Udo Lattek, Maradona, Julio Alberto y Periko Alonso, en su presentación en el Nou Camp. EFE

La 10 no se la dan a cualquiera

Tradición ·

El de Maradona es el dorsal mágico del fútbol, y en la Real se ha cumplido a rajatabla la ley no escrita de que esa camiseta se hereda de grande a grande

Viernes, 27 de noviembre 2020, 06:48

«La 10 no se la dan a cualquiera. No, señor. Se la dejan al tipo que más sabe, que suele ser zurdo, que suele ... ser gambeteador, que es mejor jugador que la mayoría. ¿Y entonces? La 10 significa algo». Palabra de Eduardo Sacheri -escritor argentino, fanático de Independiente y Oscar de Hollywood por 'El secreto de sus ojos- y verdad universal. Maradona llevaba la 10 no por casualidad y no por casualidad, en un fútbol moderno en que los dorsales van del 1 al 99 sin más criterio que la última ocurrencia de cada cual, el dorsal 10 sigue siendo distinto.

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En la Real, club apegado a la tradición, se ha cumplido a rajatabla esa ley no escrita de que esa camiseta se hereda de grande a grande. El primer día que Maradona pisó Atotxa, el 10 de la Real era Jesús Zamora. «De los grandes, yo he conocido en vivo a dos, a Cruyff y a Maradona. Por la tele vi a Pelé y ramalazos de vídeos de Di Stéfano. Son los cuatro grandes», sitúa la cuestión el errenteriarra.

Jesús Zamora marca el gol de Gijón.

Zamora, el mejor jugador de la historia de la Real, no oculta su admiración por Maradona. «Jugué con él y era único, por las condiciones en que jugó, de campos, material, arbitrajes, marcajes... Era impresionante lo que él hacía en las circunstancias adversas en las que se jugaba entonces».

El que fuera uno de los grandes centrocampistas en Europa en los años 80 junto a Platini admite que «para mí era increíble. De verle y decir, 'pero esto qué es'. Disfrutabas al ver la facilidad con que hacía las cosas. Lo tenía todo: era regateador, goleador, pasador, tirador de faltas... Cómo ejecutaba las vaselinas. Era de locos, en aquellos campos imposible. De lo que yo he visto y convivido, es el mejor».

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Zamora destaca que «en el campo era humilde. Tenía una personalidad muy fuerte de ganador, pero en el campo hay que ser tan grande como era él y tan humilde como era él. Se le molía a patadas, pero el nunca te devolvía la entrada a muerte que tú le habías hecho. Seguía jugando».

El autor del gol de Gijón, el momento estelar de la historia de la Real recuerda su «técnica insuperable, de superdotado. Hacía con el balón en los pies lo que cualquiera haría con las manos. A esos niveles. Contaban los futbolistas del Barcelona que se quedaban a verle después de los entrenamientos porque hacía toques con una mandarina. Nunca he visto cosa igual técnicamente. Golpeo en parado, en movimiento, arranque, salida, controles... Y sobre todo un liderazgo terrible en el campo».

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«Lo tenía todo: era regateador, goleador, pasador, tirador de faltas... Cómo ejecutaba las vaselinas. Era de locos»

Jesús Zamora | 1974-1989

A Zamora se le dispara el entusiasmo al recordar al Pelusa. Se nota que pertenecieron al mismo mundo, al selecto club de los mejores. Cuando Maradona aterrizó en Barcelona, le preguntaron en 'Estudio Estadio' por sus jugadores favoritos de la Liga y respondió: «Admiro a López Ufarte, Arconada y Zamora».

Marcaje al hombre

El gran 10 realista explica que «en aquellos años la única manera de intentar frenarle era con un marcaje al hombre todo el partido y que su marcador no se separase de él ni 20 centímetros».

Opina que, en el fútbol actual, «Maradona podría haber jugado hasta los 50 años y habría sido muchísimo más grande de lo que ya es. Era muy fuerte físicamente y tenía una visión de juego muy intuitiva. Si se hubiera cuidado, habría jugado a fútbol hasta que hubiera querido. Me lo imagino ahora, que no le podrías tocar ni dar patadas y le veo aún jugando. Porque éste no es que jugase para el equipo, es que se echaba el equipo encima. Y no equipos de estrellas, como el Barcelona de ahora, equipos de buenos futbolistas sin más, en Nápoles o Argentina».

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Como a todo el mundo, a Zamora le sigue costando creerse el gol a los ingleses. «¿Eso quién lo hace? ¿A quién se le ocurre que va a marcar gol en esa situación? Pero él lo hace. Yo le he visto meter gol en un indirecto dentro del área muy cerca de la portería, se la toca un compañero y la mete por encima de la barrera sin espacio. Hacía cosas así. Ha sido inigualable, no tengo palabras para descifrar lo que ha sido este hombre».

