Vista aérea de la refinería de Petronor en Muzkiz, Bizkaia. Petronor

Las importaciones vascas de crudo venezolano se hunden un 22% por el choque Trump-Maduro

El récord histórico de 2024, con más de 424 millones en compras, se desploma después de que Washington revocara las licencias a Repsol

Lunes, 8 de septiembre 2025

La relación comercial de Euskadi con Venezuela se reduce prácticamente a un solo producto -el crudo- y a una sola compañía: Repsol y su filial ... vasca Petronor. Tras un récord de importaciones en 2024, con 424 millones de euros, la revocación de licencias por parte de la Administración Trump el 28 de marzo de este año ha provocado una caída del 22,8% en la primera mitad de este año. El frenazo se refleja también en las cuentas de Repsol, que ha tenido que recortar su exposición patrimonial en Venezuela y asumir provisiones millonarias ante el riesgo de no poder cobrar sus deudas en petróleo. Para poner en perspectiva, el peso de la república bolivariana y Brasil -así se refleja en el balance anual de Petronor- sobre el total de las importaciones de crudo de la filial vasca ascendió al 36% en 2024.

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Los datos son claros: el 99% de las importaciones vascas desde Venezuela son petróleo crudo, tal y como se extrae del último informe de la Oficina de Comercio Exterior (Icex). No hay apenas otro producto en juego. En mayo de 2024, durante la Administración de Joe Biden, la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC) concedió una Licencia Específica a Repsol para operar en Venezuela con seguridad jurídica y apoyo a los negocios previstos, lo que derivó en un auténtico 'boom' de compras de petróleo. Las importaciones se dispararon hasta 424,4 millones de euros, más de cuatro veces más que el año anterior, un récord absoluto.

El escenario cambió radicalmente en 2025. Con Trump de regreso en la Casa Blanca, Washington revocó la licencia a Repsol el pasado 28 de marzo, concediéndole apenas una ventana de liquidación de dos meses, hasta el 27 de mayo. Desde entonces, los cargamentos se han frenado en seco. El resultado es una caída de las importaciones vascas a 121,3 millones en el primer semestre, una reducción del 22,8%. Un retroceso que previsiblemente seguirá profundizándose en la segunda mitad del año si no se restablecen las licencias.

El informe semestral de la petrolera, remitido a la CNMC, dedica un capítulo específico a Venezuela, como suele ser habitual. Repsol reconoce en dicho documento que la revocación de licencias ha dejado a la compañía sin capacidad real de seguir cobrando con crudo sus deudas con PDVSA, la petrolera estatal venezolana. De hecho, la compañía dirigida por Josu Jon Imaz afirma que «se mantiene la incertidumbre sobre la situación política y económica del país, especialmente por las sanciones impuestas por EE UU». La situación es tan delicada que la compañía ha recortado su exposición patrimonial en Venezuela de 504 a 330 millones de euros en seis meses. Esa cifra incluye préstamos a filiales locales, la participación en el proyecto gasista Cardón IV y las cuentas a cobrar con PDVSA.

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En paralelo, la petrolera reconoce deterioros adicionales en inversiones y cuentas a cobrar ligados al país. En la práctica, Venezuela ha pasado de ser una palanca para recuperar deuda en especie a convertirse en un foco de incertidumbre regulatoria y financiera. La paradoja es evidente. Operativamente, la producción neta de Repsol en Venezuela creció hasta 70.500 barriles equivalentes al día en el primer semestre de 2025, frente a los 65.000 de un año antes. Esa cifra supone ya el 12,8% de la producción total -hidrocarburos- del grupo. Es decir, Venezuela aporta más petróleo al balance de Repsol, pero su salida comercial está prácticamente bloqueada por las sanciones.

Tensión bilateral

Para Euskadi, donde Petronor refina el crudo que llega a Muskiz, esto significa tener que buscar suministros alternativos en otros países, con costes más altos y diferentes calidades de crudo, lo que puede afectar a los márgenes de refino. El conflicto va más allá de las licencias. Además, la Administración Trump no solo ha revocado permisos, sino que ha amenazado con imponer aranceles del 25% a los países que importen petróleo venezolano, lo que añade un riesgo adicional para compañías y estados que mantengan vínculos con Caracas.

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La tensión bilateral ha escalado en las últimas semanas, con despliegues militares en el Caribe y amenazas de Maduro de entrar en «lucha armada» si Venezuela es agredida. El ambiente recuerda, salvando las distancias, a la Guerra Fría y aumenta la incertidumbre para cualquier transacción vinculada al petróleo venezolano. La conclusión, en todo caso, es clara: la única relación comercial entre Euskadi y Venezuela, el petróleo, está condicionada totalmente por decisiones políticas que se toman en Washington.

Mientras tanto, Repsol trata de protegerse recortando posiciones patrimoniales en el país, a la vez que lidia con el contrasentido de producir más barriles pero tener menos margen para venderlos o cobrarlos. Para Petronor y la economía vasca, el resultado es simple: el grifo venezolano ya no depende de Caracas, sino de la Casa Blanca.

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