Plaza de Gipuzkoa

Ordalía

Entre el Tourmalet y Baiona, el río Adour-Ador-Aturri recorre ese territorio vasco-occitano-francés tan vecino y tan lejano. Pedaleo desde Baiona por ... las barthes, las llanuras fluviales drenadas, canalizadas y domesticadas por ingenieros y granjeros, un paisaje holandés: entre el cielo y el agua, avanzo por una franja de tierra que no levanta tres metros. Me hundo en maizales y bosquetes, salgo a los puertos fluviales y trepo a los pueblos fortificados en las colinas, como Hastingues, una bastida que fundaron los ingleses de John Hastings durante su dominio de Aquitania.

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En esta tierra abierta chocaron y se fundieron culturas. Quedan los castillos ruinosos de Gramont y Aspremont, las imponentes abadías medievales de Sorde y Arthous, como cuarteles de aquel poder que compactó esta sociedad, que estableció un nosotros y separó un ellos. Las iglesias de Navarrenx y Sauveterre conservan su puerta lateral segregada para los agotes. En el fabuloso pórtico de la catedral de Oloron aparecen dos judíos encadenados y condenados a sostener la columna central sobre sus hombros. Siempre fue conveniente gritar gora gu ta gutarrak, afirmar quiénes somos betikoak, los de aquí de toda la vida. Junto al puente de Sauveterre, dice la leyenda, acusaron a la infanta Sancha de Navarra de matar a un hijo recién nacido y la sometieron a una ordalía: la lanzaron al río atada de pies y manos, pero volvió flotando a la orilla y consideraron que el juicio de Dios la absolvía. Amén.

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