Carmen Machi: «No pienso aprender a controlar mis ataques de risa»
La actriz saca a pasear su desparpajo entre la comedia, San Sebastián y el esperado reencuentro de 'Aída', dedicando un autógrafo a DV
Llega radiante, con desparpajo, cercana. «No me ha dado tiempo a arreglarme apenas, es que me levanto así», bromea. Dispuesta –«me voy a dejar llevar»–, ... Carmen Machi (Madrid, 1963) está de nuevo en el Zinemaldia. Presenta lo último de Fernando Colomo, productor del filme con el que la que la actriz se estrenó en la gran pantalla. Ambos descubrieron hace poco que una película les unió hace años.
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– ¿Cuál fue?
– 'Shaky Carmine', que la dirigía Chema de la Peña. Fernando tampoco sabía ni que yo salía en la película (risas).
– Dicen que la comedia es más difícil que el drama. ¿Qué hay de cierto en eso?
– No es que sea muchísimo más difícil. La comedia es exigente, técnica pura que, a veces, el drama no te exige. Y por eso se dice que es difícil.
– Suelen ser famosos sus ataques de risa en los rodajes. ¿Le ha dado alguno esta vez?
– Seguro que sí, pero yo me río tanto en general que no me acuerdo de si en este rodaje hubo alguno concreto. Suele pasar más en dramas que en comedias. ¿Esto lo sabes no?
– ¿Sí? ¿Y eso?
– Porque todo lo que hacemos, al final, es mentira. Y, a veces, en el momento más dramático, te da la risa. Pero en comedia no tiene gracia que te rías tú. Es contraproducente.
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— ¿Y cómo se gestiona?
— Ni se gestiona ni pienso aprender a gestionarlo. Si me da la risa... Viva la vida. Es que muchas veces la risa viene de la tensión y de la presión. Dicen «acción» y te ríes. Es como cuando estabas en el cole: sabías que no podías reírte y te reías más. Se pasa fatal.
— Considerará al Zinemaldia ya como una segunda casa...
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— ¡Ojalá fuera una segunda casa! Porque entonces vendría muchísimo más (risas). Me encanta Donostia. Me encanta venir al Festival, tengas o no película, es siempre una alegría.
— ¿Acérrima a la ciudad?
— Pero fan total. Vengo mucho eh, no solo por trabajo. Es un sitio de cine, nunca mejor dicho. Y además se come... Es que no hace falta decir más.
— ¿Alguna parada obligatoria?
— El Ganbara, siempre. Pero es que todo... ya te digo que me fascina. Es acogedora, cómoda, hecha para que la vivas. No te sientes turista, eres parte de ella. Y eso genera respeto. La gente es fantástica. (Pausa). Sí, me abonaría al Festival de por vida.
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— ¿Le ha costado volver a interpretar a Aída?
— Para nada. No ha sido tan importante, o sea, no ha sido tan difícil. La vida va pasando, tú también vas cambiando. Date cuenta que yo hago teatro desde siempre, y he retomado funciones que había dejado cinco años antes. Y siempre descubres cosas nuevas, aportaciones personales que antes no estaban... es inevitable.
— ¿Qué tal el reencuentro?
— La película es muy particular. No es un capítulo largo ni una reunión nostálgica. Hay una vuelta de tuerca. Yo no lo viví como algo emocionalmente revuelto, la verdad. Mis compañeros quizá sí, pero yo me fui de aquella serie hace 15 años. Para mí fue vestirme –esta vez con peluca, porque antes no llevaba–, ponerme los zapatos… y Aída empezó a andar. Como si nunca la hubiera dejado.
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— Es que 'Aída' aún sigue siendo viral. Por cierto, ¿cómo se vive sin redes sociales?
— Pues no sé, porque como no sé cómo se vive con redes, no te puedo comparar. Pero soy feliz.
— ¿Sí?
— Te lo juro. Yo creo que vivir sin redes es maravilloso. No tengo nada en contra, simplemente, pura vaguería.
— ¿No le tienta cotillear?
— Lo veo, me enseñan cosas. Me entero por mi pareja que sí tiene Instagram, pero nada más. Es que el opinar por opinar, sin conocimiento, y además públicamente, me da bastante pereza (pensativa). Creo que, aunque hubiera tenido redes, me las habría quitado pronto.
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