«La violencia en Haití se ha incrementado porque cada día el país es más pobre»
El próximo mes de enero la diócesis de San Sebastián, a través de la delegación de Misiones, enviará un contenedor con ayuda al país caribeño
JOSEBA ZUBIALDE
Lunes, 23 de noviembre 2015, 07:12
El haitiano Theodule Dumond, párroco en la iglesia Lassarre de Puerto Príncipe, ha pasado dos semanas en Gipuzkoa donde, además de ver cómo avanza la recopilación de ayuda, ha visitado diferentes localidades para explicar la situación en la que viven. En enero la diócesis de San Sebastián, a través de la delegación de Misiones, enviará un contenedor con ayuda a Haití. «Pido sobre todo comida», subraya el clérigo.
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- Haití sufrió un devastador terremoto hace cinco años. ¿Cuál es la situación del país?
- No ha cambiado mucho. El país está en una situación mala porque los gobernantes no han hecho todo lo que podrían para ayudar a la población a salir de la pobreza económica y social. La reconstrucción va lenta. Poco a poco se van reconstruyendo algunos edificios públicos y las viviendas que se han construido son pocas. Mucha gente no tiene dónde vivir.
- Incluso hay gente viviendo en los campos de refugiados creados hace cinco años...
- Es así. Después del terremoto muchas personas vivían en tiendas de campaña. Hubo un momento en el que el Gobierno pagó una casa durante un año para que la gente se dispersara y ahora esta gente no tiene dónde vivir. Además, hay una gran cantidad de personas desnacionalizadas venidas de la República Dominicana. El Gobierno dominicano aprobó una ley por la que a los nacidos a partir de 1928 en el país, descendientes de haitianos, les despojan de la nacionalidad y les obligan a regresar a Haití. Algunos tienen 60-70 años y no tienen familia en el país, no conocen a nadie y viven en una situación de pobreza tremenda, sin casa, ni agua ni comida.
- ¿A qué responde esa actuación?
- Es discriminación. Entre Haití y República Dominicana siempre ha habido tensión y los gobernantes la trasladan a la base de la sociedad.
- ¿Cómo ven los haitianos a estas personas?
- Tenemos que acogerles porque están en Haití y no tienen papeles para volver a República Dominicana. Allí también viven una situación de violencia contra su persona sobre todo en los pueblos de la frontera, donde el Ejército y la Policía no hacen nada por protegerles. Hace unos meses un haitiano fue colgado de un árbol en una plaza pública en la ciudad de Santiago.
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- Les tienen mucho odio.
- Aunque no nos quieren, Haití es una fuente de riqueza para la República Dominicana porque le vende de todo: materiales de construcción, cemento, hierro, zinc... Cada día entran unos cincuenta tráilers de cemento y hierro. Ocurre lo mismo con los alimentos. Contamos con una carencia de producción agrícola e industrial y el Gobierno prefiere comprarlo que fabricarlo en Haití. No hay ningún respeto por el país.
- ¿Qué papel juegan las Iglesias de ambos países?
- Se han reunido algunas veces pero no se hace mucho, sobre todo porque en la Iglesia dominicana hay algunos nacionalistas y desde las altas esferas hablan mal de la presencia haitiana en el país, apoyando al Gobierno dominicano contra el colectivo. Estos curas olvidan que son cristianos y que su función y responsabilidad es la de ser pastores.
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- Habla de acoger a los dominicanos repudiados. ¿Qué opina de la postura europea ante el drama de los refugiados?
- Todo es de todos. Ante la situación de desesperación en sus países de origen se debe tener un sentimiento de ayuda a estas personas porque son los países súper desarrollados los que venden las armas que provocan la muerte. Por eso hay refugiados. Ahora Europa debe abrir sus puertas para acoger a los que quieren huir de la muerte.
- Las elecciones del pasado agosto estuvieron marcadas por la violencia. ¿Por qué?
