Aldai tropieza con la derecha y el saque de Gaminde

El temple no figura entre las virtudes de Amaia Aldai sobre la cancha. Le hemos visto más de una vez entrar en dinámicas negativas que atenazan su juego. Confiada quizá en un mayor poderío físico, ni siquiera pidió un solo descanso a pesar de que la final discurría por cauces que no le interesaban.

Disputar la cuarta final consecutiva en un torneo del cuatro y medio que has ganado ya en dos ocasiones debería dar tranquilidad a la pelotari que defiende la txapela. No es el caso. Aldai entró en un laberinto cuya salida no encontró. Apenas le funcionó el saque, con el que estuvo a punto de cometer falta dos o tres veces ya que superó por centímetros la raya del tres. Probó a sacar desde el ancho a partir del 9-14. Adelantó su posición en seis ocasiones para restar de aire los primeros disparos de Gaminde. Estas operaciones no tuvieron éxito a la hora de variar el rumbo del juego y del encuentro.

Gaminde, en cambio, demostró una tranquilidad más propia de los 23 años de Aldai que de los 16 suyos. Hay virtudes que se llevan dentro. Cometió un puñado de errores. Sin embargo, no influyeron en su planteamiento y en su quehacer.

El saque y la derecha de Gaminde provocaron el tropezón de Aldai, a quien se le acumulan los compromisos. Este mediodía a las 12.00 disputa la final del Emakume Master Cup de esta misma distancia en el Ezkurdi de Durango contra Goiuri Zabaleta, leitzarra a la que la nueva campeona del Bankoa ABANCA-DV apeó de este torneo en las semifinales del Astelena de Eibar.

Cerró Gaminde la final con una dos paredes, la segunda de la mañana para ella, broche a la victoria por 13-22. También gustaron la cortada de zurda al ancho del 3-8 y la respuesta de derecha hacia el txoko al tiempo que se lanzaba al suelo para alcanzar una cortada de zurda de Aldai en el 8-13, en un momento delicado de la final.

Basó la victoria en la potencia de la derecha, con la que atropelló a la rival, y en una depurada técnica con el saque. Para sí la querrían muchos profesionales. Bota muy alta la pelota en el cuatro, lo que le permite avanzar en la carrera hasta el tres, donde conecta el pelotazo. Maneja las dos manos y ya ha dado varios aldabonazos. Una más para la causa.