Viento, adoquines y montaña clásica

Solo en la primera semana, el pelotón del Tour se encontrará la crono de hoy, esa etapa del puente, los adquines de Arenberg en la quinta, una Lieja-Bastogne-Lieja en la sexta, el final en La Planche des Belles Filles –donde Pogacar decidió su primer Tour– en la séptima y dos días de montaña en Suiza, el segundo ya con dos puertos de primera. En esta etapa, el Tour regresará a Francia tras pasar por Dinamarca, Bélgica y Suiza y ya no volverá a salir del Hexágono hasta París.

Todo eso, antes de afrontar los Alpes, que este año tienen más peso que los Pirineos, sobre el papel, con dos etapas de gran dureza, con metas en el Col du Granon y Alpe d'Huez. En la primera de ellas se pasarán el Télégraphe y el Galibier y en la segunda, de nuevo el Galibier y la Croix de Fer. El Granon, a 2.413 metros, es la meta a más altitud en los últimos 25 años. En Alpe d'Huez se anuncian medidas de seguridad extraordinarias, tras el desastre de 2018 con las bengalas y la caída de Nibali, derribado por un espectador. No se sube desde entonces.

El final de la segunda semana será, sobre el papel, el único tramo tranquilo de la carrera, al menos para los favoritos, con tres etapas sencillas camino al sur, a los Pirineos, donde se disputarán dos etapas muy duras. La primera, la 17ª, con meta en Peyragudes previo paso por Aspin, Hourquette d'Anzizan y Val Louron, y la 18ª, con llegada a Hautacam tras superar Aubisque y Spandelles, con sus curvas de herradura. Estas dos etapas volverán a ser testigo del desembarco de los aficionados vascos.

En total, serán 3.347 kilómetros, con cinco llegadas en alto, don contrarreloj, cinco llegadas favorables para el sprint y siete jornadas con perfil de clásica, muy variadas, con viento, adoquines, muros ardeneses y llegadas con finales duros como la meta en Mende (14ª) o la llegada a Lausana (9ª) antes de entrar en los Alpes propiamente dichos.

Superados los Pirineos, a la carrera aún le quedará una etapa muy importante. La segunda contrarreloj se disputará en los alredodres del Santuario mariano de Rocamadour sobre una distancia de 40,7 kilómetros –la más larga desde 2014–, un día antes de la llegada a París. Es un trazado para especialistas, para mover grandes desarrollos, donde se pueden abrir muchas diferencias. Las dos cotas que jalonan el recorrido son obstáculos menores para los ciclistas del Tour.

La última etapa saldrá del nuevo pabellón de La Defense, una instalación para 40.000 espectadores ya concluida para los Juegos Olímpicos de París de 2024.

Una primera semana de mucho peligro –más que otras veces, en apariencia–, unos Alpes de primer rango, unos Pirineos duros y la crono final más larga en años componen un recorrido duro, poco propicio para sorprender a los favoritos.