En la España de 1898, año de la publicación de 'La barraca', se perdían las últimas colonias de ultramar, el país entraba en depresión y ... aparece la llamada Generación del 98 para contarlo, a la que Blasco Ibáñez no perteneció. Las ciudades comenzaban a progresar, el campo continuaba inmerso en la ignorancia y la injusticia. En esta novela, llevada ahora a escena con buena escritura por Marta Torres, toma protagonismo el odio no tanto entre las clases sociales, sino entre los más pobres: los agricultores de la huerta valenciana. Este es uno de los valores de la función al centrarse en la 'animalidad' de los desesperados, en la desesperanza combatida inútilmente con la crueldad. La solidaridad con quien fue maltratado encubre y justifica el desprecio hacia otros que tan sólo buscan comer caliente. Parece un círculo imposible de romper y, en otras circunstancias muy diversas, así seguimos.
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La barraca
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Autor: Vicente Blasco Ibáñez
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Intérpretes: Daniel Albadalejo, Antonio Hortelano, Patricia Ross, Jorge Mayor, Antonio Sansano, Claudia Taboada, Elena Alférez, Jaime Riba
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Dirección: Magüi Mira
La puesta en escena de esta novela trágica se arropa en una escenografía e iluminación que carga fuerza y peso al drama. Los movimientos corales de los actores envuelven muy bien las acciones que van formando la tela de araña de esta historia de odio y sinrazón. Magüi Mira opta por una propuesta desnuda, alejada del realismo, aunque con algunos 'adornos' coreográficos que poco aportan.
Logra un montaje que no huye de lo desagradable, que no dulcifica, ni calma el dolor. En un continuo crecimiento de espanto, el trabajo actoral aparece demasiadas veces llevado al extremo, con matices que se escapan.
Imagino que se busca, y se consigue, el impacto. La no salida, lo trágico llevado hasta un metro antes del precipicio. El reparto se aplica a ello sin descanso, con un sólido y agotador trabajo que el público recibió con alta aprobación.
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