El Aita Mari presta asistencia a dos embarcaciones pocas horas después de zarpar en una nueva misión por el Mediterráneo
El barco humanitario partió ayer desde Castellón en la que supone su decimosexta misión humanitaria
I.G.
San Sebastián
Viernes, 15 de agosto 2025, 23:39
El Aita Mari ha emprendido una nueva misión humanitaria por el Mediterráneo. Lo hizo ayer, tras partir de Castellón «en un momento especialmente crítico», ... a raíz de la entrada en vigor del Nuevo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo. Una legislación que, tal y como destacaron miembros de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), «lejos de ofrecer soluciones dignas, institucionaliza las devoluciones exprés, la detención sistemática y la externalización del control migratorio, incluso a países que violan los derechos humanos de forma sistemática».
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Por lo pronto, el barco humanitario apenas tardó horas en localizar cuatro embarcaciones cerca de Mallorca mientras se dirigía hacia el Mediterráneo Central. Al parecer, dos de los botes se encontraban abandonados y fueron rescatados por la Guardia Civil. Sin embargo, las otras dos embarcaciones navegaban con personas a bordo: una de ellas con 15 personas a bordo, entre ellas, 5 niños y 3 mujeres, y la otra con otras 30, entre ellas 7 niños.
En un comunicado, Salvamento Marítimo Humanitario confirmó que estas embarcaciones provenían de Argelia con migrantes en su mayoría del África Subsahariana. «A todos ellos hemos prestado asistencia con agua, barritas energéticas y chalecos salvavidas. Actualmente permanecemos junto a estas embarcaciones a la espera de que la Salvamar Mimosa y la Guardia Civil se desplacen desde Cabrera y Mallorca para realizar el rescate», informaban.
«Vulneración del derecho internacional»
La tripulación del Aita Mari denunció ayer que «el nuevo pacto legitima prácticas que ya se están produciendo y que vulneran flagrantemente el derecho internacional». Agregó que este «es el caso de las personas interceptadas en el mar por patrulleras libias, muchas de ellas entrenadas y financiadas por la Unión Europea, que son devueltas forzosamente a Libia y, en demasiados casos, abandonadas en el desierto, sin agua ni medios para sobrevivir». «Estas devoluciones no solo son ilegales según la legislación internacional -que prohíbe el retorno a lugares donde la vida o la integridad puedan estar en riesgo-, sino que suponen una forma extrema de violencia institucionalizada», añadían.
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Asimismo, remarcaron que «una vez más, se dirigen a una de las rutas más letales del planeta frente a un entorno cada vez más hostil: «Decretos como el Piantedosi en Italia, y ahora este nuevo marco europeo, buscan obstaculizar el trabajo de las ONG y silenciar a quienes denuncian lo que sucede en el mar».
En su decimoquinta misión, el Aita Mari desembarcó el pasado mes de abril en el puerto de Catania a las 125 personas rescatadas en el Mediterráneo central. Tres de ellos, dos hombres de 25 años y otro de 40, todos de nacionalidad egipcia, fueron detenidos por la policía italiana acusados de los delitos de tráfico de personas y violencia sexual. De los auxiliados 106 eran adultos, 96 hombres y 10 mujeres, dos de ellas embarazadas. También había 19 menores de edad, 16 de los cuales no acompañados. La mayoría de los migrantes procedían de Eritrea, Etiopía, Pakistán, Sudan, Egipto, Togo, Nigeria, Guinea Konakry, Camerún, Beni, Ghana y Niger.
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