Oriol Roch, durante uno de los ensayos de la Euskadiko Orkestra en la sede de Miramón. MICHELENA

«Podemos actuar ante más de esos 400 espectadores que tenemos como límite»

Oriol Roch | Director de la Euskadiko Orkestra ·

Fueron los primeros en volver a los conciertos tras el confinamiento del año pasado y retomaron su actividad ayer enel Kursaal con una programación doble.

Ana Vozmediano

San Sebastián

Sábado, 30 de enero 2021, 07:24

Suenan notas y acordes desde los pasillos del edificio que la Euskadiko Orkestra llena de música en el barrio donostiarra de Miramón. Si en ... las salas los músicos perfeccionan sus interpretaciones de forma individual, pronto llegará el ensayo, se puede escuchar también cómo resuena en estas paredes de Miramón la determinación común de que la pandemia no elimine las sinfonías de la vida de la sociedad. El director general de la orquesta, Oriol Roch, lo tuvo claro. Cuando el confinamiento acabara habría que adaptarse a las medidas de seguridad y seguir adelante. Roch lleva desde 2014 al frente de este proyecto que, con pandemia o sin ella, sigue empeñado en navegar. Ayer, una vez más, lo demostraron en la doble sesión del Kursaal.

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- Recuerdo una entrevista realizada tras el confinamiento del pasado mes de marzo en la que usted fue rotundo y afirmó que no estaba dispuesto a poner más límites de los que ya imponía la situación.

- Hemos conseguido encontrar mecanismos que nos permiten trabajar con todas las garantías posibles. El riesgo cero no existe, es verdad, pero lo que hay que hacer es gestionar la actividad con la máxima seguridad para no tener que renunciar a hacer nuestro trabajo, para que llegue a una sociedad que creemos que la necesita. Eso ha requerido un esfuerzo interno y externo muy intenso, porque había que proteger a los músicos y al público.

- Por eso su deseo es que se permita incrementar el número de espectadores, por ejemplo a 700. Ahora el límite son 400.

- Mi objetivo es que se vea que en los grandes auditorios, que es donde actuamos y que son de los mejores de Europa, es posible que haya más espectadores y podamos llegar a más gente. Todos entran y salen con mascarilla, no hablan entre ellos porque van a escuchar música, no hay intermedios ni, por supuesto, cafetería. Entiendo las medidas y los parámetros que establecen los expertos sanitarios porque, entre otras cosas, no tengo conocimientos técnicos sobre el tema. Sin embargo, queremos convencer a las autoridades de que es posible actuar ante en un público más amplio. Eso sí, con menos de 400 espectadores no merece la pena ni encender la luz.

- La solución que utilizan de momento es duplicar las sesiones para poder llegar al máximo de abonados posible e incluso llegar a poner entradas a la venta para el público en general.

- Sí, se duplican e incluso se triplican. Sí antes hacíamos cinco conciertos ahora se convierten en diez o en doce. Para hacerlo ha sido fundamental la actitud de los músicos, que no solo han entendido que la medida era necesaria sino que también han decidido mantener su caché. Hablo tanto de los intérpretes como de los directores, y personalmente les estoy muy agradecido. Sin esa actitud no hubiera sido posible seguir adelante con los conciertos. Ruth Reinhardt, que dirige las diez sesiones de este principio de año, nos dijo desde el primer momento que cobraría lo mismo.

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- Estos profesionales han tenido que adaptarse a muchas medidas de seguridad que afectan a su trabajo.

- Los instrumentistas de cuerda o percusión tocan con mascarilla y los de viento la llevan puesta hasta que tienen que intervenir. Están a una distancia un poco mayor que el resto, que guarda ese metro y medio que establece la norma, pero además les separan unas pantallas de metacrilato. No es lo ideal, pero se han acostumbrado a ellas y consiguen oírse y escucharse a pesar de esos elementos.

- ¿Qué sienten cuando ven tantos asientos vacíos en sus conciertos?

- Para los músicos es un impacto emocional fuerte que les obliga a enfocarse en su profesionalidad al 100% al ver que la sala cuenta con una capacidad tan limitada.

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- Han tenido también que renunciar a las grandes obras sinfónicas que podían reunir a casi cien músicos en el escenario. ¿Cuántos pueden juntarse ahora en las obras que programan?

- Unos cincuenta o sesenta. Por suerte, la música sinfónica es tan rica, tan variada, que permite contar con un repertorio muy amplio y de mucha calidad. Todas las obras programadas hubieran estado presentes en cualquier caso. No podemos decir que no tenemos recursos.

- Ya tenemos a los músicos separados como dictan las normas, sin compartir atril y con la mascarilla puesta. ¿Qué ocurre con el público?

- Como ya he dicho también guardan distancias y llevan mascarillas. Hay muchas personas a las que les da respeto ir a consumir a un bar o a un restaurante y que en cambio tienen en los conciertos su ámbito de relación social segura con la limpieza de manos incluida. Desde la música sinfónica tenemos la responsabilidad de darles esa oportunidad y de que la disfruten tranquilos.

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- ¿Han descendido los abonados? La Euskadiko Orkestra ha llegado a tener casi 7.000. ¿Cuál es la cifra actual?

- En estos momentos contamos con 5.230, a los que hay que sumar los 783 de las escuelas de música y los conservatorios. Estos últimos están congelados, pero los recuperaremos el año que viene. Los mil que han podido irse también volverán, porque muchos de ellos nos comentan que no pueden llegar a los conciertos de las 17.30 por motivos de trabajo o debido al confinamiento perimetral, que les impide llegar a San Sebastián, Bilbao o Vitoria. Y hay gente que tiene miedo, eso es innegable.

- ¿Siguen teniendo lista de espera para los abonos?

- Sí, más de quinientas personas. Pero queremos ser cautos y aceptar las peticiones con tiento, porque no queremos generar frustración y que los aficionados se apunten, pero no encuentren localidades debido a las limitaciones. Ha habido bajas, sí, pero no queremos precipitarnos y lo hacemos con cuentagotas.

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- Más allá de mascarillas, pantallas de metacrilato y trabajo doble... ¿qué les ha aportado esta pandemia?

- Nos ha puesto delante de los ojos muchas cosas, entre ellas conocer más de cerca a la sociedad a la que nos enfrentamos. El 28 de diciembre llamó una mujer a la sede de la Orkestra para decir que quería dos abonos, uno para su madre y otro para su hija, que tenían pensado ir juntas. Era su regalo de Navidad. Yo mismo le llamé y me quedé conmovido. Insisto en que vamos a ir gestionado esas incorporaciones porque queremos tener la capacidad de poderlas atender.

- Ha cambiado también la relación con los que ya son abonados. Creo que conectan con ellos antes de cada concierto en lugar de enviar el programa a principio de cada temporada.

- Eso ya no es posible. Es necesario que tengan la información antes de cada concierto, no una global que abarque el curso de octubre a junio. Porque nos hemos visto obligados a continuos cambios por las modificaciones de las normativas. Cada vez que se reúne el LABI nos pegamos a la tele para saber las nuevas medidas. Un toque de queda más temprano eliminaría una sesión.

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