La patrulla desarmada

Nadie va a convocar referendos de independencia, ni a privatizar –al menos, no del todo– la Sanidad. Ninguno propone la socialización de los medios de producción, ni un parque descomunal de vivienda pública. Todo lo más, que el ambulatorio te coja el teléfono a la primera, que se acorte la lista de espera para operarte, que el alquiler no se te dispare y cosas así, pero puestos a incumplir, se echa de menos el incumplimiento de grandes promesas, no de modestas aspiraciones.

Entiéndaseme: los candidatos ya no buscan seducir al pueblo con sus programas, sino adivinar sus deseos para confeccionarle una propuesta a la medida. Nos dicen lo que creen que queremos escuchar y una sociedad emocionalmente exhausta después de tantas décadas de sobresaltos como es la nuestra, lo último que quiere es que alguien convoque una zozobra que ya se suele presentar sin necesidad de que la llamen.

Al igual que el celebrado en TVE, el debate de ayer en DV fue un monumento al civismo y a la discrepancia cortés. Los propios candidatos fueron «la patrulla dialécticamente desarmada». Nos dicen hace quince años que la cita electoral de ayer iba transcurrir en los términos en los que lo hizo y nos pedimos otra ronda. Nos dicen que parte del debate pivotaría en torno a si las patrullas policiales deben ir armadas o no y nos pedimos una caña.

Todo lo cual no evitará que la vasca sea catalogada el domingo como «una sociedad enferma». Y lo dirán desde Madrid, ahora mismo, el 'paciente cero'. ETA paró su actividad hace trece años. Quizás estemos haciendo el mismo tránsito que hizo la sociedad española respecto al franquismo o pregúntense si no quién hablaba de la dictadura en 1988.