Quizás los más (o no tan) jóvenes carecen de referencias de lo que es el folletín. Eso explicaría no pocos estupores y hasta revulsivos que provocó entre un sector 'Le cahier noir', sobre todo en una de las proyecciones de ayer. Como género literario popular no tiene más misterio, pero por si ahora no se estudian estas cosas en las escuelas veamos la wikipedia: dice que el folletín se caracteriza por «el intenso ritmo de producción, el argumento poco verosímil y la simplicidad psicológica. Recurre a la temática amorosa, pero también al misterio y a lo escabroso». Y a eso se dedica Valeria Sarmiento, al gozo del folletín como forma de relato.
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Quizás lo que desconcierta es que lo hace sin asomo de ironía: en estos tiempos en que sigue imperando la posmodernidad, si no hay distanciamiento paródico o puesta al día con 'relectura' parece que desaparecen los asideros. Pero no, Valeria Sarmiento simplemente construye el relato con todas las de la ley follestinesca, entre intrigas palaciegas, engaños, traiciones, envenenamientos, padres desconocidos, afectos maternales, ecos de la revolución francesa y cardenales con un pasado intrigante.
Sarmiento no carga las tintas en lo melodramático ni se decanta por el humor, aunque en el propio mecanismo ligero, veloz, cambiante y con revelaciones inesperadas, hay un trasfondo juguetón. Pero también se desliza un reflejo de los manejos de distintos poderes de las clases sociales acomodadas, la fragilidad de quienes no pueden probar la cuna de donde provienen, y un amor de lo más singular. Todo 'demodé', probablemente, pero no hay nada más provocador en tiempos de 'influencers'. El culebrón en su refinado origen.
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