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Oksana Selekhmeteva con el trofeo de ganadora junto al alcalde de Donostia Eneko Goia. Sara Santos
Tenis

Selekhmeteva, campeona del WTA 125 de Ondarreta

La rusa ha superado en la final a la neerlandesa Koevermans por 6-0 y 6-4 en una hora y 33 minutos

Álvaro Vicente

San Sebastián

Sábado, 13 de septiembre 2025, 13:55

El tiempo dirá hasta dónde llega Oskana Selekhmeteva (Kamenka, 2003) en un deporte como el suyo en el que lo normal es quedarse en el ... camino al primer escalafón, pero, según lo ofrecido por la rusa esta semana en San Sebastián, mentalidad y recursos de sobra tiene para ir escalando en el ránking mundial. Selekhmeteva llegó al Tenis de Ondarreta como duodécima cabeza de serie, en el puesto 149 del ránking mundial, y se marcha con su mayor victoria hasta la fecha, cerca ya de las cien mejores tenistas del mundo.

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Selekhmeteva, residente en Barcelona, se proclamó ayer campeona del WTA 125 -solo hay cincuenta torneos como éste en el mundo- al superar en la final a la neerlandesa Koevermans por 6-0 y 6-4 en una hora y 33 minutos en la pista central de Ondarreta, donde se agotaron todas las entradas.

La tenista zurda había sido finalista este mismo año en el WTA 125 de Roma, donde perdió frente a Petra Marcinko, y antes, en categoría júnior, fue campeona en el US Open de 2019 y en Roland Garros de 2021, pero la victoria conseguida en San Sebastián es, según confesó a la conclusión de la final, «una de las que más le ha llenado». Acaba el torneo con un solo set perdido en cinco partidos: fue en el primer choque ante Tara Wuerth a la que terminó superando (6-4, 5-7 y 6-2); luego ganó a Ane Mintegi (6-3 y 6-2), a Radivojevic (6-3 y 6-4) y a Korpatsch (6-2 y 6-1).

La rusa no dio opción a su rival, incapaz de entrar al partido hasta el segundo set. En apenas 22 minutos, Selekhmeteva, de 21 años por los 22 de Koevermans, le endosó un set en blanco rompiendo el saque desde el primer juego.

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Bien posicionada siempre en la pista de tierra batida, la tenista zurda no regaló nada a quien, desesperada, trataba de encontrar explicación a su falta de juego con miradas a su banquillo donde estaba su entrenador. No había manera. En la grada el runrún apuntaba a una final descafeinada porque la neerlandesa estaba más fuera que dentro del partido.

Pero algo pasó en el entreacto cuando Koevermans -decimoquinta cabeza de serie y 201 en el ránking mundial- decidió retirarse al vestuario. Entró una jugadora y salió otra. Koevermans dejó el vestido negro con el que había empezado el partido y apareció con pantalón rosa. La tenista que volvió a pista empezó a soltar la derecha como no había podido hacer hasta ese momento y entonces sí hubo oposición a la fortaleza y variedad de recursos de Selekhmeteva.

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Respaldada por su potente primer saque, Koevermans cobró la primera ventaja en el marcador (1-2), coincidiendo con una breve incursión del masajista del torneo para descargar su cuello. La tendencia podía cambiar siempre que a la neerlandesa le entrara el primer servicio.

Incluso ésta pudo aumentar su renta al estar en disposición de romper el saque en el siguiente juego para ponerse 1-3, pero Selekmeteva, siempre minimizando los errores propios y castigando cualquier error de su rival, terminó por ganar en el desempate para igualar a dos juegos frenando así cualquier intento de reacción.

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Llegados a este punto, quien más quien menos ya veía ganadora a Selekhmeteva por más que Koevermans volviera a ponerse por delante en el marcador (2-3). El partido, por fin, había cogido temperatura, los peloteos largos no siempre eran para la rusa, pero los recursos de una y otra estaban a diferente nivel.

Liberada de la tensión que le había atenazado en el primer set, Koevermans luchaba con sus fantasmas, aquellos que le impiden ganar las finales de los torneos que ha jugado en los últimos tiempos. Esta vez parecía que iba por el buen camino. Así se llegó al empate a tres juegos con saque para ella.

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La pugna por ver quién ganaba ese séptimo juego y rompía la igualdad del segundo set resultó ser el de mayor duración del partido con tantos de altura a cargo de las dos jugadoras. En ese momento los aficionados presentes disfrutaban y podían pensar incluso en un tercer set de desempate siendo optimistas.

Ese juego parecía que iba a caer del lado de Koevermans porque lo tenía en su mano, pero acabó cometiendo doble falta -la séptima- para entregar el juego y el partido. Fue el punto de inflexión que no aprovechó Koevermans.

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Lo que vino después solo confirmó el enorme potencial de Selekhmeteva, con golpes de todos los colores, hasta cerrar el partido con un passing shot de revés cruzado a dos manos en una de las pocas ocasiones en las que Koevermans se atrevió a subir a la red. El título era para ella.

«He disfrutado del torneo»

Selekhmeteva puso así el colofón al torneo con un triunfo incontestable. «Ha sido un placer jugar aquí», confesó la rusa en perfecto castellano, micrófono en mano, en la ceremonia de entrega de premios a la conclusión del partido. «He disfrutado mucho del torneo y de la ciudad. Me ha encantado todo de San Sebastián: los paisajes, la gente, la comida y los pintxos», continuó antes de acabar con una frase que dejó boquiabiertos a los aficionados que seguían la ceremonia: «Me siento muy identificada con el activismo social que tenéis aquí».

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Antes de que la campeona tomara la palabra, la directora del torneo, Anabel Medina, también se mostró muy agradecida por la acogida brinda por los socios del Tenis de Ondarreta y por los aficionados que han ocupado los asientos de las gradas durante toda la semana. «Gracias a las instituciones y patrocinadores -EL DIARIO VASCO es el medio oficial del torneo-. Nuestra intención es estar en San Sebastián muchísimos años porque a la ciudad le gusta el tenis y a nosotros nos gusta San Sebastián», en alusión a la promotora Tennium que lleva adelante el torneo.

La jornada acabó con la final de dobles. El título fue para Anastasia Tikhonova y Tara Wurth, que superaron a la pareja formada por Elvina Kalieva y Gabriela Lee con un contundente 6-3 y 6-0.

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