Los hermanos Gallagher saludan al público al término de su concierto en Manchester. BIG BROTHER RECORDINGS

La 'fiebre Oasis' mantiene a Europa en vilo

Regreso ·

La banda británica celebra el 30º aniversario de '(What's the Story) Morning Glory?' con una reedición que colapsó su web y una gira mundial que mantiene al Viejo Continente a la espera

Elene Arandia

San Sebastián

Miércoles, 8 de octubre 2025, 00:04

Durante años fue el chiste favorito del rock británico: «¿Cuándo vuelve Oasis?». La pregunta que parecía destinada a la broma, al rumor de pub o ... al hilo nostálgico de Twitter, hoy tiene respuesta. Los hermanos Gallagher han vuelto y han hecho lo que llevaban década y media negando con obstinación: compartir escenario, dejar que las guitarras hablen más que los egos, y concederle al mundo la postal que creíamos perdida en los noventa.

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No hay nuevo disco, no hay promesa de futuro, pero sí una certeza eléctrica: Oasis está de vuelta, y la fiebre que desata es una mezcla de nostalgia, emoción y reconciliación colectiva.

En los estadios, la comunión es inmediata: miles de gargantas repiten los coros, y las cámaras buscan el rostro de los Gallagher, intentando adivinar si hay reconciliación detrás de las miradas. Y en ese gesto ambiguo reside buena parte del hechizo: el público no solo asiste a un concierto, sino a un relato que lleva quince años en pausa.

La 'fiebre Oasis' no se explica solo por los setlists, gorros de pescador ya objetos de culto, ni por los millones de libras en taquilla. Puede que esta gira sea un último brindis, un paréntesis, una tregua con fecha de caducidad. Pero incluso si así fuera, el impacto ya es histórico. En un mundo donde casi todo parece reciclado, hay algo extrañamente revolucionario en ver a dos hermanos que juraron no volver, tocando otra vez 'Champagne Supernova' bajo un cielo lleno de móviles. Uno entiende que tal vez la verdadera inmortalidad del rock consista precisamente en eso: en saber regresar, aunque sea una sola vez, al lugar donde todo empezó.

La gira, anunciada casi por sorpresa a finales del verano de 2024, encendió un fenómeno que desborda lo musical. El 27 de agosto, las estrellas parecieron alinearse para que ocurriera lo que durante años se creyó imposible. Aquel día, sin previo aviso, Oasis confirmó su regreso y encendió la chispa de una fiebre global. En cuestión de horas, las entradas para las primeras fechas en Reino Unido volaron; los precios se dispararon en reventa; y las redes sociales se llenaron de vídeos de fans llorando frente al ordenador, riéndose de su propia incredulidad. No se trata solo de ver otra vez a la banda que marcó una época, sino de asistir al reencuentro de dos hermanos cuya enemistad se convirtió en mito pop.

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El regreso funciona como espejo de una generación: los que crecieron cantando 'Wonderwall' en fiestas adolescentes, los que descubrieron 'Don't Look Back in Anger' cuando ya no existían los CD's, y los que ahora llevan a sus hijos a escuchar esas canciones como quien enseña un idioma perdido.

La gira Oasis Live '25 arrancó en Cardiff en julio, antes de instalarse durante varias noches en Manchester, ciudad natal de los Gallagher. Desde allí, la banda se marchó a Londres, donde los conciertos en el estadio de Wembley se convirtieron en una cita histórica, y después continuó hacia Edimburgo y Dublín, cerrando así una primera etapa centrada en Reino Unido e Irlanda.

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Tras ese bloque inicial, la banda emprendió un extenso recorrido internacional que se amplió a América del Norte, Asia, Oceanía y América del Sur. En agosto y septiembre se lanzaron a Toronto, Chicago, East Rutherford, Los Ángeles y Ciudad de México, antes de poner rumbo a Asia el 21 de este mes, con paradas previstas en Goyang y Tokio, para después continuar por Oceanía, donde tocarán en Melbourne y Sídney. El tour culminará en América del Sur, con conciertos multitudinarios en Buenos Aires, Santiago de Chile ycierre apoteósico en São Paulo.

Sin noticias de Europa

Europa sigue siendo la gran incógnita en este relato. Ninguna fecha continental ha sido anunciada aún, y ese silencio se interpreta ya como una jugada calculada. Las primeras especulaciones apuntan al Estadio Metropolitano de Madrid como posible parada en España para 2026, mientras otros rumores sitúan un cierre en París o Roma, en un gesto de reconciliación con el continente que primero los consagró fuera del Reino Unido. Por ahora, es solo ruido y deseo. Una ausencia que suena a promesa.

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A esa ola de fervor se sumó el pasado jueves el lanzamiento de la edición deluxe remasterizada por el 30º aniversario de su segundo álbum '(What's the Story) Morning Glory?', que definió una década y consolidó a Oasis como estandarte del britpop. Grabado en apenas quince días y convertido en un fenómeno global, incluye títulos que hoy son himnos intergeneracionales como 'Don't Look Back in Anger', 'Champagne Supernova' o 'Some Might Say'.

La reedición presenta maquetas inéditas, grabaciones en directo y un libreto con material gráfico y testimonios de la época. El anuncio, adelantado con misterio por medios internacionales y el propio Liam Gallagher, provocó el colapso de su web oficial, saturada por una avalancha de fans intentando reservarla. Además, durante horas, las redes ardieron con teorías y especulaciones: Liam, en su habitual tono provocador, desató el hype y jugó con los seguidores prometiendo «grandes noticias de cara a 2026», alimentando los rumores de una posible continuación de la gira o incluso un nuevo proyecto conjunto.

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El guitarrista Paul 'Bonehead' Arthurs se retira temporalmente de la gira tras ser diagnosticado de cáncer

En medio del entusiasmo, el sábado llegó también una noticia amarga: Paul 'Bonehead' Arthurs, guitarrista original y pieza clave del sonido clásico de Oasis, ha tenido que retirarse temporalmente de la gira tras ser diagnosticado de cáncer.

La puesta en escena no es grandilocuente, pero tampoco necesita serlo: luces sobrias, pantallas gigantes y una lista de temas que funciona como repaso de la historia de la banda. 'Live Forever' ya no suena a desafío adolescente, sino a un brindis por haber llegado hasta aquí.

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Quizás lo más sorprendente no sea tanto la música, sino la actitud. Los Gallagher, en la cincuentena, parecen menos preocupados por ganar una disputa que interesados en disfrutar del reencuentro. Han aprendido —o al menos insinuado— que el tiempo suaviza incluso los temperamentos más fuertes. La edad, la perspectiva y cierta calma adquirida tras años de caminos separados les han permitido mirarse sin rabia. No hay necesidad de imponerse, sino de tocar. En escena se percibe algo nuevo: una tregua tácita y un respeto que no existía en los noventa. No es amistad, tal vez, pero sí una paz madura, el reconocimiento de que pese a todo, nadie entiende mejor a un Gallagher que otro Gallagher.

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