Zamora habla sobre esa camiseta. «Es un dorsal muy marcado en la historia. Es el organizador, la figura del equipo. Con peso, por la posición y lo que significa dentro del equipo».

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El siguiente gran 10 de la Real, en el tránsito de Atotxa a Anoeta, fue Carlos Xavier. El portugués no ahorra elogios para un Maradona al que se enfrentó «con la Real y con el Sporting de Lisboa. Genial, un talento tremendo. Dejó un poso de magia».

También recuerda cómo «le daban patadas hasta en el pescuezo y no se sacaban tarjetas amarillas. De rojas, ni hablamos. Si jugase hoy sería increíble. Era muy rápido, conducía con el balón pegado al pie y de repente lo ponía donde quería. Lo colocaba donde dormían las arañas y parecía fácil. Físicamente era muy fuerte, sus piernas le permitían aguantarlo todo. En el Mundial del 86 había grandes como Laudrup o Platini, pero un escalón por debajo. Ahora están Messi y Ronaldo, pero es el mejor de siempre».

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Carlos Xavier celebra su histórico tanto al Madrid.

Xavier conserva dos camisetas de Maradona, «una del Nápoles y otra del Sevilla», esta última con anécdota. «Antes de empezar, nos cruzamos en vestuarios y se la pedí. Me dijo que sí. Era muy majo, hablaba con todos sin darse aires. Pero luego, Bilardo le cambió y estaba furioso. Le dedicó todos los insultos que sabía. Y yo pensé, 'ya me he quedado sin camiseta'. Pero al final vino y me la dio. Guardo ese gesto en mi corazón».

«Genial, un talento tremendo. Ponía el balón donde dormían lasarañas y parecía fácil; dejó un poso de magia»

Carlos Xavier | 1991-1994

El elegantísimo centrocampista portugués coincide en que «la camiseta número diez es diferente, me gusta mucho. Quien la porta, lleva la batuta del equipo».

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Ya en Anoeta, el 10 pasó a la espalda de Javier de Pedro, un genio puro. Y zurdo, como marca la ortodoxia. Gobernó el cielo del estadio con el pie izquierdo, para deleite de Kovacevic, que convertía en gol los maravillosos envíos del donostiarra. Ese golpeo no se ha vuelto a ver en Anoeta.

«El 10 lo dice todo: es distinto que el 4 o el 11. Siempre he jugado con él. Lo han llevado Zamora, Maradona, Laudrup»

Javier de Pedro | 1993-2004

En una entrevista con este periodico, De Pedro confesó: «El 10. Lo dice todo: es distinto que el 4 o el 11. Siempre he jugado con ese número, desde pequeño. Lo han llevado Zamora, Maradona, Laudrup».

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Javi de Pedro, magia pura junto a Kovacevic.

«Piel de gallina sin conocerle»

El siguiente gran 10, el que ha recorrido la mayor parte de la etapa de Anoeta, fue Xabi Prieto. No coincidió con Maradona, «pero he visto muchos vídeos. El miércoles por la noche vi bastantes cosas y se me ponía la piel de gallina viéndole jugar, por cómo llevaba el balón. Era talento en estado puro. Vi un vídeo de diez minutos en Atotxa, con el campo embarrado, y aún así era muy complicado frenarle».

Recuerda el gran capitán que «de pequeño, en casa de los aitas, vi vídeos del Mundial 86. Nunca le vi en directo, pero es una gozada. No quiero entrar en comparaciones con Messi. Son a la vez muy parecidos y muy diferentes».

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«El miércoles vi sus vídeos y se me ponía la piel de gallina viéndole jugar, por cómo llevaba el balón. Era talento en estado puro»

Xabi Prieto | 2003-2018

Destaca Prieto «la fortaleza de su tren inferior y cómo llevaba pegado el balón. Impresiona su aproximación al área y la precisión y tacto de los golpeos. Por algunos compañeros argentinos, te hacías a la idea de lo que significaba, no solo en Argentina sino en todo el mundo».

Xabi Prieto, escudo y penúltimo 10 de la Real.

Sobre el peso del dorsal 10, Prieto reconoce que «no le daba mucha importancia, aunque es el de Pelé, Maradona, Messi... A mí me pidió Aperribay que lo llevara y diera un paso al frente, y lo asumí con naturalidad».

Hoy, la tradición de que el 10 solo lo lleva el mejor la continúa Mikel Oyarzabal. Esa camiseta no se la dan a cualquiera.

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