La música en directo reclama su sitio en Donostia
El cierre temporal del Doka y el definitivo del Altxerri deja a la escena donostiarra huérfana de salas de tamaño medio, hueco que apenas cubren Dabadaba e Intxaurrondo K.E.
¿Recuerdan cuando Xabi Alonso se dejaba caer por la Rock Star de Illunbe? ¿Cuando el pequeño 'tablao' de Le Bukowski se llenaba con los ... músicos de toda una big band? ¿Y del concierto frustrado en Jareño del exmarido de Pamela Anderson y exbatería de Mötley Crüe, Tommy Lee? Hubo un momento en que Donostia era un hervidero de música en directo: el jazz reinaba en los clubes, lo underground en los bares y los rockeros encontraban en las salas al público más caliente. Lejos de auditorios, teatros y estadios, la iniciativa ciudadana borboteaba por aquí y por allá ofreciendo una animada vida cultural a la ciudad, esa que hoy apenas encuentra consuelo en la apretada agenda del Dabadaba y con la esperanza puesta en el centro cultural de Intxaurrondo.
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El show de Lisabö del pasado 13 de enero en el Cine de Añorga abría un haz de luz para quienes añoraban esa cultura rave del Berlín industrial de los 90. «Fue una gozada, un sitio especial que no se puede comparar a ningún festival. Hemos crecido en este ambiente de autogestión y sólo podemos estar agradecidos de que haya espacios así», cuenta Jabi Manterola, guitarrista y vocalista del grupo. Si bien parece que la cosa va a quedarse ahí y que el Cine, propiedad de Cementos Rezola, continuará con su programación habitual de teatro y danza. «Es privado, nadie mete mano ahí y no cumple con los requisitos», explica Ion Martínez 'Txiki', encargado de organizar aquel concierto que originalmente se había anunciado en el Doka antes de su cierre temporal y que cambió de sede por iniciativa del propio Martínez, junto a Añorgako Gazte Asanblada, la discográfica Bidehuts y Añorga Kultura.
«En tiempos, en Añorga ya se hicieron conciertos de Su Ta Gar y Hertzainak y, aunque hoy en día se ha hecho alguno, nunca algo como este. Fue muy underground». El de Lisabö –tras hacer 'sold out' en la sala antiguotarra mucho antes de que sus problemas estructurales obligaran a echar el cierre– requería de una alternativa que Martínez encontró en Añorga, lo que «no quiere decir que toda la agenda del Doka se vaya a reprogramar ahí».
En estas semanas los dueños de la sala Doka se encuentran en negociaciones con Donostia Kultura para reubicar en sus espacios los conciertos más importantes que ya tenían cerrados, como son el caso de Anestesia (agotado para el 13 de abril) o de Lendakaris Muertos (19 de abril). No se celebrarán, sin embargo, en el Cine de Añorga, donde «todos los días hay algo», desde programación de teatro, danza o tamborradas... «Cosas para 30 o 40 personas, pero no conciertos de este tipo».
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Los últimos mohicanos
Tras el cierre temporal del Doka (que parece reabrirá en junio), los responsables de la sala Dabadaba quedan como los últimos mohicanos en una escena musical independiente de la que hacen bandera. Y con éxito: «2023 ha supuesto nuestro récord de asistencia. Este mes de marzo cumplimos diez años y con lo que me quedo es con que hemos generado un público y no dependemos de que nos hagan caso. Tenemos la agenda llena hasta verano», asegura Álex López, socio fundador del local de Egia.
Porque mohicanos han sido siempre, lo que es novedad es que ahora no queden en pie más que ellos. Un poco más arriba, subiendo la calle Egia, hace ya tiempo que la música en vivo abandonó Le Bukowski, donde «no hacen conciertos no porque no quieran, sino por temas burocráticos». Y disfruten mientras puedan, pues nunca se sabe hasta cuando será.
