Tirri Tarra celebra sus bodas de oro

«Llamaba la atención su juventud y que fuera una agrupación mixta, algo totalmente impensable en aquellos primeros años de los setenta... En eso, como en otras muchas cosas, Tirri Tarra sería pionera», subraya José Mª Hernández, autor del libro 'Tirri Tarra. Recuerdos entre corcheas', presentado este jueves. En sus páginas se recoge el medio siglo de historia de una agrupación musical calificada de «vanguardista».

Sus primeros componentes, que apenas tenían entre 10 y 13 años, cosecharon importantes triunfos en certámenes internacionales. Pronto esta formación se convirtió en la más laureada de Europa. «Nuestro paso por ella nos marcó a todos. En aquel tiempo era impensable que niños de esas edades viajaran por diferentes países en una época en la que aún había fronteras. Nada más entrar, te asignaban un instrumento e ibas a hacerte el pasaporte para empezar a tocar», recuerda Amador Mayo, uno de sus primeros integrantes.

Tirri Tarra evolucionó a lo largo de las décadas. Pasó de ser una fanfarre de calle a montar espectáculos «muy aclamados» por ser tan «novedosos» como «rompedores». Desembocó en un rock sinfónico que le llevó a grabar discos y profesionalizarse. «Inicialmente, le fue bien. Le empezaron a salir muchos conciertos y llegó a sumar 200 actuaciones al año que ponían a un centenar de personas sobre el escenario, con una orquesta de cuerda y un coro», rememoran sus músicos, quienes lamentan que la crisis económica de 2008 obligara a poner punto final a una trayectoria de éxito.

Su legado se mantiene vivo. Así lo prueba el programa de actos «abiertos a la ciudadanía» que hoy prevé reunir a buena parte de aquellos 350 músicos que pasaron, generación tras generación, por las filas de un grupo que «creó escuela». Volverán a tocar en el mismo pueblo en el que protagonizaron sus primeros acordes, donde también han organizado una comida.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada se vivirá durante el descubrimiento de la placa con el nombre de Tirri Tarra colocada en la plaza que permitirá recordarla para siempre en pleno centro de la población. «Va a ser un día de llorar por tantas emociones», auguran aquellos chavales que, 50 años después, visitaban ayer la exposición conmemorativa abierta al público en la lonja pesquera. La muestra representa un viaje en el tiempo a través de fotografías, galardones, recortes de prensa y vestuario.

Aún les queda por cumplir un último sueño, el de realizar un mural conmemorativo de grandes dimensiones en este rincón de Pasaia de la mano del grafitero sanpedrotarra Néxtor Otaño 'Nexgraff'.