas, ganado, yacimientos de dinosaurios en La Rioja) dispuesto a comprar animales de carne y monta (españoles), fueran potros, yeguas o mismamente un buen semental.

Llegó Vallejo desde Cantabria. Compra bien y mucho Vallejo en Gipuzkoa. Estuvo, lógico, la familia Goñi, cuyas modernas carnicerías de carne de potro (filete lechal, costilla, churrasco) y otras delicias (paté, hamburguesas) son un hito en Pamplona (calle Calderería) y Burlada. Y defendió Andrés, Andrés Goñi, como lo hiciera José Antonio Indart Sarratea (de Legasa, 80 años), que la feria es hermosa y lo ha sido desde 1591.

Fue espectacular la entrada de los potros de Goñi (carnicería caballar en Navarra) en los camiones remolque

Tan hermosa como aquel caballo de ojos de albino pero que quizás era un 'cremello' (su capa original se diluye a causa de un gen...). Era de raza lusitana y tenía la crin trenzada con gusto, como si su posible comprador fuera a dedicarlo al rejoneo. No tenía nombre pero su cuidador, 'Pirri', dio de pronto en bautizarlo, simplemente, 'Bello'. Y había en la feria otro albino más, que también acaso fuera 'cremello' y por el que solo pujarían aquellos compradores caprichosos que buscaran algo muy distinto a los caballos de carne o monte, caballos 'fáciles' de tener pues pasan el verano en el monte y el invierno 'donde puedas meterlos', como dijo el ganadero de Luzaide. ¿O fue el vizcaíno? Caballos que no haya que 'domar' ni ensillar cuyo lejano origen haya sido el trabajo en los campos y cuya anatomía sea robusta y clara. Caballos para el buen engorde (algunos céntimos está bajando el kilo...). Caballos por los que, como en toda feria, se llegue en algún momento a las manos. Algo debía pasar entre aquel comprador y aquel vendedor. Discutían por un percherón y el uno le reclamaba al otro los 700 euros que ya le había entregado.

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E igual que había mezcla en los corrales montados desde la medianoche y en las campas donde descansaban los Euskal Herriko mendiko zaldiak, los Burgete, la Jaca Navarra, los 'Conjunto mestizo', los españoles y las potras astures llegadas en los camiones de Fredin desde Tiraña, había en la feria gran diversidad humana.

La feria mostró buen músculo con más de 300 caballos y buenas ventas que alcanzaron el 85 casi el 90% del ganado reunido

De Tivenys, Tarragona, se habían venido Mariano y Francesc Fons Lluís, cuarta generación de guarnicioneros, y del Matallón (Carcar) eran los helados Mendoza ('para el mozo y la moza'). Gitanas de Corella pregonaban los mejores ajos del mundo y otras de Arbizu les preguntaban a sus vecinos de Etxarri por qué no les llevaban un bonito foulard a sus esposas mientras más zíngaras de Navarra gritaban burlonas '¡A ver cuándo nos compran estos vascos pañuelos de San Fermín!' Y santa razón tenían ellas porque aunque pareciera que tratantes y visitantes lo hubiesen olvidado (solo momentáneamente) allí, en Los Agustinos, era 7 de julio. En las campas, los camiones (algunos carrozados en Francia, en aluminio) y en el restaurante Galería, puerta de entrada a Eroski. No, no se veía ni un ticket de compra, ni una bolsa llena de viandas ni un carro de cortesía. Solo cayados de ganadero y pastor apoyados en las sillas. En un servilletero alguien había plantado una pegatina de la cerveza malagueña Victoria, la del barrio del Perchel, pues también subieron tratantes del sur. Allí están la yeguada Lezama Leguizamón. Y su potro castaño 'Picasso'.

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Era 7 de julio. En Los Agustinos. En Berriozar. En los corrales. En todo el mundo. Miguel Andueza, veterinario, ganadero, defensor de la raza Burguete y con las raíces en Uztarrotz, no había temido jamás que la feria pudiera desaparecer. Desde Galicia llegaron también los caballistas. Y era San Fermín desde Estafeta a MercaIruña. Y hubo cazuelas de ajoarriero. Y las yeguas amamantaron a sus potros. Y alguna vez se llegó a rozar los 260 por kilo de caballo de carne. Y nadie supo decir por cuánto se vendería el caballo albino de la crin trenzada. Era 7 de julio. En Los Agustinos. En la feria. 434 años después.

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