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Primoz Roglic, el principal aspirante a destronar a Pogacar en este Tour, se entrena ayer en Copenhague. REUTERS
Tour de Francia

Un dilema metafísico

Más que una carrera, el Tour de Francia es una pregunta: ¿hay algo que puede hacerse ante la superioridad tan manifiesta de Tadej Pogacar?

Viernes, 1 de julio 2022, 06:55

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Tadej Pogacar (UAE) es imposible y eso convierte al Tour en un dilema metafísico más que en una carrera ciclista. ¿Hay algo que puede hacerse ante un imposible, ante su superioridad tan manifiesta, ante lo inevitable de su victoria? El esloveno es un elemento extraño, inconcebible, que no comparte rasgos con las referencias que establece la lógica. Vérselas contra la imposibilidad es un reto filosófico, oteizano, en el sentido de que exige una respuesta radical, un gesto de inspiración fantástico. Impensable.

A eso están abocados sus rivales, en el caso de que los haya. Aunque florecen eslóganes publicitarios para triunfadores (impossible is nothing, etc...), cualquiera que haya salido alguna vez de su casa sabe que hay cosas imposibles. Derrotar a Pogacar en el Tour de Francia que hoy comienza con una contrarreloj de 13,2 kilómetros en Copenhague es una de esas cosas.

A los 23 años, el genio de Komenda busca su tercer Tour y parece competir más con la figura de Merckx que con sus rivales

Sin embargo, asumir que su victoria es inevitable sería la muerte de la libertad, y eso sí que es ajeno a la naturaleza humana. Francia es tierra de revoluciones y cortar la cabeza al rey, deporte nacional. Primoz Roglic (Jumbo) parece el único capaz de ser Robespierre. Pero lo imposible ocurre sin previo aviso. Si fuera esperable o vaticinable, no sería imposible. Estas son las reglas de juego de este Tour.

El de Komenda, de 23 años, busca su tercera victoria consecutiva en París tras las de 2020 y 2021. Con la sensación de que compite más con la figura de Eddy Merckx en el tiempo que con sus rivales en el presente, Pogacar no solo ha exhibido unas condiciones físicas colosales sino que ha demostrado la arquitectura mental de los grandes campeones. Tras un primer triunfo sorpresa, el año pasado fue una apisonadora psicológica. Más que adversarios, ha tenido séquito de acompañantes.

Domina todas las suertes. Es el mejor escalador, va bien contra el crono, es rápido en los finales, tiene visión de carrera, sentido táctico... Y ahora también tiene equipo: Majka, Bennett, McNulty, Soler... Ya no es el genio solitario que ganó el Tour de 2020 surgiendo de la nada como Seve Ballesteros en el Open Británico en 1979 con aquel golpe desde el aparcamiento. Ahora es el número uno, la gran figura del ciclismo internacional, el patrón todopoderoso del Tour.

Más allá de los imponderables, no se ven alternativas fuera del Jumbo, el equipo de Roglic y de Vingegaard, segundo el año pasado en París. Los dos grandes franceses, Thibaut Pinot (Groupama) y Romain Bardet (DSM), se han apresurado a descartarse para la general y Alexandr Vlasov (Bora), Enric Mas (Movistar), Ben O'Connor (Ag2r) y el trío del Ineos Geraint Thomas-Adam Yates-Dani Martínez parece más dispuesto a pelear por el podio que por el triunfo.

La apuesta atractiva, la de que la facción partisana del pelotón encabezada por Van Aert (Jumbo) perfeccione aún más la vía heterodoxa que estuvo a punto de darle la victoria a Alaphilippe (Quick-Step) en 2019, parece cegada por un recorrido clásico, con los grandes puertos históricos, que no dan margen a la creatividad. El campeón del mundo no ha llegado a tiempo a la salida, pese a que se ha recuperado de la dura caída que sufrió en la Lieja-Bastogne-Lieja.

Ser o no ser

El Tour comienza en Copenhague, muy cerca de Elsinor, donde se levanta el castillo real de Hamlet. Apenas 45 kilómetros al norte. Ser o no ser, mira Pogacar a los ojos a Eddy Merckx. Esa es la cuestión. Si es más noble sufrir en el alma los flechazos de la áspera fortuna o armarse contra un mar de adversidades.

Por supuesto, Pogacar está solo en su empresa, como Hamlet. Nadie desafía a Merckx. Cavendish lo intentó el año pasado, igualó sus 34 etapas pero el destino le frenó en el sprint de París y este año no le llevan al Tour. Es una locura ese reto, qué mejor lugar para acometerlo.

El verdadero príncipe de Dinamarca debería de ser Vingegaard, que corre en casa. Trabajador de una conservera de pescado hasta hace poco, el danés ha dado a Roglic suficientes señales de que no tiene motivos para sentirse el único líder del Jumbo. En el Tour del año pasado y en el último Dauphiné, en el que pareció más fuerte que el esloveno, ganador de la carrera alpina.

Más allá de los imponderables, no se ven alternativas al esloveno fuera del equipo Jumbo de Roglic y Vingegaard

Otro que estos días se ha puesto metafísico, o por lo menos místico, ha sido Bernard Hinault, el gran campeón del pasado al que quizá más recuerda Pogacar. «Espero ver ganar el Tour a un francés antes de que me muera», ha dicho. Él fue el último, en 1985. No será esta vez, pero solo tiene 67 años. ¡Larga vida al rey!

Tadej Pogacar

UAE

Tadej Pogacar

Busca su tercer Tour consecutivo, como Bobet, Anquetil, Merckx, Indurain y Froome.

Primoz Roglic

Jumbo

Primoz Roglic

El triple ganador de la Vuelta es la alternativa más realista. Llega de ganar el Dauphiné.

Jonas Vingegaard

Jumbo

Jonas Vingegaard

Segundo en París el año pasado, es una opción creíble gracias a su nivel en montaña.

Alexandr Vlasov

Bora

Alexandr Vlasov

Se ha definido a sí mismo como peligroso. Y esa es la palabra. El ruso tiene potencial.

Geraint Thomas

Ineos

Geraint Thomas

Uno de los tres vencedores en liza, con Pogacar y Froome. Ha ganado en Suiza.

Daniel Felipe Martínez

Ineos

Daniel Felipe Martínez

El ganador de la Itzulia debe de ir a más. Correoso y con recursos, tiene terreno.

Enric Mas

Movistar

Enric Mas

Tras una temporada marcada por las caídas, aspira a confirmar su evolución.

Ben O'Connor

Ag2r

Ben O'Connor

Cuarto el año pasado y muy bien en Dauphiné, aspira a dar un paso más.

Jakob Fuglsang

Israel

Jakob Fuglsang

Con Froome sin opciones, el danés liderará su equipo, pero no es un hombre Tour.

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