Un Barroco lleno de vida

Abrieron la velada con una obra conocida, como es el 'Dixit Dominus' de Haendel, de la que existen destacadas versiones, como por ejemplo la de Gardiner. La de Luks subrayó el carácter italiano de la composición, marcando mucho las líneas, los acentos, dejando muy clara la articulación de cada frase, tanto en los instrumentos como en el coro, al que era un goce no sólo escucharle, sino también verle cantar. Precioso.

Fue una suerte poder degustar la 'Missa Omnium Sanctorum' de Zelenka, un compositor que desgraciadamente no se prodiga en conciertos, pero que escribió una música maravillosa. La obra, pensada para un orgánico mayor que el de Haendel, funcionó a la perfección con el mismo conjunto instrumental con el añadido de dos oboes. Si bien los solistas brillaron por su emisión y su adecuado color, sorprendió especialmente el coro, muy expresivo en las complicadas partes fugadas, ricas en articulación y dinámicas. Fue soberbio su 'Amen' del 'Gloria', complejo pero muy bien resuelto. Luks reguló con energía todo el conjunto consiguiendo un claro equilibrio vocal-instrumental y una ejecución tan impecable como llena de vida.