La abogada de la acusada pasa por detrás de la abogada del acusado, sentada y de espaldas, con el Fiscal al fondo. Usoz

Los acusados de asesinar a Pujana intentaron prostituir a otra chica un mes antes en Errenteria

El inspector jefe del caso desvela que hubo un precedente con una mujer que estaba en tratamiento de desintoxicación; «menos mal que se libró»

Beñat Arnaiz

San Sebastián

Lunes, 30 de septiembre 2024, 15:02

Se van conociendo detalles más precisos de cómo se cometió el crimen de Aintzane Pujana y del comportamiento de los acusados en las horas previas ... y posteriores a su muerte, la noche del 1 de enero de 2021. El inspector jefe del caso, quien más información novedosa aportó ayer, calificó la investigación como una «de las más intensas» realizadas por su equipo.

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Desveló que «hay antecedentes de los dos acusados en una situación similar de intentar prostituir a una mujer que estaba en tratamiento de desintoxicación en un agroturismo de Errenteria un mes antes de los hechos. Menos mal que tenía la supervisión de los del agroturismo porque el escenario era muy parecido al que posteriormente se produjo» con Pujana en Aizarnazabal. «Menos mal que se libró», señaló el responsable de la Ertzaintza.

El inspector jefe realizó una reconstrucción de los hechos desde el momento en el que los tres partieron de Aizarnazabal hacia Azpeitia para completar un servicio de prostitución que nunca llegó a suceder. Los investigadores saben por los datos que emiten los móviles y las cámaras de tráfico que el trayecto de ida fue de 18 minutos y el de vuelta de 50, incluido un tramo que en circunstancias normales se tardaría tres minutos en hacerlo y que los acusados y Pujana lo hicieron en 14. La investigación apunta que es en ese lapso de tiempo en el que se produjo la primera agresión, tras desviarse a una pista forestal. «La volvieron a meter en el coche gravemente herida, con la cabeza detrás del asiento del copiloto y los pies en el otro extremo».

De vuelta en el agroturismo, «intentaron ahogarla» y la acuchillaron nueve veces: siete en el abdomen, una a la altura del pecho y otra en la clavícula. A pesar de que el cuchillo en cuestión no ha sido encontrado porque «probablemente lo lanzaron al mar», la funda de dicha arma blanca sí ha sido hallada, con restos de ADN en su interior de Pujana y restos de ADN en su exterior «solo» del acusado.

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Restos biológicos

Había muestras de sangre del acusado en el fregadero de la casa y ADN de él en la funda del cuchillo

Después de abandonar el cuerpo cerca del agroturismo «con las manos y los tobillos atados detrás de la espalda», iniciaron su primer intento por deshacerse de las pruebas. Los investigadores tienen también en su posesión un mensaje de voz que la acusada envió al teléfono de Pujana minutos después de presuntamente asesinarla «preguntando preocupada dónde estaba». Fue un intento de «entorpecer la investigación». Sabían que estaba muerta.

Esa noche, después de que «posiblemente» arrojaran el cuchillo al mar, los acusados fueron retenidos por la Ertzaintza en la carretera que va entre Getaria y Zumaia. Un agente encontró la tarjeta de Osakidetza de Pujana debajo del asiento del conductor, y ante la pregunta del ertzaina, el acusado respondió «es de una amiga, se le habrá caído».

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Interceptado entre Getaria y Zumaia

Un agente vio la tarjeta de Osakidetza de Pujana debajo del asiento del coche. «Es de una amiga, se le habrá caído», respondió él

La Ertzaintza retuvo el vehículo porque circulaba sin la ITV y la grúa llevó el coche a un taller de Aizarnazabal. Ese taller no recibió ningún aviso al día siguiente, ya que en las primeras horas de la mañana del 2 de enero los acusados regresaron al vehículo «con bolsas» para iniciar su segundo intento de deshacerse de las pruebas, ruta que les llevó a recorrer el interior de Gipuzkoa con parada en un supermercado de Tolosa, en el que compraron, entre otras cosas, «amoniaco, lejía y toallitas húmedas», y un lavadero de coches donde limpiaron el interior del vehículo «a conciencia». En su regreso a Aizarnazabal «fueron echando otras cosas, evidencias que no hemos encontrado». Pero la funda roja del cuchillo no es la única prueba descubierta.

«E. ve mucho CSI, no se pierde un capítulo»

El 5 de enero la Ertzaintza registró con orden judicial el agroturismo y los encausados eran todavía testigos. El inspector jefe recuerda unas declaraciones de la acusada que «nos dio un aviso sobre un determinado comportamiento que luego pudimos ver». Ella expresó que «E. ve mucho CSI, no se pierde un capítulo». El comportamiento al que se refería el inspector era «la limpieza».

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Encontraron sangre de Aintzane en la cama de su habitación, en la pared, en la goma de la lavadora y también en el fregadero, que en este caso era del acusado. «Los autores suelen también cortarse». Apuntó el inspector que no fueron restos de sangre que se pudieran apreciar «a simple vista». Tampoco en el coche, donde la policía científica encontró sangre en la parte trasera del coche, «especialmente detrás del copiloto, donde Aintzane tuvo la cabeza después de la primera agresión, en la que le rompieron la nariz y le patearon la cabeza».

La detención se produjo el 12 de enero y el inspector transmitió que «ella en ese momento dio todo lujo de detalles y él no aportó ningún dato para la resolución del caso, no declaró ni como testigo ni como investigado».

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Defensa del acusado

Alega que varias hipótesis parten de la declaración de ella: «No tenía obligación de decir la verdad»

Es esa cuestión precisamente a la que se agarra la defensa del acusado. Varias hipótesis de los investigadores parten de la declaración de la acusada, que sí colaboró «pero no tenía la obligación de decir la verdad», por lo que su abogada trata de que las evidencias sean lo menos claras posibles al preguntarle al inspector si «los capítulos de CSI son un máster en criminología», al señalar que no han identificado el punto exacto de la primera agresión en la pista forestal o cuestionando si la sangre del asiento trasero del coche es de la noche del 1 de enero «o del incidente que tuvo Aintzane esa misma mañana con su perro, que le mordió en la mano y sangró».

La defensa de la acusada trata de hacer ver que su clienta participó en el crimen porque se encontraba bajo las amenazas de él, señalando que «entregó las llaves del agroturismo y el teléfono» cuando declararon como testigos el 4 de enero o recalcando que «colaboró en la investigación».

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