Tanttaka
«Eres lo próximo que hagas»Con 40 años de vida escénica, la compañía de Fernando Bernués y Mireia Gabilondo prepara tres nuevas producciones
Elena Sierra
Martes, 15 de agosto 2023, 02:00
Tres nuevos montajes en cartera son los que tiene la compañía guipuzcoana Tanttaka para la vuelta del verano. Porque «eres siempre lo próximo que hagas», ... dicen Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, muy conscientes de que a una compañía de teatro se le pide, aunque esté disfrutando de un éxito –y en su caso siguen con 'Sexpiertos', que lo es a un nivel escénico y social–, algo nuevo. Así que los miembros de Tanttaka no preparan una obra, sino tres... que en realidad son unas cuantas más.
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Porque el primero de esos trabajos venideros es uno sobre el texto de Harkaitz Cano 'El mundo está roto, pero se puede caminar', que verá la luz en las cuatro lenguas oficiales del Estado de aquí a fin de año; en valenciano ya ha vivido su preestreno. Otro montaje será el estreno de la adaptación de la novela 'Del color de la leche' de Nell Leyshon; el 3 de diciembre, Día Mundial de Euskera, en esta lengua y dos días después en castellano. Y por último, ya en enero, llegará otra adaptación, la de la novela de tintes autobiográficos del francés Edouard Louise 'Lucha, metamorfosis de una mujer', con Eneko Sagardoy y Vito Rogado como protagonistas.
Eso por no hablar de todo lo que los componentes de la compañía hacen por otros lados: producciones de series, películas, documentales, «probando con otros lenguajes y géneros diferentes desde donde somos», y colaboraciones con otros grupos, como la dirección de lo último de Tartean que está haciendo Gabilondo. «Solo sabemos hacer esto y es lo que nos gusta. Nos mantiene vivos», sonríe.
«Llegamos a hacer 3.000 funciones de 'El florido pensil'; ahora, si un montaje tiene 50, ya está bien»
No es fácil, pero Tanttaka lleva ya 40 años en la brecha. «En algún momento de este verano» será la fecha de este aniversario que les da la suficiente perspectiva para hablar no solo de su trabajo, sino del sector en general. Uno en el que se ha producido una especie de movimiento de ida y vuelta. Cuando comenzaron, en 1983, no había apenas en Euskadi lugares en los que trabajar y exhibir teatro. Tanttaka consiguió uno en Hernani llegando al acuerdo de ser lo que hoy se llama una compañía residente: a cambio de espacio para sus producciones, hacían talleres de teatro en el pueblo, programaban de forma estable de octubre a junio y montaban un festival internacional. «Era una labor propia y una labor social».
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Mayor amateurismo
Fueron viendo crecer la red de teatros –se acabaron, casi, «las funciones en polideportivos y frontones habituales de los años ochenta»–. Subidón. Y de repente lo que ocurre es aun más curioso: el circuito se cierra sobre sí mismo. Una producción vasca antes de 2008 recorría España y estaba meses de gira, pero ahora se limita casi siempre al circuito vasco, lo que significa muchos menos bolos.
«Llegamos a hacer 3.000 representaciones con 'El florido pensil' y casi 300 con 'El pianista del Océano», recuerdan. Eso es impensable hoy. «Ahora, si un montaje hace 50 funciones ya está bien».
Y a los programadores les gusta tener material nuevo cada vez antes. «En un año, se ha terminado la vida de una obra y eso dificulta que se pueda amortizar. La profesionalidad para los que comienzan es cada vez más difícil. Pese a haber gente muy preparada, muy profesional, caminamos cada vez hacia un mayor amateurismo' porque el ritmo no se puede sostener», dicen Bernués y Gabilondo.
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Si esto hubiera ocurrido cuando para poner obras en marcha pedían «aquellos préstamos personales al 17%», hacen cálculos los dos, Tanttaka no habría conseguido llegar hasta aquí. «Menos mal que siempre había amigos que te daban de comer», se ríen.
En ese hasta aquí caben cerca de sesenta montajes, desde el de calle 'Hau bai nahastea' en su primer año y un primer espectáculo, 'Eire, agur' en 1988, «que nos dio muchas alegrías»; la ópera bufa «con 12 actores» 'Flaminio' y otra obra «enorme», 'Peligro, te quiero', «cuando cualquier pueblo asumía un contrato de un millón de pesetas, hoy eso no pasa»; todas las versiones de 'El florido pensil' (en lenguas oficiales varias y una versión específica sobre la educación de las mujeres en la dictadura, con todas sus lenguas también); las coproducciones con el grupo de danza Kukai, los familiares como 'Kafka y la muñeca viajera'; el «mágico» 'Zazpi aldiz elur'; la producción con los tres teatros públicos de las capitales vascas 'El hijo del acordeonista', el 'Sueño de una noche de verano' al aire libre durante la capitalidad cultural de Donostia... «Muchísimos» a los que en breve sumarán otros tres títulos.
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