No es lo mismo ser disciplinada que obsesiva, ordenada que maniática o rigurosa que implacable. Reconócelo, todas tenemos TOCs, manías y fobias. Escribo en femenino ... y en primera persona porque estoy dispuesta a rasgarme las vestiduras y abrirme en canal. Uno de mis TOCs más agobiantes (además de la paranoia de verificar si he cerrado la puerta del coche) es llevar las uñas perfectamente arregladas. Como me descubra una grieta en el esmalte me da un mal rollo increíble. Siempre llevo mi frasquito de barniz en el bolso para emergencias. En cuanto a mis manías, son numerosas y heterogéneas (algunas inconfesables) Pero te diré que me preocupan menos. La mayoría se refieren a posicionamientos subjetivos, personales e intransferibles acerca de las cosas y de las personas. Que no cunda el pánico. Lo tengo controlado.
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Lo realmente dramático es cuando llegan estas fechas. De una manera irracional y automática se despierta en mí una fobia enfermiza por los rituales navideños. Siento verdadera aversión por las luces de las calles, las compras compulsivas, las cenas indigestas, las felicitaciones, Papá Noel, el alcalde de Vigo y sobre todo por el spot televisivo de la lotería. Cada año se superan en cursilería lacrimógena barata y ramplona. Por cierto, que me expliquen los guardianes del lenguaje inclusivo y gilipollesco, cómo se puede mantener para el primer premio un calificativo tan despectivo como 'El Gordo' ¿No es gordofobia? Mundo de locos, tío.
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