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En el caso de Dabadaba conviven con peligros estructurales del sector como son «los festivales, la subida de los precios, la turistificación de la ciudad, los alojamientos inasumibles... esta dinámica de la ciudad no va con nosotros. Estamos en una zona escondida donde no nos van a venir los 'guiris'», aunque reconoce que sus principales amenazas tienen que ver con el espacio. El futuro de la sala está condicionado por los proyectos urbanísticos: «Nos dicen que en ocho o diez años, en algún momento, se hará algo en esta zona de Mundaiz y en esa ocasión habrá que buscar otro lugar e irse».
López concuerda con quienes hablan de «ausencia total» en Donostia de salas de capacidad media (para 700 personas) como puedan ser el Kafe Antzokia de Bilbao, la Jimmy Jazz de Gasteiz o la Zentral de Pamplona. «Por encima del 'Daba' y el Doka solo está Intxaurrondo con un aforo 450. Porque con Jareño (Egia K.E.) el Ayuntamiento ya decidió que no se iba a usar para conciertos».
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La realidad es que Gazteszena de Egia (antiguo edificio de Jareño) hace tiempo que cambió su 'línea editorial' y actualmente es un espacio que está «muy ocupado por las residencias artísticas, que era una exigencia de los grupos de danza», responde Jon Aizpurua, director de Acción Cultural de Donostia Kultura y responsable de la programación en las casas de cultura de San Sebastián. «Cuando no existía Intxaurrondo sí se celebraban más eventos de música en directo en Jareño, pero acústicamente no estaba preparada para conciertos».
La apuesta por Intxaurrondo
Desde que el espacio cultural de Intxaurrondo abriera sus puertas en diciembre de 2011, su capacidad para albergar conciertos ha sido manifiesta y desde Donostia Kultura la erigen como su principal apuesta junto, en menor medida, a Larratxo K.E., donde se está programando música heavy metal. Por su parte, las posibilidades de Lugaritz, al tener al público sentado, se orientan más a otro tipo de formatos y géneros musicales o escénicos.
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«Intxaurrondo está bastante solicitada pues la calidad de la sala es muy buena. Tenemos propuestas de artistas vascos para hacer residencias, como ya hicimos hace un par de años con Izaro, que tuvo la sala a su disposición durante dos semanas a cambio de que los alumnos de los colegios de alrededor pudieran tener una charla con ella», admite el responsable. Por su escenario han pasado artistas de la talla de Julieta Venegas, Gatibu, Tulsa, Izal, Rufus T. Firefly, El Twangero, León Benavente y más recientemente Corizonas, Iván Ferreiro y Ariel Rot, aunque Aizpurua reconoce que la pandemia afectó bastante a su programación. «2022 ya empezó a remontar hasta llegar a cifras cercanas a prepandemia, y este año promete igualarlas y superarlas».
El responsable de Donostia Kultura, más allá de teatros y auditorios, diferencia dos espacios para la música en directo en Donostia. «Por un lado están las salas, donde hay un hábito cotidiano de programación ya estable», como es el caso de Dabadaba y hasta ahora también de Doka y Altxerri. «Por otro lado están los bares, donde la programación es puntual ya que la Ley de Espectáculos del Gobierno Vasco exige que para hacer conciertos de manera adecuada sea realice una comunicación previa. Así se mantiene un correcto equilibrio entre el vecindario y el establecimiento hostelero».
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Lo mismo que anunciaba Ion Martínez en párrafos anteriores, lo confirma Aizpurua: «Ahora estamos negociando con Doka para llevar sus conciertos a nuestros espacios de Donostia Kultura y ayudarles en estos momentos difíciles». Probablemente los conciertos que hayan hecho 'sold out' se reubicarán en Intxaurrondo y los espectáculos de humor se llevarán a Gazteszena.
¿Y qué pasa con el cartel musical que iba a acoger el Altxerri? Los responsables del Dabadaba gestionaban desde hace año y medio los conciertos en el club de jazz pero, con su adiós, se han despedido también de toda la programación que habían cerrado y que no se va a reubicar. «Murió», dice López, «el problema no es que cierre un sitio y lloremos por ello, es que nunca más va a haber algo parecido. Hoy no se puede crear un club de jazz, esta ciudad es de los propietarios inmobiliarios».
