José Manuel Bujanda, sentado en un banco de un parque de Donostia. Fernando de la Hera

José Manuel Bujanda: «El 20-N salimos al recuento de presos fumando un Farias para celebrarlo»

El militante del PNV y exmiembro de ETA-pm se enteró de la muerte de Franco a través de una radio que escondíanen la celda

Jorge Sainz

San Sebastián

Miércoles, 19 de noviembre 2025, 00:02

La muerte de Francisco Franco pilló a José Manuel Bujanda Arizmendi (Donostia, 1953) en la cárcel de Pamplona. «Esa noche, al compañero que estaba en la celda contigua le tocaba por estricto turno tener la radio escondida y ponerla operativa a partir de las 6 de la mañana. Y cuando escuchó en el parte de las seis de la mañana de Radio Nacional que Franco había muerto empezó a gritarnos en euskera: «Franco hil du!, Franco hil du!», relata. El preso en cuestión no dominaba la lengua vasca por lo que cometió un fallo gramatical (la expresión correcta es 'Franco hil da'), pero todos le entendieron y las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de los reclusos.

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Mañana se cumplirá medio siglo de aquella noche fría en la celda 109, cuarta galería, de aquella vieja cárcel de Pamplona, que ya no existe. Pero Bujanda recuerda que «nunca lo olvidaré, jamás, fue un momento muy difícil de explicar, muy emotivo». El ahora militante del PNV recuerda al mismo tiempo, cuando echa la mirada atrás, cómo tras la desaparición del dictador tuvo claro que lo que tocaba a partir de entonces era la lucha exclusivamente política para recuperar el autogobierno vasco frenado por los golpistas en 1936. Miembro entonces de la luego extinta ETA-pm, este donostiarra repudió el uso de la violencia nada más abrirse la Transición y abrazaría pronto la militancia del PNV, partido del que su padre, Inosen, formó parte del PNV como gudari del batallón Saseta, al inicio de la Guerra Civil, siendo detenido por los italianos. Fue uno más de una familia peneuvista derrotada y castigada tras la contienda.

José Manuel también acabaría en la cárcel, en este en febrero de 1975, a los 21 años, apenas nueve meses antes del fallecimiento del dictador. La agitación política era intensa y se vislumbraba el fin de una era que llegó en otoño, el 20 de noviembre. «Esa misma tarde era muy consciente de que estaba viviendo momentos claves que iban a marcar la vida, suerte y futuro de millones de personas, entre ellas la mía propia así como la del conjunto de los presos políticos», rememora.

Antiguo 'polimili'

«Ni la violencia ni ETA debieron haber existido. La Transición y el pacto político nos han traído hasta hoy»

La celebración por la noticia de la muerte de Franco no se alargó demasiado. Al amanecer sonó la sirena de la mañana que anunciaba el recuento diario, como si nada hubiera ocurrido. Se abrieron las puertas de la celda. Pero ese jueves, las caras de temor dieron paso a rostros sonrientes y ojos brillantes por la emoción. «Hasta salimos fumándonos un Farias guardado para la ocasión». Las miradas amenazantes de algunos funcionarios enfriaron, no obstante, aquel momento, aunque se percibía que la situación en aquel penal ya no iba a ser la misma.

A la tarde, los reclusos se arremolinaron en la gran sala con televisión, en la que aparecía la imagen de Arias Navarro con su «Españoles, Franco ha muerto», que ha quedado ya para la posteridad. Entonces sí, recuerda el militante abertzale, se sucedieron los aplausos y los gritos de 'Gora Euskadi Askatuta! Gora Askatasuna!' que no se atrevieron a corear de buena mañana ante el temor a recibir las represalias de los funcionarios.

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Consciente de que una página nueva estaba a punto de abrirse, aquel joven José Manuel decidió escribir una carta. Una especie de diario de aquel momento histórico, que metió en el dobladillo de unos pantalones sucios para sacarla de la cárcel. Quería en ella expresar a sus padres, Inosen y Xixili, la emoción del momento, y todavía guarda su contenido. También se acuerda de los 'polimilis' Jon Paredes, 'Txiki', fusilado, y del desaparecido Eduardo Moreno Bergaretxe, 'Pertur', «hecho desaparecer por los canallas de la historia, fueran quienes fueran».

Rechazo a la violencia

Bujanda tardaría unos meses en salir a la calle, no lo hizo hasta la Ley de Amnistía de 1977. Se afiliaría al PNV, tras un breve periodo en Euskadi Ezkerra, y no le duelen prendas en reconocer que «ni ETA ni la violencia debieron haber existido». Inspector de Educación, fue secretario general de gabinete de los diputados generales Román Sudupe y Joxe Joan González de Txabarri, y de dos consejeras del Gobierno Vasco, Nuria López de Gereñu y Cristina Uriarte, para acabar como profesor de instituto antes de jubilarse.

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Futuro

«Veo con preocupación la proliferación de actitudes neofranquistas protagonizadas por gente muy joven. Es intolerable»

Ahora, Bujanda se reafirma en los pasos personales dados tras recobrar la libertad. «Miro a los 50 años que han pasado y me reafirmó en mi apuesta por la Transición. No había otro remedio. La Transición y el pacto político nos han traído hasta hoy», aunque no oculta que observa «flaquezas y debilidades», entre las que cita «la alta judicatura, las fuerzas armadas y policiales, y el entramado económico de aquella época, herederos de la corrupción franquista».

Por ello, el donostiarra ve hoy «con preocupación la proliferación de actitudes neofranquistas, fascistas, nazis y falangistas» y, especialmente, «que esas actitudes de extrema derecha son protagonizadas por gente muy, muy joven». «El discurso de moda hoy, parece ser, en la política española es el de con Franco se vivía bien. Es intolerable». Frente a esta «ola reaccionaria», Bujanda apela a los demócratas. «Quienes creemos a pies juntillas en la democracia y la libertad debemos remar juntos. Yo no quiero bajo ningún concepto que mis hijas y mis nietos y nietas vivan los tiempos oscuros que vivimos nosotros, yo o mis padres. Por lo tanto, manos a la obra», remata.

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