Intenso, hipnótico, sublime. Quien piense que un director no puede sacar chispas a una orquesta es porque no ha visto a Riccardo Chailly en acción. ... Lo que vivimos ayer en el Kursaal trasciende las palabras. El poder de la música se impuso sobre todo lo demás y solo los que asistieron al concierto pudieron sentir esa magia.
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Orchestra della Scala de Milán
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Intérpretes: Orchestra Filarmonica della Scala de Milán.
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Director: Riccardo Chailly.
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Programa: 'Sinfonía nº 5 en mi menor, op. 64' de Tchaikovsky; Suites nº 1 y nº 2 de 'Daphnis et Chloé' de Ravel.
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Fecha: 27-8-24.
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Lugar: Kursaal.
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Asistencia: Lleno.
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Propina: Preludio de 'Jealousy' de Janacek.
Percibir cómo un director es capaz de agarrar una orquesta entera en sus manos y moldearla a su antojo es una experiencia única. Exigente y con una energía desbordante, Chailly sometió a los músicos a sus deseos, con severidad, pero con mimo. Consiguió que descubriéramos una nueva 'Quinta' de Tchaikovsky, hecha de marcadísimos graves para exponer la idea del destino y regalando episodios de inmensa brillantez, especialmente en los magníficos vientos, dando sentido a cada motivo y a la armonía, y dotando de todo el carácter romántico a las melodías.
Los ricos colores de la orquesta -tan empastada como deslumbrante en sus solistas-, la claridad, la inspiración y las creativas ideas de Chailly volvieron a enamorarnos con un sabroso Ravel con el que nos llevó a la luz.
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