Guillaume Marbeck y Zoey Deutch protagonizan 'Nouvelle Vague'.

¿Quieren una ola? Tendrán un maremoto, dijeron

'Nouvelle Vague' de Richard Linklater, el filme que cuenta la pasión del cine que hizo surgir 'À bout de souffle', inauguró Perlak

Begoña del Teso

San Sebastián

Sábado, 20 de septiembre 2025, 02:00

Suena 'Tout l´amour' interpretado por Dario Moreno. Suena 'Scoubidou' cantado por Sacha Distel. Suena 'Tu me donnes' en la voz de Dalida. Suena 'Trinité ... et finale' de Jean Constantine. Suena, na-tu-ral-men-te, la adaptación que Richard Anthony hizo del 'Three Cool Cats' de Jerry Leiber y Mike Stoller, convirtiéndola, como no podía ser de otra manera, en 'Nouvelle Vague'. Sí, esa canción que dice cosas como 'Un pequeño M.G., tres amigos sentados en su coche bajo una farola, leyendo el periódico con aire orgulloso (...)'

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Perlak 2025 quedó así inaugurada. Con el homenaje, libre de toda nostalgia dulzona, que un americano en París rinde a aquellos jóvenes más o menos apaches, más o menos salvajes, más o menos sin aliento que, amantes del cine de Hitchcok, Nicolas Ray, Rossellini o Bergman (entre otros mil) hicieron propia una manera de filmar que no era ni la habitual ni la normativa. Se llamaban François, Jean-Claude, Agnès, Eric, Alain, Claude, Suzanne, Jacques y, libres, liantes, frecuentaban a gentes como Juliette Greco y otras criaturas ferozmente existencialistas. Corría el año 1959 y uno de ellos había presentado en Cannes 'Los 400 golpes', ante el asombro de medio mundo.

Desde la Costa Azul empezaron a gritar en las primeras de los periódicos que había nacido la 'Nouvelle Vague' y otro de ellos, el que no dejó de rodar hasta la víspera de su muerte el 13 de septiembre de 2022, gritó feroz, '¿Quieren una ola? Démosles un maremoto'. Y en 20 días, 20 días de cafés, periódicos y rodaje sin permiso alguno en las calles, sacó adelante (en una conspiración que incluía a un productor tan paciente como aterrorizado, Georges de Beauregard, con un boxeador jovenzuelo llamado Belmondo y una chica de Iowa que ya había trabajado con Preminger, Jean Seberg, 'Al final de la escapada'. Y el mundo cambió, el cine cambió y el maremoto sucedió.

El americano en París que, contagiado, infectado por la alegría ilimitada y la fabulosa irresponsabilidad de aquellos días, jugando con los tiempos y los ritmos del cine de hoy se atreve a (re)contarnos aquella historia es Richard Linklater, el autor bienamado no solo de 'Antes del amanecer', 'Antes del atardecer', 'Antes del anochecer' y 'Boyhood' sino de esa maravillosa gamberrada llamada 'Hitman'. Y como es americano, americano de Texas, y como filma en un idioma que no es el suyo, no siente que le deba a Godard la adoración ciega de un fanático sino que es muy capaz, vaya que sí, de jugar con los recuerdos de manera deliciosamente irreverente , fresca y natural. Macarra incluso. Como vivían aquellos jóvenes de los 60 antes de que los subiéramos a los altares de la cinefilia integrista.

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Linklater no imita nada. Ni siquiera el blanco y negro de entonces. Richard no es Michel Hazanavicius engañándonos (y nosotros bien que nos dejamos engañar, cierto) con 'The Artist'; esto es una delicia simultáneamente exquisita y que dona sobre un grupo de devoradores de celuloide, creadores de la biblia de la cinefilia 'Cahiers du cinéma', a los que les dijeron que habían creado una nueva ola y contestaron ¿Sí? Pues ahora viene el maremoto.

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