Varias personas pasean esta semana por las calles de San Sebastián. Lobo Altuna

La entrada cada año de 1.300 nuevos jubilados en Gipuzkoa tensiona el sistema de pensiones

Este saldo positivo, la revalorización de la nómina vinculada al IPC y el efecto sustitución ejercen una presión cada vez mayor sobre el sistema de pensiones

Mikel Madinabeitia

San Sebastián

Domingo, 31 de agosto 2025, 06:18

La cifra total de jubilados en Gipuzkoa crece año tras año. En concreto, en 1.300 personas de media desde la pandemia. Según los datos ... publicados por la Seguridad Social, que ha analizado DV, de enero de 2020 a junio del actual ejercicio 58.513 personas dejaron de trabajar en el territorio –nuevos jubilados– frente a las 51.179 salidas registradas –fallecimientos o extinciones de pensión–. Una brecha que, unida a la revalorización de la nómina vinculada al IPC y el efecto sustitución –diferencia entre la prestación media de las altas y las bajas–, ejerce una presión cada vez mayor sobre el sistema de pensiones.

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Entrando en detalle, 2022 fue el año en el que más jubilaciones y bajas definitivas hubo en Gipuzkoa con un total de 11.193 y 10.052, respectivamente. El ejercicio en el que más diferencia se produjo entre las dos variables fue 2024 con un saldo de 1.808 personas a favor de nuevos ingresos en el sistema. Y la menor fue en 2020, cuando irrumpió el covid, con 676 trabajadores más inscritos en la Seguridad Social –ver gráfico adjunto–.

Al aumento en el número de perceptores, hay que añadir que desde 2022 la revalorización de las pensiones se realiza en función del IPC. Así, aquel año las nóminas crecieron de media un 2,5% y en los tres ejercicios posteriores las subidas fueron del 8,5, 3,8 y 2,8%. Desde 2020 hasta junio de 2025, la pensión media se ha revalorizado un 28,1% en Gipuzkoa, donde el gasto asciende hasta los 312,6 millones al mes.

Otro factor a tener en cuenta que eleva el gasto en todos los territorios, también en el nuestro, es el denominado efecto sustitución. Es decir, quienes se jubilan ahora suelen tener carreras laborales más estables y cotizaciones más altas, de manera que las nuevas altas elevan la pensión media, mientras las bajas corresponden a generaciones con cotizaciones más bajas. Y Gipuzkoa atesora, a día de hoy, la tercera pensión media más elevada del conjunto del Estado.

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Generación del 'baby boom'

Por si fuera poco, Gipuzkoa es uno de los territorios más envejecidos: cerca de una de cada cuatro personas tiene más de 65 años y la esperanza de vida supera los 83 años. El crecimiento anual neto de 1.300 jubilados no solo refleja un proceso demográfico natural, sino también el relevo generacional de las cohortes nacidas en los años del 'baby boom' –nacidos entre 1958 y 1977–, que están empezando a incorporarse masivamente al sistema. Expertos del sector consultados advierten que esta presión se mantendrá al menos durante la próxima década, hasta que el grueso del 'baby boom' haya accedido a la jubilación.

La cifra

869 personas

más ha ganado el sistema de jubilados de Gipuzkoa en el primer semestre de 2025.

¿Qué medidas serán necesarias para sostener este pilar básico del Estado del bienestar? ¿Y cómo se financia el sistema? Pues depende en gran medida de la recaudación vía cotizaciones. En un mercado laboral con alta cualificación, pero también con brecha entre contratos estables y precarios, el equilibrio financiero es un desafío.

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En el contexto europeo, Gipuzkoa comparte la tensión que se observa en otros territorios de economía avanzada y envejecida, como Baviera o el norte de Italia, donde se está recurriendo a fórmulas complementarias: planes de empresa, ahorro privado incentivado... Por hablar de dos países relevantes del entorno europeo, en Alemania la edad de jubilación está subiendo progresivamente a 67 años; en Italia el gasto en pensiones ya supera el 16% del PIB. Y otros países estudian medidas.