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El Club 44 se muda
Una de las citas fijas que albergaba el Altxerri casi con periodicidad mensual era la de los conciertos de Club 44. Un grupo de amigos melómanos que se asocian para, con una aportación anual, traer a la ciudad a sus músicos de folk, americana y rock favoritos. Un mes después de su último concierto en el legendario club, donde han estado programando más de cien conciertos en estos diez años de trayectoria, ayer volvieron las citas de Club 44 pero en su nuevo hogar.
Precisamente fueron los mismos que despidieron al Club del Altxerri en diciembre quienes inauguraron ayer su nuevo alojamiento musical en el Andén, sala-discoteca en el barrio de Egia. De momento sus responsables ya han anunciado que el 20 de febrero traerán a la ciudad a Elliott Murphy, compositor, novelista y habitual colaborador de Springsteen. Para el 9 de marzo tienen programado a quien fuera fundador y vocalista de Screamin' Cheetah Wheelies, Mike Farris, y para octubre adelantan una probable visita de Iain Matthews.
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¿Pero cómo acabaron en el Andén? «Estuvimos buscando algún lugar céntrico, porque ya sabemos cómo es esta ciudad: haces algo en el Antiguo y los del Centro no van; los de San Marcial no cruzan a San Bartolomé y los de lo Viejo no pasan del Boulevard. Por eso fuera de Donostia ni nos lo planteamos, aunque dentro de sus límites nos sea muy difícil», cuenta Juan Soroeta, uno de los miembros fundadores.
A todo ello se suma que, como organización sin ánimo de lucro, Club 44 se puede encargar de la organización de los conciertos «pero no podemos pagar alquiler. Por eso necesitábamos un local al que le interesase hacer caja con el consumo en barra». Y el Andén parecía reunir todas esas condiciones. «No vamos a encontrar nada que tenga el encanto de Altxerri pero el Andén está al otro lado de las vías y, cuando las soterren, estará en pleno centro. Es la mejor solución que hemos encontrado y nos permite, al menos, no quedarnos parados».
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Una ciudad «de congresos»
Tras la primera toma de contacto, Soroeta se muestra satisfecho pues «lo tienen todo montado como discoteca y mantienen unos horarios de ocho de la tarde a seis de la mañana, por lo que los nuestros son horarios que no trabajan. Además es el local mejor insonorizado de Donostia, tiene capacidad para 200 personas, un equipo de sonido potente, no tiene columnas... Nos permite mantener nuestra esencia con el público sentado y los músicos a dos metros de distancia, pero con mayor comodidad y aforo».
En líneas generales todas las voces coinciden en que la ciudad cuenta con mucha música «profesional» y conciertos «con entradas por encima de los 40 euros», pero que se echan en falta espacio para mantener la vida cultural. «Es una ciudad de congresos». Dos cuestiones están lastrando la escena: la primera es que se ha «institucionalizado» la música, y más allá de la programación pública, lo independiente funciona como puede. Lo segundo es que en los bares hay una «dejadez, porque se encuentran con muchos obstáculos».
Para músicos donostiarras como Sara Azurza «Lugaritz K.E. es lo más grande que he hecho, y ya lo siguiente son Dabadaba y Doka. En los gaztetxes no se está moviendo nada y los bares han tenido un montón de problemas. Si empiezas, solo puedes aspirar a tocar ahí porque ya al Victoria Eugenia o al Kursaal no llega nadie».
Testimonios
Álex López | Sala Dabadaba
«Hay una ausencia de salas como el Kafe Antzokia de Bilbao o la Jimmy Jazz de Vitoria»
Jon Aizpurua | Donostia Kultura
«Antes de Intxaurrondo se celebraban más conciertos en Jareño, pero no estaba preparada»
Ion Martínez | Promotor
«El cine de Añorga es privado y es difícil programar. No cumple con los requisitos»
Jocano | Músico
«Sigo actuando pero ya he cubierto mi periodo. Ahora importa los nuevos que vienen»
Sara Azurza | Cantautora
«Si empiezas, solo puedes aspirar a tocar en Dabadaba. Al Victoria Eugenia llegan muy pocos»
Hilario Rodeiro | Jam sessions
«Saco disco y no sé dónde presentarlo. Hablo con librerías, hoteles y hostelería, pero no les encaja»
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