«La Lilatón es la carrera en la que todas nos hacemos ver»

En 2016, en su primera participación, rozó el podio; en 2017, acabó tercera; y en 2018, ganó. Ese es el currículo con el que partirá Lorea Ayala en la Lilatón de este domingo. La donostiarra conoce esta prueba a las mil maravillas y, aunque es consciente de que es «una carrera para disfrutar», no renuncia a «sacar su gen competitivo» y, «siempre que se pueda, pelear por el triunfo. Aunque no es larga, reconozco que le tengo un poco de miedo a la distancia porque no la entreno, pero esta fiesta no me la quiero perder y mi intención es estar en los puestos de cabeza».

Para esta mediofondista que viste la camiseta del Atlético San Sebastián, club organizador de la Lilatón, esta carrera supone un «importante apoyo al deporte femenino. Es el día en el que hacemos ruido y todas nos hacemos ver, para llamar la atención. Nos sentimos apoyadas. Y es importante para luchar contra la desigualdad en el deporte».

Ayala considera que, «por suerte, el atletismo es uno de los deportes más igualitarios que hay, también en atención mediática», aunque lamenta que esto mismo «no ocurra con deportes colectivos». Eso sí, cree que «poco a poco va a más».

El domingo, a partir de las 10.30 horas, cuando se dé el pistoletazo de salida, la atleta donostiarra peleará por el triunfo. «Sé que será complicado porque no corro mucho en ruta. Lo hago más en pista. Me gusta porque es corta, este año, con 4,7 kilómetros, incluso un poco más. Creo que el hecho de que haya carreras de estas distancias es positivo para fomentar el deporte entre las mujeres, porque gracias a participar en la Lilatón, muchas empiezan a preparar pruebas más largas. Se consigue que entre el gusanillo de entrenar más y más».

Varias veces finalista en Campeonatos de España de 800 metros, es hija de padre maratoniano y de madre que, «lejos del atletismo, llegó a correr varias de las primeras ediciones de la Lilatón. Recuerdo ir a ver cómo participaba cuando era muy pequeña. Las cosas han cambiado muchísimo. Antes eran entre 200 y 300 corredoras y, ahora, más de 6.000, entre ellas mis amigas. Y lo que le queda a esta prueba por crecer».

Ayala regenta Fisioterapia Senide, un centro situado en el barrio donostiarra de Gros por el que pasan decenas de corredoras cada semana, algunas de ellas de mucho nivel. Otras, en cambio, fueron pioneras. «Tenemos una clienta que, con 90 años, nos dice que corrió la primera edición. No me sorprende, porque tiene una vitalidad increíble. Entre los fisios, le llegamos a dar el título de 'paciente entrañable'», asegura la atleta.

Su nombre es Josefina Carnicero. Cuenta que «participó en la primera edición de la carrera» Lo hizo junto a Miren Azpillaga, su hija. «Me dieron un trofeo y un diploma al llegar a meta por ser la más veterana. Por aquel entonces tenía 60 años».

No fue fácil completar la carrera ya que, durante la misma, tuvieron escuchar «muchos insultos. ¡Qué cosas tuvimos que aguantar! Lo más 'bonito' que me llamaron fue 'vieja'», recuerda. «Por aquel entonces, que una mujer corriera era raro. En la primera edición de la Lilatón participamos menos de 120 corredoras. Ahora me dicen que van a correr más de 6.000 mujeres y alucino». Su hija Miren también recuerda cómo se les miraba como a «esas cuatro locas que corrían. Nos salíamos de lo normal por aquel entonces».

Ahora, afortunadamente, la marea es enorme. Ayala no quiere despedirse sin mandar un mensaje: «La Lilatón es una prueba para que todas disfrutemos. Salgamos a ello».