«Somos la última generación para hacer las paces con el planeta»

– El mensaje climático se encuentra presente en el espacio público, ¿Estamos haciendo lo suficiente?

– La agenda 2030 de la ONU establece unos objetivos claros. En total son 17 objetivos y 179 metas que hay que lograr en 8 años. Es un pacto en el que todos nos hemos puesto de acuerdo. Lo importante ahora es el cómo lograr ese reto. Hay poca reflexión sobre el cómo.

– La transición energética está a la orden del día en la agenda política y social pero, ¿vamos a buen ritmo?

– Se trata de lograr una economía descarbonizada y circular. Una economía que haga las paces con el planeta. Tenemos que acelerar los ritmos porque tenemos muy poco tiempo por delante, que va a marcar el futuro de la humanidad. Somos la última generación que puede hacerlo y estamos siendo malos antecesores.

– ¿Cúales son los principales obstáculos para acometer los cambios necesarios en favor de la sostenibilidad?

–El desafío al que nos enfrentamos no es solo ambiental. Hay tres transiciones que tendremos que abordar: la normativa, la tecnológica y la cultural. La Unión Europea está dando pasos para configurar ese marco legal: La ley de reducción del 55% de emisiones para 2030, la norma de residuos o la estrategia de economía circular.

– ¿Qué papel juegan la transición tecnológica y la cultural?

– El gran problema es la tradición social. Si no cambias las mentes y los hábitos es difícil. En Holanda el uso de la bicicleta forma parte del día a día, aquí eso no ocurre. Seguramente porque hay mucha gente que piensa que ir en bici es de pobres.

– ¿Qué sentido tiene que Europa acometa cambios mientras Asia, región decisiva en el nuevo siglo, cada vez emite más gases contaminantes?

– El problema del clima es resultado de la Revolución Industrial. En las emisiones históricas EE UU y Europa somos responsables del 60% de las emisiones. A día de hoy nuestra responsabilidad es menor. Una cosa es que tengamos que asumir corresponsablemente la acción y otra decir que la responsabilidad es proporcional, cuando no lo es.

– La responsabilidad climática es desigual. ¿Las consecuencias también lo son?

– Honduras vivió hace dos años una catástrofe climática con huracanes que obligaron a desplazarse a 9.000 personas. Las emisiones per capita de Honduras son 1,08 toneladas cuando EE UU emite 16 toneladas. Los países del sur sufren las consecuencias de la actuación del norte sin que ellos sean responsables. Sufren el daño que nosotros hemos generado.

–Debido a la guerra de Ucrania Alemania ha optado por reabrir centrales de carbón, la energía más contaminante ¿Hay hipocresía con el cambio climático?

– Nos ocurre como al mal alumno, que va acumulando asignaturas. Al final, se encuentra que tiene que enfrentarse a muchos problemas porque no ha hecho los deberes a tiempo. En la guerra no solo nos hemos dado cuenta de que nuestro dinero financia dictaduras, sino de que existe una razón de seguridad en esa transición a un mundo neutro en carbón.

– Francia, en cambio, ha decidido apostar por las nucleares. ¿Es la energía nuclear una solución en este reto global?

–Una tecnología que deja residuos que pueden durar 20.000 años es una tecnología inmadura. Las nucleares no son una opción porque no son seguras.

–¿Las renovables son la solución?

– Los problemas complejos nunca tienen soluciones fáciles. El problema de los paneles solares es que en Donostia puede que no salga el sol en 10 días pero en Zaragoza sí. Debemos profundizar en el almacenamiento de energía y crear una red.

– Si las energías renovables no son capaces de resolver el problema y las fósiles la provocan, ¿Cuál es la alternativa?

– No tiene sentido insistir en tecnologías que son problemáticas. La salida está en la eficiencia energética. Estamos derrochando energía. La solución no es que todos los automóviles del país pasen a ser eléctricos sino encontrar formulas de movilidad que provoquen un menor impacto. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con el coche compartido.

– Ello implicaría un grave impacto en el sector de la automoción. ¿Qué le diría a ese trabajador que lo echan a la calle?

– En el mundo de la evolución quien no se adapta se muere. Esto ya ha ocurrido en otras industrias. Hay que alinear la actividad económica en clave de sostenibilidad. Las factorías que aseguran su futuro es porque dan ese giro. Si no, estás en un empleo precario. Tiene más futuro una persona que se dedica a la producción de paneles solares que a la de bolsas de plástico.

–¿Los objetivos de la agenda 2030 son materializables?

–Hay unos objetivos que tienen que ver con cambios que la ciencia nos dice que son urgentes y necesarios. Esto tiene que ver con el cambio climático y otros que forman parte del programa moral de la humanidad como es la desigualdad. En lo primero se están dando pasos relevantes, el problema es que tenemos que acelerar los ritmos.

–¿Se debería incentivar la industria verde?

– Como consumidores debemos premiar a quienes reman en la buena dirección y castigar a aquellas empresas que no. Esto lo podemos hacer a la hora de comprar cualquier producto sostenible porque cada vez que compramos estamos eligiendo el mundo en el que queremos vivir.