- Hay muchísimos candidatos para las elecciones presidenciales y cada uno habla mal del otro con palabras violentas. Cada candidato tiene sus seguidores y a veces son grupos armados. De ahí viene la violencia. Los que apoyan a un candidato lo hacen a cambio de un poco de dinero, favores... Lo que también provoca que peleen entre ellos.
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- ¿Tal nivel de violencia de daba antes del terremoto de 2010?
- Existía una situación similar pero a un nivel mucho más bajo. Ahora la violencia se ha incrementado porque el país cada día es más pobre.
- El papel de las oenegés también ha sido criticado, ¿qué ocurre con ellas?
- Después del terremoto había muchísimas. Algunas buenas y otras que se aprovechaban de la situación para ganar dinero. Estas organizaciones han ofrecido mucho al país pero a un coste muy alto. Las hay que llegan con sus empleados, procedentes del país de donde viene la ayuda, y que reciben mucho más dinero en comparación con lo que se paga a los haitianos que realizan el mismo trabajo. Por eso, más de la mitad del dinero se queda en el país que ha dado la ayuda y no en Haití. Además muchas oenegés hacen una cosa pequeña por un precio altísimo.
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- ¿Por ejemplo?
- Una casa. Si debería costar 5.000 dólares, su precio lo ponen a 15.000. Eso también es corrupción y ha habido mucha en el ámbito de las oenegés, al igual que en el Gobierno. Por otro lado, las organizaciones cubren servicios que el Gobierno no ofrece y que debería, por lo que hacen lo que pueden, como quieren y nadie les controla en esa tarea.
- ¿Qué une a Gipuzkoa con Haití?
- Desde hace quince años la diócesis de San Sebastián, a través de la delegación de Misiones, nos envía bastantes recursos para destinarlos al ámbito de la salud y de la educación. Trabajamos con proyectos de agua y de reforestación, por ejemplo, implicando a colegios, padres, alumnos y directores de escuela. Es una ayuda muy importante y gracias a esa cooperación estos años también hemos construido cuatro escuelas, un dispensario y estamos saliendo adelante.
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- ¿Cuál es su cometido?
- Trabajo en el ámbito de la educación. Tengo una escuela y he construido bastantes también. Soy sacerdote en una parroquia en un barrio de Puerto Príncipe donde hay grupos armados y mucha violencia. Allí trabajo la educación básica para intentar ver cómo intervenir y cambiar esta mentalidad de violencia en la que los jóvenes utilizan armas de fuego para sobrevivir, robar y agredir. Ahora queremos construir una escuela de seis aulas.
- ¿Estudiar es accesible a todos?
- Los padres no tienen dinero para pagar la escolarización de sus hijos y no todos van. En nuestras escuelas pagan una cuota mínima y están abiertas a todo el mundo, sean protestantes, católicos... En la que hemos abierto este año, de momento contamos con 54. Acabamos de empezar. En la escuela que dirigía antes teníamos 800 niños, entre alumnos de preescolar, primaria y secundaria.
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- ¿Qué destacaría de su visita a Gipuzkoa?
- Es la segunda vez que vengo. La primera fue con las jornadas mundiales de la juventud en 2011. Siempre me siento acogido y quiero agradecer al pueblo guipuzcoano este sentimiento de amistad que recibo. Me ha llamado la atención la dedicación de la ciudadanía para saber más sobre la situación de Haití y la dedicación que tienen para ayudar y soportar los proyectos que estamos sacando adelante allí.
- ¿Qué haría falta para que Haití saliera de la pobreza?
- Se presentaron 54 candidatos a las elecciones del pasado domingo a presidente de Gobierno. Muchos. Hasta ahora quien ha logrado el poder ha trabajado por sus intereses, por su grupo, su familia y amigos... Si de estas elecciones sale una persona honesta que trabaje por el bienestar del pueblo, creo que empezaremos a salir de la pobreza e ir a una situación más justa.
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