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De la India a Donostia, pasando por el fútbol
Once niñas de ese país pasan unos días en la ciudad dentro de su proceso de formación como entrenadoras
Lukas Otaegui
Domingo, 23 de febrero 2025, 01:00
Jharkhand es un estado mayoritariamente rural del norte de la India donde la mayoría de su población está en situación de pobreza o marginalidad, el ... 27%, llegando a ser uno de los tres estados más pobres del país. En esta región opera Yuwa, una organización creada por Franz Gastler que desde 2009 trabaja por combatir el matrimonio infantil, la trata de niñas y el analfabetismo mediante la inserción académica de las chicas de entre 5 y 17 años a través del fútbol. Esta academia que combina el fútbol y los estudios es solo para niñas, algo que en la India es impensable. Si un niño quiere formar parte de la escuela de fútbol –en la parte escolar no tiene opción a entrar–, debe traer a cinco niñas a la escuela como aval y luchar por sus derechos.
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Tras cinco años intentando apoyar la educación fuera de las aulas, formando la primera generación de mujeres que saben leer y escribir, dando vías para becas universitarias y desarrollando la responsabilidad y el sentimiento de equipo, en el año 2013 la Donosti Cup ofreció a Yuwa la posibilidad de participar en la categoría femenina del torneo. Tras esta noticia el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se organizó un crowfounding en la plataforma 'Goteo Euskadi' en la que en menos de 30 días se consiguió recaudar un total de 19.000 euros para comprar 22 billetes de avión desde la India a Donostia y poder cumplir así el sueño de 22 niñas.
En 2016, coincidiendo con la capitalidad cultural de la ciudad, volvieron a ser invitadas al 25 aniversario del torneo. El Colegio Mayor Olarain, que ya había aportado dinero para los vuelos en 2013, colaboró con la manutención durante su estancia y les facilitó el campo de fútbol de Ekintza y sus instalaciones para que pudiesen entrenar. Además, la directora de Olarain, Idurre Altuna, volvió a ofrecer alojamiento a las niñas después de que se enterase de que «después del torneo tenían previsto un viaje de cuatro días a Bilbao pero se les cayó en el último momento».
«Cuando estuvimos en la India vimos la necesidad de que las más mayores tuviesen una formación como entrenadoras»
Altuna cuenta que «esos cuatro días supusieron la conexión total con las niñas y el proyecto». Tanto es así que en abril de 2017 decidió ir a la India con sus hijos para ver y vivir el trabajo de la organización de primera mano. Tras este «choque de realidad», la directora se sorprendió por «la ilusión que tienen las niñas por estudiar y formarse para aprender y enseñar a las niñas más pequeñas de sus regiones». Esto hizo que Idurre y Yuwa vieran «la necesidad de que las más mayores tuvieran una formación como entrenadoras» y que a la vuelta se lo propusieran a Real Sociedad Fundazioa.
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Solidaridad donostiarra
En septiembre de ese mismo año el proyecto estaba en marcha, Olarain cubría la manutención y el alojamiento, la fundación de la Real la formación, Autocares David el traslado y el Real Club de Tenis de San Sebastián se encargaba de ceder sus instalaciones para el ocio, algo que las niñas «no saben qué es, ya que en sus casas se levantan a las cuatro de la mañana y hasta las doce de la noche están trabajando, entrenando, cocinando y llevando la casa», cuenta Idurre Altuna.
Gracias a estas alianzas desinteresadas, que según la directora de Olarain «fueron claves para que el proyecto saliese adelante», las niñas aprendieron a nadar, se bañaron en el mar por primera vez, fueron a patinar y, sobre todo, estuvieron tranquilas, algo nuevo para ellas ya que «no conocen el no hacer nada y no están acostumbradas a hacer cosas para ellas», confiesa Altuna.
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Además, en esas dos semanas de convivencia en el Colegio Mayor Olarain la directora cuenta que las niñas «conocieron a la mujer en otro papel al que no están nada acostumbradas» como verles compartir mesa con chicos para comer o ver a mujeres conduciendo.
En 2019 se volvió a repetir el acercamiento, en el que participaron más colaboradores. Las niñas volvieron a disfrutar de la ciudad y de su ocio e incluso participaron en la Lilatón y dieron una charla a los estudiantes de la Universidad de Deusto sobre la mujer, la solidaridad, la igualdad y en cómo a través del deporte y la educación se puede contribuir a una transformación personal de muchas niñas en la India.
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«Gracias a esta experiencia ven a la mujer en otro papel en el que no están acostumbradas»
La pandemia impidió que este proyecto se volviese a hacer en 2020. Sin embargo, un grupo de once niñas, Franz Gastler y un monitor llegaron a la ciudad la semana pasada.
Su estancia durará quince días en los que, además de aprender conceptos futbolísticos y formarse como entrenadoras y estudiar –«ya que a la vuelta tienen exámenes»–, Idurre Altuna, Franz Gastler y los demás colaboradores buscarán preocuparse por ellas y atenderlas. «Sobre todo queremos mimarles en esta vivencia que hace que a ellas se les quede un poso de esperanza, ayudándoles a romper barreras y que con consigan empoderarse como mujeres y con la certeza de saber que en Donostia tienen una familia», remarca la directora Idurre Altuna.
«En nuestro país piensan que solo podemos casarnos y limpiar la casa»
Hoy en día son más de 300 niñas las que juegan en los equipos de Yuwa School, en los que el 90% de los equipos son entrenados por mujeres jóvenes. Además, esta organización ha enseñado a las niñas a hablar en inglés, ha hecho que sea la primera generación de mujeres de su región que saben leer y escribir y que, gracias a las becas que proporciona la organización, estén optando a estudios universitarios.
Shanti Kumari tiene 18 años, es entrenadora y una de las once niñas que participa en la expedición de Yuwa a Donostia. «Espero conocer los lugares más turísticos, ver la playa por primera vez, probar la gastronomía vasca porque me han dicho que es muy buena y, por supuesto, ver un partido de las chicas de la Real».
Pero lo que más quiere Shanti es aprender. «Quiero ganar experiencia, vivir las máximas experiencias posibles y conocer a gente para poder contárselo a las personas que nos están esperando en la India y no han podido venir con nosotras», señala.
«En la India vivimos en una sociedad en la que la gente piensa que las mujeres solo pueden casarse y limpiar la casa, pero nosotras gracias a este viaje, vamos a poder volver a nuestro país para contarles nuestra experiencia y explicarles que eso no es verdad», afirma Shanti. «Las mujeres no tienen que estar bajo el control de un marido y tienen derecho, y son capaces, de cumplir sus sueños y hacer lo que ellas quieran», declara.
Shanti y sus compañeras pertenecen a la primer generación de mujeres que sueñan con trabajar fuera del hogar. Cuando sea mayor, además de entrenadora, quiere ser activista y sus amigas Punam y Chanchala, que también forman parte de la expedición, quieren ser enfermera y entrenadora. Aún así, muchas niñas no tienen ocasión de elegir de elegir, «deben de ser valientes si quieren conseguir sus metas en la vida», comenta Shanti.
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