Murua lo borda, con tembleque incluido

Nunca resulta fácil frenar a una pareja que viene lanzada y reforzada moralmente. A la vez, el margen de error de quien llega de atrás es pequeño. El desenlace fue una combinación de lo primero con lo segundo. Cortó la racha rival Murua gracias a una jugada a la contra del ancho al txoko y a continuación el menor de los hermanos Egiguren mandó un derechazo por encima del fleje de la pared izquierda y su dos paredes del último tanto botó en la contracancha.

Bajaron las pulsaciones de los pelotaris y de sus seguidores. Terminaba 22-19 una de las mejores finales de este torneo en los últimos años. Contribuyeron el juego y la intensidad exhibidos por los cuatro pelotaris, los pocos fallos y esa arrancada final de los perdedores.

Destacó por encima de todos Ander Murua. Como en cuartos de final y como en semifinales, hizo honor a la condición de delantero número actual en el campo aficionado. Entró de gancho desde lejos para tomar la iniciativa. También empleó el sotamano. Atrajo el juego a los cuadros alegres para mantener un precioso toma y cada con Iker Egiguren. Facilitó el trabajo a su zaguero. Defendió con la soltura que en teoría no corresponde a alguien tan corpulento. Y además remató hasta el punto de firmar catorce tantos de jugada.

Paradas al txoko, ganchos, dos paredes a bote y de aire, uno de ellos de zurda, acciones al contraataque y, por encima del resto, la rúbrica de dos tantos. En el 10-7, cuando la cortada a los pies de Egiguren daba la impresión de que le había hecho daño, el arrasatearra sacó de la chistera una dejada de botepronto al txoko que provocó la admiración de los pelotazales y la sonrisa de resignación del azpeitiarra. Unos minutos después, en el 18-10, dibujó el arrasatearra una dos paredes de derecha con efecto desde el cuatro con el cuerpo próximo al muro izquierdo del Beloki.

Planea entre los asiduos del campo aficionado la pregunta de por qué nadie ficha a alguien capaz de una actuación tan completa y llena de personalidad. Lo ven superior a recientes incorporaciones de Aspe y Baiko en su posición. Tiene 23 años y mucha pelota todavía por delante.

Iker Egiguren no fue presa fácil, por cierto. El zurdo azpeitiarra aceptó el reto lanzado por Murua y salió airoso a pesar de la derrota. Demostró de lo que es capaz a sus 20 años ante un oponente de talla. Tras el 19-11 vio ablandarse a Azpiroz y atacó atrás junto a Bernaola. También pone lejos la pelota de derecha.

Dos errores finales alejaron a los azules de una victoria con la que habrían puesto el colofón a un excelente torneo en el que partieron desde primera ronda y habían sumado cuatro victorias. Les ha faltado la quinta para igualar el registro de Juan Martínez de Irujo y Txaber Zabala, vigente desde 2002.

Los dos zagueros mantuvieron el tipo. Fallan poco y trabajan mucho. La palanca del espigado Azpiroz funcionó bien hasta que a partir del 19-11 empezó a flaquear. Se le hicieron largos los 67 minutos y pesados los 639 pelotazos.

Aingeru Bernaola, por su lado, es un pelotari que transmite confianza. Cubre cancha, posee defensa de aire que transforma en ataque, como en el gancho del 19-17. Le falta pegar dos cuadros más. Como a tantos otros...