Presión

La generación del 'baby 'boom', nacida entre 1958 y 1977, está empezando a incorporarse masivamente al sistema

Por tanto, ¿qué hacer para garantizar la sostenibilidad del sistema? La evolución del mercado laboral será decisiva, sostienen los expertos como una de las claves. El envejecimiento implica que cada vez habrá menos cotizantes por pensionista: si en 2010 la ratio era de 2,3 trabajadores por cada jubilado en Euskadi, hoy apenas supera los 1,9 –en Gipuzkoa es incluso más baja, de 1,73–. La incorporación de jóvenes con empleos estables y bien remunerados se convierte así en un factor necesario, al tiempo que persiste la preocupación por la temporalidad y los contratos a tiempo parcial, que aportan menos ingresos a la Seguridad Social.

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En cuanto a Euskadi, crecen las jubilaciones vascas, pero también lo hace la edad de retiro. De media en el País Vasco alcanza ya los 64,9 años y en Gipuzkoa se sitúa en 64,8, en ambos casos po debajo de la media de España. En nuestro territorio la edad se ha ido alargando desde los 64,1 de 2021 hasta los 64,8 de ahora y en Bizkaia por primera vez ha alcanzado la barrera de los 65 años. Esta tendencia es fruto de las sucesivas reformas que se vienen aplicando para alargar la vida laboral y garantizar la sostenibilidad del sistema.

Contexto

En Alemania la edad de jubilación está subiendo progresivamente a los 67 años y en Italia el gasto supera el 16% del PIB

Otro elemento que los expertos señalan es la inmigración. Gipuzkoa, como el conjunto del Estado, necesitará reforzar sus flujos de trabajadores extranjeros para equilibrar la balanza entre altas y bajas en la Seguridad Social. El perfil de inmigrantes jóvenes, en edad laboral y con potencial de cotización, se considera una de las vías para sostener el sistema en las próximas décadas, aunque plantea desafíos de integración social y laboral.

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Así, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el territorio suma 82.489 inmigrantes que tienen entre 20 y 64 años, 61.026 más de los que había hace veinte años. Frente a este aumento, la población de autóctonos en esta misma franja de edad se reduce en 27.644 personas, al pasar de 369.896 a 342.252.

No hay que olvidar que este desafío llega en un momento en el que para muchas familias guipuzcoanas, la pensión es un pilar de estabilidad económica, también intergeneracional: ayuda a sostener a hijos y nietos en momentos de crisis.

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En lo que respecta al debate político, la sostenibilidad del sistema se ha convertido en una cuestión central. En Euskadi, donde la gestión de la Seguridad Social depende del Estado, el tema de las pensiones está directamente vinculado a las reivindicaciones de autogobierno y gestión directa de la caja.

La hucha de los 67.000 millones acumula hoy poco más de 6.000

La llamada hucha de las pensiones fue creada en el año 2000 con un objetivo claro: reservar los excedentes de cotizaciones de la Seguridad Social para épocas de vacas flacas. Durante la primera década del siglo, al albur del florecimiento económico del país, cumplió esa función y se convirtió en un símbolo de estabilidad del sistema.

El fondo alcanzó su máximo histórico en 2011, cuando llegó a acumular casi 67.000 millones de euros. España presumía entonces de contar con uno de los colchones financieros más importantes de Europa para hacer frente a los pagos de jubilaciones futuras.

La situación cambió con la crisis económica y el crecimiento del gasto en pensiones. Entre 2012 y 2017, los distintos gobiernos recurrieron de forma sistemática a la hucha para abonar las nóminas y pagas extras de los pensionistas. En apenas cinco años se retiraron más de 65.000 millones de euros. El resultado fue que, en 2019, apenas quedaban en el fondo unos 2.000 millones. No se cerró, pero quedó prácticamente vacío, perdiendo el papel de garantía que había tenido en el pasado.

En los últimos años se ha intentado reconstituirlo con el objetivo de afrontar con mejores garantías los desafíos del relevo generacional. Es decir, la hucha ha registrado desde su fundación hasta nuestros días tres periodos claramente diferenciados: una curva ascendente, un desplome y un leve repunte final. La última reforma de pensiones ideada por José Luis Escrivá introdujo el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), un recargo en las cotizaciones que se destina directamente a la hucha. Gracias a ello, el fondo cuenta hoy con unos 6.000 millones, con el objetivo de superar los 120.000 millones en 2032, justo cuando la jubilación masiva del 'baby boom' pondrá a prueba la sostenibilidad del sistema.

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