Hay crímenes de guerra, masacres y horrores sin fondo que no constituyen genocidio. Según la convención de 1948 que suscriben la mayoría de los Estados, ... el genocidio supone el propósito de destruir total o parcialmente un grupo de población (por medio de matanzas, lesiones, ataques a niños, aniquilación de sus medios de supervivencia…). Y la elección de este término no es una cuestión teórica: tiene –debería tener– consecuencias prácticas.
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En junio de 1994, el secretario general de la ONU afirmó que en Ruanda se estaba produciendo un genocidio. Las milicias hutus habían matado en tres meses a cientos de miles de tutsis y de hutus que no quisieron participar en el plan. Al mismo tiempo Estados Unidos empleaba esta fórmula: «Pueden haberse producido actos de genocidio», pero en un alarde de equilibrismo prohibió a sus funcionarios que reconocieran la existencia del genocidio... porque «hay obligaciones que derivan de ese término», dijo una portavoz.
Hace unos días la Asociación Internacional de Académicos del Genocidio aprobó una resolución con el 86% de los votos de sus miembros. Afirman que los ataques de Hamas constituyeron crímenes internacionales, enumeran los crímenes sistemáticos que ha perpetrado el Gobierno israelí contra Gaza en estos dos años y concluyen que se trata de un genocidio. Este es el asunto: ante las sospechas fundadas de un genocidio en marcha, los países firmantes del convenio están obligados a frenarlo y juzgar a sus responsables.
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