Jon Rahm, la dificultad de ganar un Major
El vizcaíno llega a la última jornada como firme candidato a ganar el US Open pero no acaba de dar el paso. No es la primera vez
Hubo un tiempo, cuando Jon Rahm empezaba a despuntar, que se le cuestionaba por el número de Grandes que iba a ganar en su carrera. ... El vizcaíno, un volcán en sus primeras apariciones, no dudaba en afirmar que podía ganar tantos como figuras de este deporte como Woods. Años después, Rahm se ha vuelto a dar de bruces con la realidad: ganar un Grande son palabras mayores. Cada golpe cuenta.
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El domingo por la mañana, Rahm se presentó en la última jornada del Abierto de Estados Unidos en la catedral de Brookline, en las cercanías de Boston, con todo a favor para conquistar por segunda vez este Major. El sábado lo había bordado. Hubiera acabado líder de no ser por el doble bogey con el que cerró su tarjeta en esa tercera jornada. Rahm ocupaba la tercera plaza, con -3, a un golpe de Zalatoris y Fitzpatrick.
Dieciocho hoyos después Fitzpatrick ganaba el torneo con -6, Zalatoris terminaba tercero con -4 y Rahm se veía superado por una legión para caer a la duodécima plaza con +1. «La verdad es que duele por lo bien que he jugado toda la semana. Hoy no han salido las cosas desde el principio. No he estado cómodo en ninguna parte del juego. 53 hoyos muy buenos, los siguientes diecinueve, +6. Ese es el tema», confesaba el de Barrika al acabar el recorrido. Una vez más había sido uno de los mejores y una vez más se había quedado sin dar el último paso. Ganar un Grande no es fácil.
El Open Británico, su objetivo
Rahm lo intentó todo pero no le salió nada porque su juego no fluyó como en otras ocasiones. El vizcaíno se había subido la víspera en primera clase al tren que podía transportarle hacia la gloria con su segundo US Open consecutivo, una gesta sólo lograda por siete jugadores a lo largo de la historia, pero tuvo que bajarse antes de tiempo porque esta vez la estación del éxito estaba reservada para Matt Fitzpatrick.
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A sus 27 años, el inglés se encumbró con el tercer Major de la temporada en un duelo final de infarto con Will Zalatoris y con el número uno del mundo, Scottie Scheffler, que les presionó hasta los últimos instantes con su alargada sombra. Espectacular desenlace en el santuario del golf norteamericano.
Reducir lo que le ocurrió al vizcaíno a la mala gestión en un par de hoyos sería un análisis un tanto simplista. Pero sí se puede asegurar que los inesperados bogeys en el 5 y en el 8 –en los que lo lógico a tenor de las vueltas anteriores hubiera sido pelear por sendos birdies– constituyeron un epílogo clarividente de lo que vendría después. La irregularidad se plasmó en una tarjeta de 74 golpes, cuatro sobre par, para un total de +1 en el cómputo global del torneo, a siete del vencedor.
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Este 'pasaporte' le hizo perder nueve puestos. Una pena. Tuvo destellos, claro, porque atesora calidad y talento a raudales. Sin embargo fueron esporádicos, insuficientes para postularse como un candidato para levantar el trofeo en la casa club. La competitividad, inoculada en su ADN, le permitió sobrevivir durante bastante tiempo en el 'top ten' de la tabla, aunque un bogey en el 16 le sacó definitivamente de los puestos de honor. Rahm lo volverá a intentar en la gran cita señalada en rojo en su calendario: el Open Británico, el Grande inglés cumple 150 años y lo celebrará en la mítica cuna de St. Andrews, del 14 al 17 de julio.
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