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San Sebastián
Un órgano único, así es el tesoro que custodia la catedral del Buen PastorNos adentramos en los secretos del órgano de la catedral donostiarra, el ejemplar neoclásico más grande de la península, de la mano de Óscar Candendo, organista titular en el templo donostiarra
Sentado frente a sus teclados uno puede sentirse como el capitán que gobierna su navío desde el castillo de proa. En sus entrañas, se adivina todo un laberíntico universo diseñado por Tim Burton. Es el órgano neoclásico más grande que existe hoy en día en la Península, es el que preside el coro alto de la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián y, para muchos, sigue siendo un tesoro desconocido.
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Una arquitectura de estaño, madera, cobre y zinc que se eleva con sus 30 toneladas de peso sobre el coro de la catedral. A espaldas del visitante que entra por la puerta principal se sitúan casi inadvertidos los 8.174 tubos de los que emerge la música, desde el más pequeño con un centímetro de largo hasta los 12,5 metros del más grande. Bien es verdad que en Barcelona existe uno más grande, alojado en las alturas de Montjuïc, donde se ha ido abandonando desde 1974 hasta quedar definitivamente mudo y en un estado ruinoso. Es así como el órgano donostiarra se erige como una joya única bien custodiada en el santuario de Artzain Ona.
Flujo del aire
El aire es uno de los elementos esenciales en el funcionamiento de un órgano de tubos, ya que sin su correcta intervención en el proceso de sonado de los distintos tubos, sería imposible que el instrumento funcionase adecuadamente.
El organista , al encender el instrumento desde la consola, pone en funcionamiento tanto al fuelle principal como al resto de fuelles secundarios del órgano.
La conexión teclado-tubos
Como vemos, hay muchas piezas implicadas en este 'encaje de bolillos' que se produce desde que el organista toca una tecla hasta que el sonido se emite. Y todo ello en cuestión de milésimas de segundo. Este es el camino: El compositor ha indicado en la partitura los registros que son necesarios para interpretar su pieza y el organista los prepara extrayendo los tiradores. Al hacerlo, el cable que acompaña a cada registro desciende para entrar en conexión con el teclado.
Cada vez que el músico pulsa una de las notas del teclado, la conexión entre la tecla y el cable del registro envía un impulso eléctrico hasta un electroimán ubicado bajo el tubo que ha de sonar. Es entonces, al activarse el electroimán, cuando se abre la válvula del tubo correspondiente a esa nota, permitiendo entrar el aire (que se encuentra a presión dentro del fuelle), haciéndolo fluir por el tubo y emitiendo el sonido.
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El organista
«El del Buen Pastor equivale a cuatro órganos de tamaño medio, no es convencional, es un monstruo que puede intimidar», asegura Óscar Candendo (Antzuola, 1971), profesor de órgano en la Escuela Superior de Música de Cataluña y organista titular en el templo donostiarra. «No es fácil dominar esta máquina».
Una verdadera obra monumental de ingeniería al servicio de un 'mecánico' del instrumento, cuya labor se extiende mucho más allá de las teclas. Por ello es habitual que, durante los conciertos, el organista esté acompañado por registradores, músicos que se encargan de activar los diferentes registros (tiradores) en función del sonido que exija la partitura. Como define el propio Candendo, «el órgano es una orquesta en sí mismo» y sus más de 8.000 tubos pueden ofrecer un amplísimo abanico de timbres que van desde las flautas, al violón, la trompeta, el corno de gamo, la bombarda, el fagot, el oboe…
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