Cómo ascender a la cima y cantar después
El festival Urmuga que recorre con música los montes vascos cierra con éxito y voluntad de repetir. Así fue la aventura, de la 'caminata' del Orfeón al 'Versalles txikito' de Baigorri
Dice con ironía Migel Zeberio, uno de los inspiradores del festival Urmuga, que «lo nuestro es como 'Fitzcarraldo', pero en Euskal Herria». La ... película de Werner Herzog narraba la locura del excéntrico irlandés que quiso construir un teatro de ópera en plena selva amazónica. Urmuga 'solo' quería unir música y naturaleza en los montes vascos. Pero ha exigido que las voces del Orfeón Donostiarra caminaran diez horas para cantar en la cima de la Mesa de los Tres Reyes, o subir a pulso hasta una cumbre de Aralar un arpa o la txalaparta de piedra de 300 kilos de Oreka TX.
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«Ha merecido la pena», resume ahora Zeberio, director de la orquesta Et Incarnatus. «El público ha llenado todas las citas, con aforo limitado por el Covid, y algunas actuaciones han sido un éxito multititudinario, como la de Baigorri con Eñaut Elorrieta y Niko Etxart, que contó con 1.500 espectadores y hubieran sido 3.000 sin los ajustes provocados por el coronavirus». La conclusión es que Urmuga repetirá el año que viene, o al menos esa es la intención a la espera de los balances más reposados. «Con modestia podemos decir que este festival puede ser uno de los clásicos del verano vasco. Descentraliza la cultura, pone en valor lugares pequeños y destinos naturales, da vida a zonas que están perdiendo población y economía...», enumera Zeberio con el entusiasmo con que acomete todos sus proyectos.
10 conciertos, 19 días
Porque solo Et Incarnatus es capaz de emprender una aventura artística como ésta, acompañada del periplo montañero de los grupos que guió Felipe Uriarte. Han sido diez conciertos y, para quienes vivieron el recorrido entero, 19 días de marcha. Urmuga siguió la línea geográfica que divide la vertiente del País Vasco que da hacia el Cantábrico y la orientada al Mediterráneo. Comenzó con un concierto en la muga de Bizkaia con Burgos («fue emocionante, porque se hacía realidad una idea que a muchos pareció descabellada») hasta la cita final, el pasado fin de semana, en la Mesa de los Tres Reyes.
En los conciertos se han ido turnando clásicos como el Orfeón Donostiarra con nombres del rock como Gari o Elorrieta, danza y el soporte de Et Incarnatus, que precisamente el próximo años cumple sus bodas de plata. «La aportación del Orfeón ha sido enorme», explica Migel Zeberio, «con su mezcla de experiencia y emoción. En la última etapa sus casi 30 participantes caminaron las diez horas de marcha, con su director, José Antonio Sainz Alfaro, al frente. El concierto empezó más tarde y Sainz Alfaro entretuvo al público con un 'monólogo' sobre el trabajo de un director de coro que entusiasmó».
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El concierto de Aizpearro, en Aralar, cerca de Igaratza, fue otro de los momentos mágicos del festival, al que también hubo que subir 'a golpe de bota'. En Irati la lluvia obligó a trasladar la actuación «a otro espacio único, la ermita de San Salvador, grande, bella y desvencijada». Y más cómodo fue el acceso al palacio Etxauzia de Baigorri, «un Versalles vasco donde el Orfeón y Eñaut Elorrieta estuvieron estupendos y Niko Etxart demostró que tiene energía para rato».
«El año que viene, más», se despide Zeberio. «¡Ya tenemos las ideas!». El Fitzcarraldo vasco quierer seguir viaje.
De la sombra delvirus al mayorapoyo institucional
Urmuga ha contado con un respaldo institucional «que merecería ampliarse en el futuro porque se ha visto que la experiencia funciona, los artistas están deseando participar y el público responde», explica Migel Zeberio. «Fue una idea arriesgada, logramos cuadrarla y entonces apareció la pandemia. Decidimos seguir adelante pese a las limitaciones de aforos y la imposibilidad de desarrollar alguna de las 'patas', como los talleres de música que iban a acompañar la marcha». Zeberio agradece el apoyo de Euskal Sagardoa o Eusko Label, «amigos que se han volcado en el proyecto».
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