Daniel Harding, el 'pequeño prodigio' de Claudio Abbado, llega a Donostia con su orquesta

No hay orquesta que se precie que no haya querido contar con la batuta de Daniel Harding (Oxford, 1975). Al joven británico al que Simon Rattle y Claudio Abbado apadrinaron tras conocer su indiscutible talento, le hemos escuchado en Donostia con distintas agrupaciones y repertorios, y siempre ha conquistado por su personalidad y su forma de hacer música. A sus 48 años, Harding promete un encuentro único hoy (20 horas) en el auditorio Kursaal, al frente de la Chamber Orchestra of Europe, en una de las grandes citas del festival de este año.

Una agrupación fundada en 1981 por un grupo de jóvenes que se conocieron como parte de la Orquesta Joven de la Unión Europea (EUYO). Dos grandes maestros la apoyaron y ayudaron a su desarrollo: Claudio Abbado fue su mentor y Nikolaus Harnoncourt, uno de los músicos más implicados. En la actualidad cuenta con 60 miembros y colabora habitualmente con figuras como András Schiff y Yannick Nézet-Séguin y tiene una estrecha relación con los principales festivales y auditorios de Europa.

Beethoven y Sibelius serán hoy los compositores que permitirán descubrir el poder que tienen las orquestas de cámara de mimar el detalle gracias al altísimo nivel de todos sus componentes. En el caso de Beethoven, han trabajado y grabado su música con Harnoncourt, y hace poco más de un año publicaron todas las sinfonías de Sibelius, obteniendo grandes críticas.

La Chamber Orchestra of Europe contará hoy en el podio con una batuta excepcional, la de Daniel Harding. Piloto de Air France, el británico compagina su trabajo con las orquestas con esta afición. «Lo disfruto y a mi cerebro le conviene. Además, al llegar a los 40 es positivo comenzar algo de cero, sobre todo porque ya llevo treinta años dirigiendo orquestas maravillosas y llega un momento en que te cuestionas y te planteas aprender algo nuevo. Es un reto muy saludable y creo que debería hacerlo más gente».

La necesidad de llevar todo lo que hace al máximo nivel le ha llevado a Harding a convertirse en uno de los mejores directores del mundo. En este aspecto, si bien acostumbra a trabajar con grandes agrupaciones sinfónicas, destaca el valor de hacer música con conjuntos más reducidos. Su máxima es «la música necesita ser tocada como si fuera de cámara y de manera comprensible».

Quizá por ello es un músico que valora de manera especial el poder de las orquestas pequeñas. Lo ha demostrado con los magníficos trabajos que ha realizado junto a la Mahler Chamber Orchestra, de la que es director honorífico.