El latido de África que suena en Gipuzkoa
Fundado en Senegal hace más de cuarenta años, el grupo Sapali ha encontrado aquí un lugar donde su música sigue contando historias y traspasando fronteras
Jueves, 13 de noviembre 2025, 07:06
Dicen los integrantes de Sapali que la música no entiende de fronteras. Y lo demuestran cada vez que sus instrumentos, los mismos que «nacieron con ... ellos», hacen vibrar una plaza o algún escenario de Gipuzkoa. Ayer fue en el Salón de Actos del Convento Santa Teresa de Donostia, en una charla-concierto enmarcada dentro del proyecto de 'Sustraiak eta ahotsak. Raíces conectadas' del departamento de Cultura de la Diputación foral.
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Anoche, Aicha Kone, Daouda y Badou Mbaye, tres de los nueve miembros de Sapali en Euskadi, fueron los encargados de hacer sentir su país a muchos kilómetros de distancia. Sus golpes de ritmo cuentan historias pero sobre todo cruzan océanos: las de hombres y mujeres que un día dejaron África para sobrevivir. Para ellos hacer música no es una elección, sino una forma de «seguir vivos». «Si dejamos de tocar, es como perder una parte de nosotros», indica Aicha Kone.
Sapali nació en Senegal hace más de cuatro décadas, pero su espíritu viajó con quienes hicieron de la música su «casa». A día de hoy este grupo africano sigue latiendo no solo en Gipuzkoa, donde se han asentado, sino en muchos más puntos del planeta como Alemania, Francia o Suiza. «Sapali está en todas partes. Es como un árbol que crece y se multiplica. El grupo que lo fundó está en Senegal, pero los africanos que estamos repartidos por distintos lugares del planeta también tocamos representando su nombre», comenta Badou Mbaye con orgullo.
Los tres llegaron aquí en momentos distintos –unos en el 2000, otros en 2012 o 2014–, pero todos encontraron en Gipuzkoa un lugar donde seguir latiendo con la música. Nueve integrantes de Senegal y Burkina Faso conforman el grupo que persiste en el territorio. «No queremos perder el camino de África. La música es nuestra manera de vivir, de reír, incluso de llorar», añade Mbaye.
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«Sapali está en todas partes. Es como un árbol que crece y se multiplica. Estamos repartidos por todo el planeta»
Lo que tienen claro es que para ellos la música es su forma de «comunicarse». Ellos no usan partituras para aprender, tampoco lo hicieron en la escuela, sino que «entendemos mirando y escuchando». Como dice Daouda, «nosotros nacimos con la música en la sangre». Mucho antes del teléfono o de internet, se comunicaban con tambores como el sabar de Senegal, el tama, que «se relaciona con el tambor de Donostia», o el balafón de Burkina Faso, instrumentos con los que actualmente logran conectar con los vascos.
Porque aquí llevan alrededor de diez años juntos tocando, pero ellos celebran cada «oportunidad que nos han ofrecido desde muchos lugares en Euskadi». Eso sí, reconocen que «la música africana todavía está un poco dormida» en el territorio.
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Aun así, su propósito es claro: que la gente no solo escuche, sino que sienta lo que hacen. En sus tambores suena la memoria de los pueblos africanos y tocan «en nombre de todos ellos». Porque el mensaje que comparten es que «todos somos hermanos». Saben que su música seguirá sonando toda la vida. «Queremos seguir caminando porque la música para nosotros es la vida», concluye Mbaye.
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