Tose y es noticia, respira y se le busca significado. La época ha convertido la sobreexposición en una forma de lenguaje, y el artista contemporáneo — ... a veces a su pesar— en un espejo de la saturación que lo rodea. En esa superficie hipermediatizada, 'LUX' se levanta como una anomalía: un disco que no busca gustar, sino ordenar el ruido y devolverle al pop la posibilidad de ser, otra vez, un espacio para el riesgo y la contemplación.
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No hay frontera posible cuando la intención es pura. Quizás 'LUX' no sea para todos, pero es, sin duda, para los tiempos que vienen. Un álbum conceptual estructurado en cuatro movimientos donde se aparta del confort del mainstream.
Con Rosalía como productora ejecutiva y el apoyo de figuras tan dispares como Björk, Yves Tumor y Sílvia Pérez Cruz, además de la fadista portuguesa Carminho, la cantaora Estrella Morente, la artista mexicana Yahritza y los coros infantiles de la Escolanía de Montserrat y el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana, el cuarto álbum de estudio de la catalana se publica bajo Columbia Records con el sello Parental Advisory. Un detalle que ya sugiere que aquí conviven lo sagrado y lo carnal.
Su cuarto álbum de estudio se mueve en los márgenes del pop —y al mismo tiempo, en su centro—, en un espacio donde la modernidad no teme parecer erudita.
No es el álbum más accesible de su carrera, pero sí el más ambicioso y necesario. La fusión de lo clásico y lo moderno no friccionan ni chirrían; armonizan y se complementan, lo que en ella parece natural. Es un álbum introspectivo y grandilocuente, pero que nunca pierde su luz.
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Hay que detenerse en su voz, más suya que nunca, que alcanza aquí su punto más maduro y arriesgado. Vocalmente el más magistral. Canta en trece idiomas —español, catalán, portugués, inglés, japonés, latín, alemán, italiano, hebreo, chino mandarín, ucraniano, árabe y francés—, no como ornamento, y sí como declaración de principios. Que haya optado por ello no es un mero gesto estético, y es parte de una amplitud discursiva que pocos discos de pop se plantean. Cada lengua parece tener su propia respiración dentro del álbum; por la forma en que se apropia de cada idioma, que lo pliega a su sensibilidad y lo ofrece como una plegaria traducida trece veces.
'LUX' desafía también la paciencia del oyente. Es un disco largo, aunque no tanto: poco menos de una hora, concretamente 58 minutos y 51 segundos. En una industria que ha normalizado los LP de media hora y el consumo fragmentado por single, su duración se siente casi subversiva. Este pop pide silencio. Y tiempo. El mismo que no ha tenido su espera, precipitada por filtraciones, conjeturas y la expectación que acompañó su lanzamiento. Aquí no hay prisa posible. Rosalía apuesta por lo que ya casi nadie hace: construir un relato completo, concebido para escucharse de principio a fin. Y nos vuelve a reeducar sonoramente.
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El disco abre con un bloque orquestal y sección completa de cuerdas que te envuelven como un abrazo divino que recuerda a un réquiem barroco, y la atmósfera se mantiene hasta el segundo movimiento, con «Berghain», el sencillo-bandera del álbum que fractura la solemnidad.
Las ediciones físicas del álbum incluyen tres temas inéditos: 'Focu 'ranni', 'Jeanne' y 'Novia Robot'. Con ellas, el total de canciones asciende a dieciocho.
Si en 'Motomami' desmanteló los géneros, esto se trasciende en 'LUX'. Cuerpo y alma. No hay estilo, idioma ni tradición que no se someta a su mirada, y cuando canta lo técnico se subordina a la intención. Y es que la pureza de una búsqueda es lo que hace brillar al disco.
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